Apple recupera el tiempo perdido
Los consumidores fueron bombardeados el año pasado con el lanzamiento de relojes inteligentes de diversas empresas tecnológicas mundiales. El pujante -y frecuentemente publicitado- mercado de la indumentaria electrónica (wearables, en inglés) está lleno de nuevos jugadores y se espera que siga en expansión.
Pero el reloj inteligente que se espera con más ansiedad podría ser dado a conocer esta semana. Apple podría desvelar este martes su reloj inteligente durante un lanzamiento que tiene previsto cerca de sus oficinas californianas.
Los principales actores de la industria lo llaman el iWatch, aunque podría ser presentado con otro nombre. En todo caso se trata de un dispositivo que ha despertado especulación no solo entre las compañías tecnológicas rivales, sino también en la industria relojera suiza, y existen buenas razones para ello.
El sector tecnológico ha realizado grandes inversiones en este tipo de productos. Analistas de Depler Cheuvreux estiman que solo durante el año 2013, la industria de la relojería inteligente invirtió 3.000 millones de dólares en investigación y desarrollo.
Y en esta carrera sin pausa para llevar la comunicación móvil a las muñecas de la gente, Apple ha decidido contratar a personas claves de la industria, algunas provenientes de las marcas suizas que pertenecen al grupo LVMH, el gigante francés de los artículos de lujo.
En julio pasado, por ejemplo, Apple contrató a Patrick Pruniaux, quien fungía como vicepresidente de Ventas en TAG Heuer.
Y la prensa ha dejado entrever que esta tecnología ponible podría convertirse para el sector relojero suizo en un problema similar al que vivió durante la llamada ‘crisis del cuarzo’ en la década de 1970, cuando la importación masiva de relojes japoneses de bajo costo puso en riesgo de colapso a la industria relojera mecánica.
Sin embargo, tanto las marcas de relojes tradicionales como algunos analistas estiman que se están exagerando los riesgos y que la situación actual podría incluso traer nuevas oportunidades para los relojeros tradicionales.
“Las implicaciones que tendrá para nosotros el repunte de los accesorios electrónicos ponibles es clara”, asegura Jean-Claude Biver, presidente de la división de Relojes y Joyería de LVMH. “Hay que adaptarse a este nuevo modelo de negocios y no subestimar la tecnología”.
“Pero no debe perderse de vista tampoco que no es la primera revolución que vive la industria relojera y, seguramente, tampoco será la última”, añade.
Por su parte, los fabricantes suizos de relojes tienen sus propias razones para sentirse confiados, dice Jon Cox, jefe del área suiza de renta variable de Kepler Cheuvreux.
“La industria se ha modernizado durante las últimas décadas y hoy tiene un manejo mucho mejor de la distribución y del control de calidad”, dice.
En opinión de Cox, las marcas de lujo más significativas, como Rolex, Cartier y Patek Philippe, enfrentarán desafíos mínimos, ya que los relojes inteligentes cuestan mucho menos que sus exclusivos productos. Por lo tanto, los primeros interesan sobre todo a clientes que cuentan con un presupuesto mucho menor.
«Fundamentalmente, el área de intersección entre los precios de los relojes inteligentes y los de los artículos de lujo es limitada”, añade.
Cox estima que alrededor del 66% de las exportaciones de relojes suizos está constituido por piezas cuyo valor unitario supera los 20.000 dólares. Mientras los accesorios tecnológicos diseñados para lucir en la muñeca cuestan entre 150 y 500 dólares, esto es, una media de 266 dólares.
Aldo Magada, director ejecutivo de Zenith, una de las marcas de LVMH, coincide con esta percepción.
“No estamos compitiendo por el mismo mercado. Los consumidores de tecnología ponible buscan un reloj inteligente porque les ofrece información específica y funciones digitales; el consumidor de relojes clásicos de lujo busca desempeño técnico, piezas hechas a mano y diseño”, afirma.
Y de acuerdo con las previsiones del mercado, las cosas no cambiarán en breve. El precio de los relojes inteligentes seguirá siendo bajo, porque la tecnología se vuelve obsoleta con una gran rapidez.
