Los campos británicos de Chipre, una etapa para los judíos entre el Holocausto e Israel
Tras haber sobrevivido al Holocausto, atravesado los Alpes en invierno y el Mediterráneo en un barco lleno a reventar, Rose Lipszyc todavía recuerda perfectamente los meses que pasó como prisionera en un campo británico en Chipre.
«Después de todo eso, estábamos detrás de las alambradas de nuevo», cuenta esta nonagenaria.
De agosto de 1946 a febrero de 1949, el Reino Unido, entonces potencia colonial en Chipre, confiscó 39 barcos que transportaban a más de 52.000 judíos que huían de Europa en la posguerra hacia Palestina, según Yad Vashem, el memorial del Holocausto en Israel.
Los pasajeros, la mayoría sobrevivientes de los campos de exterminio y de concentración nazis, fueron detenidos en una decena de campos diseminados por la isla mediterránea.
«Los ingleses no nos hacía pasar hambre ni nos mataban como los alemanes», dice Lipszyc. «Pero realmente era muy traumático: los mismos que habían venido a liberarnos hacía tan poco, nos encarcelaron de nuevo.»
La familia de Rose Lipszyc, oriunda de la ciudad de Lublin, en Polonia, forma parte de los seis millones de judíos exterminados por los nazis durante la II Guerra Mundial.
La joven adolescente logró escapar gracias a falsos papeles que le permitieron pasar inadvertida en la masa de trabajadores forzados en Alemania.
Al final de la guerra, caminó hasta Venecia, Italia, donde embarcó en un bote para Palestina, entonces bajo mandato británico.
«Éramos más de 300 en ese barco», recuerda. «Como sardinas».
Cuando se acercaban a las costas de Palestina –la «tierra prometida», según la tradición judía– aparecieron navíos de guerra británicos.
«Los soldados ingleses, cuyos pies hubiera besado porque me habían liberado de Alemania, entraron en nuestro barco con matracas», cuenta, la voz temblorosa 75 años después.
– Perpetuar el recuerdo –
Los británicos esperaban que los campos hacinados, aplastados por el calor de los veranos chipiotras, desanimaran a los candidatos al exilio y «quebraran la fuerza del ‘movimiento hebreo de resistencia’ en Palestina», se puede leer en Yad Vashem.
Para Arie Zeev Raskin, gran rabino de la comunidad judía en Chipre -de unas 5.000 personas- este periodo histórico debe ser «transmitido a la próxima generación», ya que permite comprender mejor el «puzzle» entre el Holocausto y la fundación de Israel en 1948.
Con este fin, un museo fundado por el rabino verá la luz en Larnaca, en el sur de la isla.
En torno al 80% de los prisioneros tenían entre 13 y 35 años, según Yad Vashem, que cuenta que 2.200 bebés nacieron en estos campos.
Entre ellos, Tally Barash, que actualmente tiene 73 años. «Era una época muy difícil», confiesa esta mujer que vive en Londres. En su opinión, «el museo ayudará a perpetuar el recuerdo» de los campos.
Entre los chipriotas, algunos, opuestos a la potencia colonial británica, habían hecho alianza con las milicias clandestinas judías. Prodromos Papavassiliou estaba horrorizado por los campos, después de haber combatido las fuerzas fascistas en África del Norte, con el régimen chipriota del Reino Unido, cuenta su hijo Christakis.
Durante años, ayudó a centenares de judíos a huir de los campos, escondiéndolos incluso en las cuevas de Ayia Napa, un balneario que atrae anualmente a centenares de miles de turistas.
La valentía de Papavassiliou fue inmortalizada en la película «Exodus» –el nombre del barco más célebre que transportó desde Francia a migrantes judíos a Palestina en 1947–, con las estrellas estadounidenses Paul Newman y Eva Marie Saint. En Haifa, Israel, hay una plaza que lleva el nombre del chipriota.
– Paralelismo –
Para Eliana Hadjisavvas, historiadora del Instituto de Investigaciones Históricas en Reino Unido, los campos británicos en Chipre forman un «paralelismo sorprendente» con la crisis migratoria actual.
«La Historia (…) nos recuerda que ante la persecución y el sufrimiento, la gente debe sufrir grandes sacrificios para encontrar un poco de seguridad», considera.
«Mientras los Estados siguen debatiéndose con la gestión política de la migración, las medidas draconianas y los centros de detención se han convertido cada vez más a menudo en un rasgo característico de las respuestas actuales», recuerda.
Chypre se ha declarado en «estado de emergencia» ante el flujo de migrantes, sobre todo sirios. El número de solicitantes de asilo representa el 4% de la población, frente al 1% en el resto de los Estados europeos, según el gobierno.
La mayoría viven en campos de carpas y barracones de toldos. «Asfixiantes en verano y gélidos en invierno», resume Raskin, hablando de otras barracas que fueron desmanteladas hace 75 años.