Boris Johnson reitera su oposición a referéndum sobre independencia de Escocia
El primer ministro británico Boris Johnson reiteró el domingo su oposición a la celebración de un nuevo referéndum sobre la independencia de Escocia, deseado por la jefa de gobierno escocés, que anhela que Escocia, una vez independiente, retorne a la Unión europea.
«Desde mi experiencia, los referendos en este país no son eventos particularmente felices», declaró Boris Johnson a la BBC, aludiendo a las profundas divisiones causadas por el referéndum del Brexit en 2016, en el que casi un 52% votó por salir de la Unión europea.
En 1975, se consultó a los británicos sobre la permanencia de su país en la CEE. Cuarenta y un años de distancia, hasta 2016, parecen «un buen intervalo», estimó Boris Johnson. Para el dirigente conservador, los réferendums deberían estar autorizados «sólo una vez por generación».
Nicola Sturgeon, primera ministra escocesa, dijo el sábado que esperaba que Escocia lograra la independencia y pudiera «regresar» a la Unión Europea, y enfatizó que el Brexit se hizo contra la voluntad de los escoceses.
Los británicos en su conjunto votaron un 51,9% a favor del Brexit en 2016, mientras que un 62% de los escoceses se opusieron a abandonar la Unión Europea.
Sturgeon reiteró su determinación a celebrar otro referéndum sobre la independencia de Escocia, tras el que perdió su bando en 2014, cuando el 55% de los escoceses dijo «no» a la independencia.
«No queríamos irnos y esperamos regresar pronto como socio de pleno derecho», declaró Sturgeon en el sitio de internet de su partido independentista, el SNP.
Según la última encuesta realizada por el instituto Savanta para el periódico Scotsman a mediados de diciembre, el 58% de los escoceses apoya ahora una ruptura con el Reino Unido, un resultado sin precedentes.
Pero la decisión de celebrar dicho referéndum recae en Boris Johnson, Primer ministro británico, quien se niega a ello. Sin embargo, una amplia victoria del SNP durante las elecciones locales de mayo próximo aumentaría la presión sobre Londres para aceptar una nueva consulta.