Stephane Linder, director general de Tag Heuer, predice que los precios de los relojes inteligentes mantendrán una correlación constante con su obsolescencia tecnológica. «Mientras sigan quedando rebasados tan rápido, los precios serán bajos”, dice.
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En contrapartida, la industria relojera suiza tradicional tiene la gran ventaja de la experiencia que cuenta en materia de diseño, duración de los relojes y vida de la batería, según Luca Solca, analista de la industria del lujo para Exane BNP Paribas.
Solca enfatiza el retroceso que viven muchos accesorios electrónicos ponibles. “Los dispositivos de pulso que miden el desempeño deportivo se utilizan entre tres y seis meses en promedio antes de terminar guardados en un cajón. ¿Por qué los grandes jugadores suizos querrían entrar en este tipo de mercado?”.
No obstante, si hay una compañía helvética que está en riesgo ante el previsible lanzamiento de Apple es el exitoso Grupo Swatch, el principal vendedor de relojes del mundo y la empresa que concentra el 70% de las exportaciones de relojes helvéticos. Muchos de los modelos de Swatch y Tissot se comercializan con los precios más bajos que registra el sector.
En el pasado reciente, la compañía subestimó el riesgo implícito en los relojes inteligentes afirmando que no tenía intención de trabajar con grupos tecnológicos.
Nick Hayek, director ejecutivo de Swatch, expresó al ‘Financial Times’ en marzo: “Hemos conversado –no por iniciativa nuestra– con prácticamente todos los jugadores de la industria de la tecnología ponible y aún no hallamos una buena razón para comprometernos en una asociación”.
Pero el Grupo Swatch enfrenta vientos en contra. Sus acciones han caído un 12% este año y, en julio pasado, la empresa anunció una caída en sus utilidades correspondientes al primer semestre de 2014. Se trata del primer descalabro de la firma en cinco años. Asimismo, Swatch anunció una perspectiva incierta con respecto a Hong Kong, el principal mercado para las exportaciones relojeras suizas.
Quizás por ello, el grupo anunció la semana pasada que empezaría a incluir algunas funciones deportivas en su línea de relojes digitales Touch, un giro que estaría buscando desestabilizar a las compañías tecnológicas que tienen el mercado de los accesorios dedicados a medir el rendimiento deportivo de los usuarios.
Hayek parece cambiar de opinión de forma repentina.
“Todo lo que haga que millones de personas estén dispuestas a ponerse algo en la muñeca multiplicará las oportunidades de vender más relojes y joyas”, afirmó.
“¿Y por qué no llevar más objetos interactivos en el pulso?”, añadió al aclarar que su grupo no se siente amenazado. “Swatch está bien preparado”.
Múltiples observadores de la industria consideran que serán inminentes las asociaciones entre grupos tecnológicos y fabricantes de relojes tradicionales.
Un posible camino de interacción sería la introducción de relojes suizos compatibles con el uso de cualquier ‘software’ libre, lo que evitaría que estén confinados a utilizar programas que serán obsoletos en poco tiempo.
Asimismo, marcas como Swatch podrían convertirse en proveedoras de la industria de los relojes inteligentes, a las que aportarían sus conocimientos en materia de microprocesadores, LCD flexibles y tecnologías táctiles.
Para Cox de Kepler Cheuvreux, “los titanes de Silicon Valley podrían ganar más cooperando con las casas suizas que enfrentándose a ellas”.
“En términos de distribución al por menor, asociarse con las grandes y poderosas casas suizas podría aportar (a los fabricantes de relojes inteligentes) un sello de calidad y confianza para los consumidores”.
Por el momento, y con niveles récord en la exportación de relojes suizos y una industria que –según BNP Paribas– crece a tasas de entre el 7 y el 8% anual–, los grupos que figuran en la cima de la relojería fina están tranquilos, al menos en apariencia.
“Y es que a menos que exista una importante crisis socioeconómica global, esta industria posiblemente disfrutará de otro año histórico”, sostiene Biver.
Copyright The Financial Times Limited 2014
Traducción del inglés: Andrea Ornelas
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