‘El canon’ o el drama de los esculturales e invisibles inmigrantes haitianos en Chile
Concepción M. Moreno Buenos Aires, 29 abr (EFE).- Cualquier movimiento migratorio arrastra incomprensiones, diferencias culturales y desarraigos; si existe barrera idiomática, los problemas se multiplican. Pero ¿qué ocurre cuando quienes emigran tienen unos físicos dignos de ser admirados, aunque sea con la frialdad y distancia de una escultura? Ese es, grosso modo, el motor de arranque de ‘El canon’, un cortometraje en el que el chileno Martín Seeger (Santiago de Chile, 1983) narra el drama de los inmigrantes haitianos que llegaron a su país a partir de 2010, cuando se registró el devastador terremoto que dejó decenas de miles de muertos y cuyas consecuencias aún vive hoy la nación caribeña. «En Chile nunca habíamos tenido población afrodescendiente; entonces, se generó una suerte de fascinación, en paralelo a una especie de discriminación. Veías en las construcciones a los obreros haitianos haciendo trabajos precarizados que no querían hacer los chilenos; pero, al mismo tiempo, con unos cuerpos y unos físicos impresionantes», explica Seeger a EFE en Buenos Aires, donde presentó su corto en el marco del Festival de Cine Independiente (Bafici). El realizador, cuya idea partió de un cuento del escritor venezolano Leoncio Martínez, que él adaptó a este drama en el seno de la sociedad chilena, agrega que se genera «una marginalidad extrema» por la barrera idiomática, lo que generó numerosos problemas de adaptación. El protagonista es Jean, un migrante haitiano en Chile, obrero ejemplar y modelo de belleza clásica en una escuela de arte. También es un cuerpo perfecto para la medicina, pues representa todos los valores clásicos de la academia. Pero en el anonimato y en el silencio impuesto por el desconocimiento del idioma es un canon de marginalidad. «El personaje no entiende el español para entender de qué está hablando la Academia respecto a su proporcionalidad estética, el arquetipo anatómico que representa», señala Seeger, quien elige una puesta en escena «distante y fría» para generar «una suerte de contraste entre la tragedia y cierto humor negro», que escape de «la emoción tradicional de la empatía» ante un caso así. De esta manera, «el corto trata de encontrar un tono intermedio entre la incomodidad y el drama» y evita, según su creador, «hacer un juicio sobre qué está bien y qué está mal». Con inspiración en el cineasta finlandés Aki Kaurismaki y el sueco Roy Andersson para esta narración, Seeger buscó un inmigrante haitiano para interpretar a su protagonista -que no habla en todo el filme- y lo encontró en Camilus Berdouay, quien atravesó situaciones similares a las reflejadas en pantalla. «Se identificó mucho con el corto. Aparte de ser guapo, gigante, musculoso, al mismo tiempo trabaja como obrero, tiene un montón de trabajo pesado. Él padecía esa admiración permanente del cuerpo y el olvido absoluto de su realidad», asevera el creador de ‘Piotr: Una mala traducción’, largometraje con el que se presentó en el Bafici 2010 y que se exhibió en el Festival de Málaga (España) 2011. De los 1,6 millones de extranjeros residentes en Chile, unos 190.000 son haitianos -cuarta comunidad más poblada, después de Venezuela, Perú y Colombia-. Pero «al no lograr encajar» en su cultura, afirma Seeger, muchos emprendieron la búsqueda de mejores condiciones en otros países. Por ello, más allá de que Europa sea una meta «que da exposición», aspira a que su corto siga a esos migrantes y haga «una ruta latinoamericana». Tras pasar por una edición del Bafici marcada por los recortes en la asignación cultural del Ejecutivo de Javier Milei, el cineasta chileno reconoce que la situación «es una tragedia» para el mundo del arte, porque «Argentina siempre fue un foco muy luminoso de políticas públicas que han permitido que se desarrolle no sólo la industria, sino también una exploración del lenguaje audiovisual de manera increíble y que ha tenido impacto en todo el mundo». Considera que esto «impacta a la región completa», ya que «para Chile es más difícil que aspire o que ponga como meta Argentina si ya no existe», expresa Seeger, quien confía en que el Gobierno de Gabriel Boric aumente la aportación del presupuesto nacional dedicado a la cultura en Chile. EFE cmm/vd/jam