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Alto porcentaje de extranjeros en cárceles suizas

Ueli Hostettler y Christin Achermann, autores del estudio. swissinfo.ch

En las cárceles cerradas suizas, el porcentaje de extranjeros fluctúa entre 70% y 80% desde los años 90.

Sin embargo, no se puede hablar de ‘criminalidad extranjera’. Es necesario diferenciar quiénes son los que delinquen.

Investigadores de la Universidad de Berna han analizado las causas del alto porcentaje de extranjeros en los centros penitenciarios de Hindelbank y Thorberg, qué significa este hecho para el personal y los propios internos, y quiénes son los extranjeros implicados en actos criminales.

«Ese porcentaje aparece en el discurso de los medios siempre que hay problemas con los extranjeros. Y el tema se usa como argumento para cerrar aún más las fronteras, para evitar la entrada de extranjeros a Suiza», señala el doctor Ueli Hostettler, uno de los investigadores.

Pero hay que diferenciar, señala el antropólogo social. «La denominación ‘criminalidad extranjera’ no distingue qué extranjero delinque. Y porque los extranjeros que viven en Suiza con permisos de residencia B y C, en situación estable, tienen tasas de criminalidad iguales o inferiores a las de la población suiza, según datos de la Oficina Federal de Estadística».

La ‘criminalidad extranjera’ no concierne necesariamente a los extranjeros que viven en Suiza, sino especialmente a aquellos que vienen como turistas, que no necesitan visas o entran ilegalmente para delinquir. Ellos forman el grupo de extranjeros más grande en las dos cárceles suizas, aclara Christin Achermann, también antropóloga social.

La causa: la brecha Norte-Sur, Este-Oeste

Según Hostettler, el llamado ‘turismo criminal’ acompaña al flujo migratorio y también tiene que ver con la diferencia de riqueza y bienestar entre el Norte y el Sur, entre el Este y el Oeste. «Suiza, como país rico, es interesante y un buen mercado para el tráfico de droga».

Ese grupo es el referente para difamar a los demás extranjeros y como el tema es complicado, nadie, menos los populistas, se toma la molestia de aclararlo, critica. De ahí la necesidad de diferenciar y dar más luces sobre un tema inexplorado. «No se conocía lo que pasaba en general dentro de las cárceles suizas y específicamente con los extranjeros».

Aunque en otros países europeos se observa también una creciente tendencia de extranjeros encarcelados – atribuibles a la migración moderna y a la criminalidad internacional organizada – la situación en Suiza es particular. No hay otro país europeo, aparte de Andorra, que tenga un porcentaje tan alto de extranjeros en sus cárceles.

Unos van a prisiones cerradas, otros a abiertas

Diversos factores explican el alto porcentaje de extranjeros en las cárceles suizas, según Hostettler. Uno de ellos: como los extranjeros pueden ser devueltos a su país tras abandonar la cárcel, las autoridades cantonales suponen un ‘peligro de fuga’.

Por tanto, los sentenciados extranjeros purgan sus condenas, por regla general, en prisiones cerradas. Por el contrario, cada vez más suizos cumplen sus condenas en prisiones abiertas o con sanciones alternativas.

A esto se suma el sistema jurídico suizo, que inicia proceso judicial a todo suizo o extranjero que presume culpable. En cambio en Austria hay casos en que la policía detiene a un extranjero en su territorio y no lo enjuicia; lo expulsa. No podemos hacer más comparaciones porque lo que sabemos de otros países no es sistemático, apuntan los científicos sociales.

Actualmente muy pocos internos extranjeros en Hindelbank y Thorberg provienen de países vecinos de Suiza. En su mayoría son de América Latina (mujeres) y del sudeste de Europa (hombres). ¿Y qué efectos tiene la presencia de ellos en las cárceles?

«Hay problemas de comunicación, de entendimiento cultural, choques entre diferentes puntos de vista sobre la vida cotidiana. Además, la perspectiva después de salir de la cárcel cambia si el ex presidiario puede quedarse en Suiza o tiene que salir del país», resumen los investigadores.

