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Ante orden de desplegar tropas, sindicato de camioneros pide fin de bloqueos en Brasil

Vista aérea de un bloqueo de ruta en la BR-262, en Juatuba, Minas Gerais, en el quinto día de la huelga de camioneros en Brasil afp_tickers

El principal sindicato al frente de la huelga de camioneros que colapsó a Brasil pidió a sus adherentes levantar los bloqueos de carreteras que iniciaron hace cinco días, después de que el gobierno subiera el tono y ordenara la movilización de tropas para poner fin al movimiento.

El presidente Michel Temer ordenó este viernes a la policía y al ejército actuar contra los camioneros que ignoraron un acuerdo firmado en la víspera para suspender los bloqueos, que están causando desabastecimiento de alimentos y combustible en la primera economía de América Latina.

«Muchos camioneros están haciendo su parte, pero desafortunadamente una minoría radical ha bloqueado carreteras impidiendo que muchos camioneros lleven adelante su deseo de atender a la población», dijo Temer en una breve alocución desde el Palacio de Planalto en Brasilia.

El Ejército, la Marina y la Aeronáutica desplegarán una acción «rápida, integrada y enérgica» y buscará ante todo liberar la circulación en áreas «críticas» como refinerías, puertos y aeropuertos, precisó posteriormente el ministro de Defensa, general Joaquim Silva e Luna.

Ante la amenaza gubernamental, uno de los principales sindicatos que había rechazado el acuerdo con el gobierno, la Asociación Brasileña de Camioneros (Abcam), pidió levantar los bloqueos «por razones de seguridad», aunque sin cesar las protestas.

«Ya le hemos demostrado nuestra fuerza al gobierno, que nos trató de minoría. Conseguimos parar 25 estados brasileños con más de 504 bloqueos», afirmó en un comunicado esa entidad, que reivindica la adhesión de 700.000 camioneros autónomos.

El ministro de Seguridad Pública, Raúl Jungmann, aseguró en una rueda de prensa posterior que ya habían cesado un 45% de los bloqueos, pero reconoció que aún restaban más de 500 a lo largo del país, los mismos que reivindica la Abcam.

A la espera de ver si los camioneros acatan el pedido del sindicato, efectivos de la Marina se desplegaron en el puerto de Santos, la Fuerza Aérea estaba en contacto con la decena de aeropuertos que se quedaron sin gasolina y el gobierno aseguró que autorizaría «en caso de ser necesario» la requisa de camiones por parte de las Fuerzas Armadas.

El apoyo de las Fuerzas Armadas está autorizado, en principio, hasta el 4 de junio, informó el gobierno.

Jungmann dijo, además, que una veintena de empresarios estaban siendo investigados por delitos relacionados con las protestas.

– País paralizado –

A menos de cinco meses de las elecciones presidenciales, la crisis de los camioneros se desencadenó por una rebelión de esos transportistas contra las sucesivas alzas del diésel.

Esas alzas se enmarcan en la política de Petrobras desde fines de 2016 de alinear los precios del combustible con los del mercado internacional, como estrategia para recomponer sus finanzas y su imagen después de haberse visto involucrada en el mayor escándalo de corrupción de Brasil.

El acuerdo alcanzado el jueves preveía suspender por 15 días el movimiento, en contrapartida de suprimir un gravamen sobre el diésel y a crear un sistema de subvenciones para prolongar la reducción de 10% del precio del diésel a la salida de las refinerías anunciada por Petrobras, inicialmente limitado a quince días.

«Hoy en día, por un flete de 1.000 reales para ir a Sao Paulo, uno gasta 400 reales en diésel y 400 de peajes. Con los 200 que le quedan ¿cómo va a comer? ¿Qué le va a quedar para su familia?», dijo a la AFP Luciano Constant, un camionero autónomo de 43 años que participaba en un bloqueo en las afueras de Rio.

En cinco días, este inmenso país carente de una red ferroviaria importante y que transporta más del 60% de sus cargas por carreteras, quedó al borde del colapso.

El bloqueo obligó a cancelar vuelos en el aeropuerto de Brasilia, paralizó la totalidad de las cadenas de montaje de automóviles, redujo la actividad de grandes frigoríficos y provocó una disparada de precios de los carburantes y los alimentos.

La ciudad de Sao Paulo, capital económica y financiera del país, decretó el estado de emergencia, una medida que le permitirá entre otras cosas requisar o aprehender bienes privados, como el combustible almacenado en una gasolinera.

La crisis cuestiona la capacidad de articulación política del impopular gobierno de Temer hasta el traspaso de poder en enero próximo.

– De nuevo el ejército –

Temer ya recurrió en varias ocasiones al ejército para enfrentar algunas de las crisis que marcaron sus dos años de mandato.

El presidente conservador, que asumió el poder en 2016 tras la destitución de la presidenta de izquierda Dilma Rousseff, decretó en febrero la intervención militar del área de seguridad de Rio de Janeiro, donde la policía se ha visto desbordada por la oleada de violencia.

«La propuesta del gobierno de convocar a las Fuerzas armadas como instrumento de represión es querer apagar el fuego con gasolina: va a instigar el conflicto y dificultar una solución equilibrada», afirmaron las principales centrales sindicales del país, que se ofrecieron a mediar para encontrar una solución.

Amnistía Internacional tachó de «inadmisible» el despliegue de tropas, asegurando que ese no es su papel y que la libertad de manifestación es un derecho humano.

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