António Costa, el arquitecto del diálogo que asume el liderazgo del Consejo Europeo
Lisboa, 29 nov (EFE).- El portugués António Costa tomó posesión este viernes como presidente del Consejo Europeo, un cargo que pondrá a prueba sus dotes como negociador dentro y fuera del bloque en un momento marcado por las guerras en Ucrania y Oriente Medio y la llegada de Donald Trump a la presidencia de EE.UU.
Este reto no le es completamente nuevo, ya que Costa (Lisboa, 1961) tiene a sus espaldas una larga carrera política en la que ha demostró sus habilidades como intermediario y constructor de acuerdos y en la que supo fraguar una buena relación con líderes europeos de todo el espectro político.
Su conocida aspiración de lograr un cargo en la UE se vuelve realidad esta semana y se suma a una amplia trayectoria en la que fue desde alcalde hasta primer ministro, con un breve periplo en el Parlamento Europeo como vicepresidente.
No le han penalizado en su carrera europea las sospechas judiciales que lo llevaron a dimitir como jefe del Gobierno luso hace más de un año, tras estar en el cargo desde 2015, a raíz de una investigación de la Fiscalía lusa por supuestas irregularidades en negocios del litio, el hidrógeno verde y un centro de datos.
El Ministerio Público no presentó pruebas contra él, ni le imputó ni ofreció más explicaciones, lo que desinfló el caso ante la opinión pública y, aparentemente, ante los líderes europeos.
Ha pesado más el camino que fue construyendo a lo largo de casi una década como uno de los líderes de los Veintisiete en el Consejo Europeo, donde supo cultivar buenas relaciones en todo el continente, que le serán útiles a la hora de encarar futuras negociaciones.
No solo se lleva bien con socialistas como el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, sino que también tiene sintonía con líderes de otros espectros políticos como el presidente francés, Emmanuel Macron, o la propia Ursula Von der Leyen, que seguirá al frente de la Comisión Europea.
Sus buenas relaciones llegan hasta el hueso más duro de roer del actual Consejo, el húngaro Viktor Orbán: Incluso en verano de 2023, el portugués voló a Budapest y se sentó junto a Orbán para ver la final de la Liga Europa, un acto que no constaba en su agenda oficial y que levantó críticas en su país.
Desde su asiento en el Consejo Europeo, Costa asumió una postura de mediador pragmático y defensor de soluciones de consenso, pero también demostró que no le tiembla la mano cuando hace falta firmeza.
En marzo de 2020, cuando la UE luchaba contra la crisis de la pandemia, criticó la «mezquindad» de un ministro neerlandés que sugirió que se investigara a países como España por no tener capacidad presupuestaria para hacer frente al virus, una respuesta que levantó los elogios entre varios socios europeos.
Otra de sus cartas de presentación ante el bloque fue la Presidencia portuguesa del Consejo de la UE del primer semestre de 2021, deslucida porque durante los primeros tres meses su propio país estuvo confinado por la pandemia, pero que aprovechó para enfatizar el Pilar de Derechos Sociales y proyectarse como puente para las buenas relaciones de Europa con África, Asia y Latinoamérica.
Aunque al frente del Consejo tendrá un papel de búsqueda de consensos más que de imponer sus opiniones, en los últimos años Costa dejó claro a los líderes europeos sus posiciones sobre el futuro de la Unión.
Insistió en la reforma institucional y presupuestaria de la UE -la comparó con un «centro comercial» que cada Estado miembro pueda utilizar según sus voluntades y necesidades- y propuso una especie de plan de recuperación y resiliencia permanente para compensar la pérdida de fondos de cohesión de algunos países tras la futura ampliación.
Su postura respecto a esa ampliación fue uno de los factores que más han pesado en su contra para su elección, cuando la opinión cada vez más mayoritaria en la UE es una apuesta firme por la adhesión de Ucrania.
Costa defendió en su momento que atribuirle el estatuto de candidato no resolvería sus problemas urgentes e insistió en que la UE no puede crear «falsas expectativas» a Ucrania, lo que le valió críticas por «ambiguo».
También se manifestó en defensa de la solidaridad entre Estados ante la crisis migratoria, otro de los temas que marcarán la próxima legislatura europea y que puede chocar con las posturas de los líderes más a la derecha.
Su carácter calmado y su habilidad negociadora serán necesarios durante la futura presidencia estadounidense de Donald Trump para defender los intereses de la Unión tanto en materia comercial como de defensa.
Costa se suma a la lista de portugueses que ya han ocupado otros cargos en la UE, con mayor o menor acierto, como José Manuel Durão Barroso, que presidió la Comisión entre 2004 y 2014, y Mário Centeno, que lideró el Eurogrupo entre 2018 y 2020, en lo que se entendió como un premio a la trayectoria financiera que siguió Portugal bajo el Gobierno de Costa.
Precisamente, el socialista pudo formar ese Ejecutivo gracias a sus dotes de negociador, al alcanzar un pacto inédito entre la izquierda lusa para apear a los conservadores del poder. Ahora le toca promover esos consensos a nivel europeo. EFE
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