El explorador español que surca vientos antárticos en un trineo a vela
Sebastián Silva
Santiago de Chile, 22 abr (EFE).- El estudioso navarro de los vientos Ignacio Oficialdegui ocupa un lugar privilegiado en la selecta familia de exploradores contemporáneos: ha cruzado tres veces la Antártida y ha alcanzado otras dos el Polo Sur Geográfico, experiencias cuyo relato ha compartido con Efe mientras planea regresar al continente blanco.
Biólogo y dedicado profesionalmente a proyectos de energía eólica, Oficialdegui destina noches y fin de semanas enteros al diseño de arriesgadas rutas polares sobre un trineo a vela construido junto a su equipo, idea que le ha permitido acceder a lugares donde no existe posibilidad para la vida.
En conversación con Efe, cuenta cómo planifica sus viajes y cuáles son las dificultades logísticas que ha encarado en una carrera que lo ha situado recientemente como uno de los 50 exploradores más influyentes del mundo, según el Explorers Club de Nueva York.
P: En este mundo globalizado pareciera que la exploración de sitios desconocidos o en principio inaccesibles fueran cosas del pasado, ¿cuáles son las principales similitudes y diferencias entre lo que hace hoy y las expediciones de épocas anteriores?
R: La mayor diferencia son las comunicaciones. Antes, si se complicaba cualquier cosa, no eran capaces de ponerse en contacto con nadie, no había ninguna posibilidad. Nosotros al menos tenemos comunicación, si alguien puede hacer algo para ayudarte, lo hará. En otras épocas debían valerse por sí mismos para todo y si se quedaban tirados en una isla o salían o nadie iba a buscarles. Ahora, que no haya complicación tecnológica permite acceder a zonas muy remotas y ser autosuficiente.
P: ¿Cuántas personas componen el equipo de viajes a la Antártica y cómo se abren camino en el continente?
R: Las expediciones más extremas que hemos hecho han sido de tres y cuatro personas, el número ideal para navegar con el trineo, que va sobre hielo y está hecho de maderas y cuerdas propulsado por una vela al aire. Tiene cierto sabor a expediciones clásicas.
P: ¿Cuánto les toma preparar unos de estos viajes?
R: Pueden pasar casi tres años. Durante el primero, cuando ya has empezado el diseño y crees que es viable, empiezas a buscar apoyos en el segundo año. Luego ya es a saco de preparación, construir, conseguir materiales, armar el trineo, alistar el contenido científico para tomar muestras y hacer trabajos para organizaciones, ver qué quieren, qué equipos necesitamos, generación eléctrica… Es una locura.
P: ¿Cómo surgen las ideas de travesía?
R: Nos proponemos posibles retos, cosas que queremos solucionar. En nuestro caso, la logística de los viajes científicos en la Antártida y en los sitios más remotos. Creíamos que la solución iba a estar en el viento, todo esto de una manera sostenible. Entrar allá no lo hace casi nadie porque es muy caro y complicado, el ser humano acaba solucionando esto con vehículos oruga, miles de litros de combustible, aviones de transporte. Quisimos dar una solución simple, barata y que no deje huella. Empezamos a preparar los modelos de viento, la teoría de cómo se comportaría y ver sobre los mapas si creemos que es viable la ruta que queremos crear.
LA INFLUENCIA INUIT
P: ¿Por qué pensaron en un trineo?
R: El pionero en este asunto se llama Ramón Larramendi y estuvo conviviendo varios años con la cultura inuit, en el Ártico. Allí vio cómo se movían y vivían. Esta gente se las apaña toda la vida en un medio hostil y con medios muy simples. Sus trineos son para dos o tres personas, de madera y tirados por perros. Cuando se rompe entablillan las maderas, pero al final es eso, cuerdas y madera que se puede arreglar y sigue funcionando.
P: ¿Cómo de grande es el territorio que recorren con estos vehículos?
R: Son áreas gigantes. Te hablo de territorio desconocido, con una superficie 30 veces la de España, unos 15 millones de kilómetros cuadrados.
P: ¿Se ha intentado antes este método?
R: A principios del siglo XX, pero se equivocaron en el concepto. Nosotros solucionamos esto con este tipo de trineo donde el combustible y la tracción son el viento. En esa época pensaban en los mástiles, no lanzar la vela al aire, que era muy difícil de sujetar, y coger suficiente viento para tirar de todo el peso.
P: ¿Están planificando otra expedición a corto plazo?
R: Para 2023, después de estos años donde suspendimos todo por pandemia. Si todo va bien volveremos a la Antártida y esperamos que sea con el apoyo del Comité Polar Español, siendo una base científica oficial, móvil e internacional, llevando un trabajo científico con organizaciones y universidades, haciendo un recorrido seguramente muy ambicioso. EFE
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