La sostenibilidad, clave de los jóvenes diseñadores suizos
¿Qué impacto tienen los jóvenes diseñadores suizos en el mercado internacional y qué es lo más importante para su carrera? swissinfo.ch se reunió con estudiantes y diseñadores establecidos en un evento en Copenhague, con el objetivo de mostrar la manera en que las creaciones suizas encajan en un paisaje moderno y sostenible.
Christian Paul Kaegi, de pie en una gran sala de la Embajada de Suiza en la capital danesa, explica el producto que ha diseñado: una mochila sostenible. Participa en el evento anual 3 días de diseñoEnlace externo que incluye charlas y talleres en toda la ciudad el último fin de semana de mayo. Para Kaegi es una oportunidad para establecer contactos y hacerse conocer a escala internacional, para los organizadores del programa suizo, es importante para promover el diseño suizo fuera de las fronteras del país.
Hace una década, el diseñador industrial y sus colegas de la empresa Qwstion empezaron la búsqueda de alternativas a los materiales sintéticos a base de petróleo para fabricar sus bolsas. Crear un negocio propio después de la universidad fue un “gran paso”, señala, “pero fue algo natural, ya que [el otro socio fundador] Fabrice Aeberhard y yo estábamos totalmente comprometidos. Sabíamos que necesitábamos encargos para empezar nuestra empresa, así que ya teníamos un proyecto cuando lo fundamos”. Uno de los principales aspectos que querían abordar en su trabajo era: “¿Cómo podemos contribuir a un planeta mejor utilizando nuestras habilidades y experiencia?”
Seis años después, Kaegi cree que encontraron la respuesta con la creación de una tela denominada bananatex. Se trata de un textil natural hecho puramente de las fibras de la planta del banano abacá o cáñamo de Manila, que crece en las tierras altas de Filipinas. Kaegi explica que les llevó cuatro años de investigación y pruebas hasta que la tela estuvo lista para la producción. Abacá produce fibras largas, fuertes, flotantes y ligeras. El reto para la empresa de diseño era mantener la producción lo más sostenible posible para que la idea se hiciera realidad.
Dos enfoques diferentes de sostenibilidad
Abacá crece dentro de un ecosistema natural – una mezcla de agricultura y silvicultura sostenible. Según Kaegi, el rápido crecimiento de la planta significa que sus existencias se pueden reponer rápidamente.
Las fibras se extraen localmente en Filipinas, luego el hilo se produce en el centro de Taiwán. Más tarde, se teje en un telar hecho en Suiza. La producción de un metro de tela de alta densidad toma tres horas. Se añade una cera totalmente natural para impermeabilizar. El último puerto en la línea de producción es China, donde los patrones son cortados con máquinas específicamente elegidas para minimizar el desperdicio y priorizar la eficiencia.
Mientras que algunos diseñadores mantienen baja su huella de carbono con el empleo de materiales y productos locales, pero con mayores gastos, la empresa de Kaegi hace lo contrario, compra materias primas y medios de producción a nivel internacional. El diseñador precisa que a lo largo de los años han establecido una buena relación de trabajo con empresas extranjeras que trabajan en la línea de producción, empleando colectivamente a 250 personas de acuerdo con las normas de comercio justo.
¿Trabajar de esta manera erosiona el lenguaje de diseño de un país? “Creo que la forma de pensar es, en última instancia, lo que marca la diferencia, y esto influye en la estética. Es algo que evoluciona a medida que los países lo hacen”, dice Kaegi.
Diseño, buen hacer y un poco de ingeniería van de la mano en los diseños de Raphaël Lutz para vajillas de alta calidad. El diseñador suizo se graduó en la Escuela Cantonal de Arte de Lausana (ECAL) en 2012, y abrió su propio estudio. Lutz no se limita a diseñar objetos, sino que utiliza los conocimientos adquiridos de niño en el restaurante de sus padres para crear “experiencias culinarias”. Dirige El LAB, un espacio para experimentos colaborativos y multidisciplinarios, y trata de conectar tecnología y diseño de alimentos para mejorar el uso de la vajilla.
La sostenibilidad es un tema importante para estos jóvenes diseñadores y para Lutz significa trabajar en estrecha colaboración con artesanos y artesanas de Suiza, utilizando materiales locales.
Tener al fabricante cerca, dice, permite beneficiarse de sus conocimientos especializados y ayuda en la comunicación durante el proceso de fabricación. Pero no reduce los costos de producción. Lutz afirma que paga hasta tres veces más por la producción total que si fabricara sus diseños fuera de Suiza. Para compensar, busca patrocinadores para algunos eventos, pero piensa que los costos más altos son simplemente parte de la cultura Swiss Made, donde la calidad y la longevidad son importantes.
La perspectiva de la próxima generación
Armin Zimmermann y Tomaz Scheliga son estudiantes suizos de la Escuela de Ciencias Aplicadas de Berna (BFH). Zimmermann estudia diseño arquitectónico y Scheliga, ingeniería en madera. Se unieron a un equipo de 10 personas para participar en un proyecto interdisciplinario durante el evento de Copenhague. Su reto es diseñar objetos funcionales y construirlos in situ en solamente dos días. Su contribución, Big Plus, tiene las mismas dimensiones que la cruz suiza.
La identidad suiza ocupa un lugar destacado en la mente de estos jóvenes diseñadores, pero ¿qué papel desempeña la sostenibilidad? Como parte del proyecto, a ambos les intrigaba observar cómo dos diferentes disciplinas podían producir diseños inteligentes y rápidos. El curso se centra en la innovación cultural, comercial y socialmente relevante. Los estudiantes explican que la sostenibilidad es una parte importante de lo que aprenden en la universidad.
Para Armin Zimmermann, la sostenibilidad significa “mantener las cosas en un nivel local”, aunque cree que eso no debería significar privar a la gente de puestos de trabajo en países en los que desde hace mucho tiempo se producen artículos para países ricos. Tomaz Scheliga piensa que lo local no es lo que “solíamos pensar” – el enfoque está cambiando para mirar la relación entre los países vecinos, que interactúan entre sí en una diferente escala local.
En el evento de Copenhague, sostenibilidad es más que una palabra de moda para los diseñadores suizos. El reto para las personas que producen los objetos que caracterizan nuestra vida cotidiana es cómo equilibrar los costos y la producción a amplia escala, manteniendo al mismo tiempo el impacto medioambiental lo más bajo posible.
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