Rivalidad entre India y China en las alturas del Himalaya
Carreteras y puentes relucientes, instalaciones militares modernizadas y nuevas infraestructuras civiles jalonan el sinuoso camino hacia la localidad india de Zemithang, en la frontera con China, que la rebautizó como «Bangqin» para reafirmar las pretensiones de Pekín en el Himalaya.
Zemithang se encuentra en el estado indio de Arunachal Pradesh, en el extremo noreste del país. China considera casi toda esa región como el «Tíbet meridional» que, a sus ojos, está bajo su soberanía.
Cuando Pekín anunció el mes pasado que rebautizaba Zemithang y otros diez lugares de esa región, Nueva Delhi no se mordió la lengua.
El portavoz del Ministerio de Relacionez Exteriores, Arindam Bagchi, reafirmó que Arunachal Pradesh «es, fue y será siempre parte integrante e inalienable de India».
«Los intentos de atribución de nombres inventados no cambiarán en nada esta realidad», señaló.
Los dos gigantes asiáticos libraron una guerra en 1962 sobre «la línea de control efectivo» de 3.500 kilómetros que los separa, todavía disputada en la actualidad con enfrentamientos esporádicos y maniobras diplomáticas regulares.
De cultura esencialmente tibetana, Arunachal Pradesh es un territorio arduo para el combate, con puertos de montaña a 4.750 metros de altura, cubiertos de nieve hasta mayo, y espesos bosques en los valles.
Actualmente, las dos potencias nucleares están inmersas en importantes campañas de construcción para reforzar sus posiciones.
– Desarrollo en la frontera –
Zemithang y Tawang, principal localidad de este distrito que alberga el mayor y más antiguo monasterio budista tibetano después de Lhasa, fueron conquistados en 1962 por las tropas chinas, que infligieron una humillante derrota a las indias antes de retirarse.
El oficial del ejército indio encargado de impedir que esto vuelva a ocurrir es el general de brigada N.M. Bendigeri, al frente de miles de hombres apostados en Tawang.
En diciembre, cientos de sus hombres resultaron heridos en enfrentamientos con las fuerzas chinas.
Antes, en junio de 2020, escaramuzas entre ambos bandos dejaron 20 muertos indios y cuatro chinos en la frontera del Tíbet y la región india de Ladakh.
Para Bendigeri, los anuncios de Pekín «no cambiarán nada». Pero en realidad, las maniobras chinas modifican profundamente esta región antes olvidada y aislada.
Inquieto ante el desarrollo civil y militar de China en el otro lado de la frontera, el gobierno del primer ministro indio Narendra Modi inyectó miles de millones de dólares en ambiciosos proyectos para reforzar la presencia civil e instalar nuevos batallones paramilitares.
India desplegó en la zona misiles de crucero, cañones, helicópteros de transporte Chinook de concepción estadounidense y drones.
Al mismo tiempo, Nueva Delhi también forma parte junto a China y Rusia de la Organización de Cooperación de Shanghái, un organismo de seguridad que Nueva Delhi preside actualmente.
De hecho, el viernes acogió una reunión de ministros de Relaciones Exteriores en la zona turística de Goa (sur).
En paralelo, ante el creciente poderío de China bajo el impulso de Xi Jinping, India se unió también a la alianza «Quad» con Estados Unidos, Australia y Japón.
– «Pueblos fantasma» –
Poco después del anuncio de Pekín sobre Zeminthang, el influyente ministro de Interior indio, Amit Shah, lanzó un programa de 585 millones de dólares llamado «pueblos dinámicos» y destinado a los civiles que viven a lo largo de la frontera.
«India quiere la paz con todo el mundo. Pero nadie podrá avanzar ni una pulgada en el territorio de nuestro país», dijo Shah en Kibithoo, una de las primeras aldeas de Arunachal Pradesh invadidas por China en 1962.
Nueva Delhi se alarmó ante el esfuerzo empleado por su vecino para desarrollar las «xiaokang» (pueblos ricos en mandarín) a lo largo de la línea de control.
Bendigeri teme que se trate de «pueblos fantasma con doble uso» y que el Ejército Popular de Liberación los emplee en caso de conflicto, en una estrategia similar a la empleada por Pekín construyendo islas militares artificiales en el disputado mar de China Meridional.
La capacidad de reacción de India es limitada, con un presupuesto militar de algo más de un cuarto del que tiene China, según el Instituto Internacional de Investigación sobre la Paz de Estocolmo.
Nueva Delhi tampoco puede forzar a los civiles a quedarse en las zonas afectadas a pesar de los nuevos proyectos de infraestructura y carreteras.
El proyecto insignia es el del túnel del puerto de Sela, a 4.000 metros de altitud, que será el más largo del mundo, según el coronel Ravikant Tiwari, de la Organización de Rutas Fronterizas.
Permitirá «una conexión en todo tipo de condiciones meteorológicas» y «reforzará la infraestructura de defensa estratégica», dado que la ruta actual queda cortada regularmente cada invierno, explicó.