Latinas: la mayoría no tiene una historia criminal

La mayoría de latinoamericanas está en prisión por delitos contra la ley general de estupefacientes. Unas querían resolver problemas financieros, otras vivir una aventura que las indujo a una acción ilegal, por lo que pueden considerarse víctima de las circunstancias, indica Achermann. Para ellas, lo peor es la separación de sus familias. Muchas dejaron a sus hijos con una vecina, pensaban pasar sólo unos días en Suiza.

Las latinas, continúa, trabajan diligentemente en la cárcel para enviar dinero a sus familias, que no es mucho pero basta para mantener la imagen de que trabajan en Suiza. A menudo se comunican con sus familias, pero ello cuesta y no reemplaza el contacto personal. La mayoría tiene en sus países a personas que dependen emocional o financieramente de ellas.

Abiertas ante otros grupos y solidarias entre ellas, las latinas hacen actividades juntas, lo que no quiere decir que no haya conflictos en este grupo. Pero en general no son violentas. La mayoría no tiene una carrera criminal, tampoco sufre adicción ni problemas psicológicos, factores que complican la vida en conjunto, prosigue.

A diferencia de otras internas, las latinas son un grupo numeroso, hablan su idioma, recrean situaciones que las vinculan con sus países, organizan fiestas. En general son alegres, lo que tal vez es un cliché que se interpreta como que no sufren. Creo que es más una estrategia para no caer en una depresión, opina Achermann.

Resocialización: más difícil con las extranjeras

Según Hostettler, hay dificultades entre el objetivo de resocialización de las penitenciarias suizas y las internas que deben abandonar el país después de purgar la pena. No se sabe aún cómo apoyar la reinserción de una persona que va a regresar a su país de origen.

El trabajo, la formación escolar, profesional y personal son prioritarios en el modelo suizo de reinserción. Pero estas actividades a menudo son impedidas por problemas de comunicación en el plano lingüístico.

Es importante trabajar en la comunicación lingüística e intercultural para lograr un mejor entendimiento, más si se trata de un conjunto tan heterogéneo, con privación de la libertad y en un espacio restringido, sostienen los estudiosos, quienes hablan español con fluidez.

No se espera que a corto plazo disminuya el porcentaje de extranjeros en las cárceles suizas. Por ello, los investigadores recomiendan desarrollar instrumentos para enfrentar los problemas de comunicación y de convivencia cotidiana. Y preparar a todos los internos, sin excepción, para la vida después de la prisión.

swissinfo, Rosa Amelia Fierro

En Suiza hay 9 prisiones cerradas, 10 semiabiertas, además de varias cárceles regionales y prisiones preventivas.

Según la Oficina Federal de Estadística, en 2005 la población carcelaria en Suiza sobrepasó por primera vez el límite de 6.000 presidiarios, un 15% más respecto a 2004.

Las mujeres representan el 5% de la población carcelaria.

En total, las prisiones suizas disponen de más de 6.540 plazas.

Del total de 122 prisiones suizas, 40 estaban totalmente llenas y 9 repletas.

La de Champ-Dollon en Ginebra tiene la más alta población carcelaria: 162% o 438 internos para 270 plazas.

El sistema penitenciario suizo tiene regímenes que van desde la prisión preventiva – pasando por la prisión abierta y semiabierta – hasta la más cerrada o de alta seguridad.

El estudio del Instituto de Antropología Social de la Universidad de Berna fue realizado entre el 2003 y el 2005, en el marco del Programa Nacional de Investigación NPF 51 ‘Integración y exclusión’ del Fondo Nacional Suizo.

Fue dirigido por el profesor Hans-Rudolf Wicker. El equipo de investigadores estuvo formado por los antropólogos sociales Heli Hostettler y Christin Achermann, así como el jurista Jonas Weber.

Achermann es hoy investigadora en el Foro Suizo para los Estudios de Migración y Población en Neuchâtel, y Hostettler, docente del Departamento de Trabajo Social y Política Social de la Universidad de Friburgo.

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