«El Estado altruista no existe»
Laurent Goetschel es el promotor de la paz más activo de Suiza. Pero ¿cuál es el futuro de esta política de concordia si el espacio para los Estados y organizaciones neutrales se reduce cada vez más?
La guerra parece lejana en esta mañana de otoño en Basilea. En los puestos del mercado se venden girasoles, las torres de la empresa Roche destacan en el cielo, el parque de atracciones de la feria se instala junto al nuevo teatro. Nos encontramos con Laurent Goetschel en un antiguo cuartel de la ciudad.
Donde antes dormían soldados, hoy se habla de paz. La fundación suiza por la paz Swisspeace se trasladó a Basilea en 2019, después de que la ciudad-cantón decidiera apoyar la institución con 400 000 francos anuales. Hoy en día se considera la mayor organización no gubernamental de promoción civil de la paz en Suiza.
Goetschel se sienta en una mesa redonda con vistas al patio del antiguo cuartel. El edificio ha sido renovado recientemente: frente a la sala de reuniones hay una oficina abierta donde trabajan algunos de los 80 empleados de la fundación. Este hombre de 57 años ha dirigido swisspeace durante más de 20 años y es también profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Basilea.
Goetschel no se considera un pacifista. Únicamente pretende contribuir a desactivar los conflictos con investigaciones y proyectos concretos. No tiene miedo de colaborar con militares, lo deja claro desde el principio de la entrevista.
swissinfo.ch: Señor Goetschel, ¿qué puede hacer swisspeace en Ucrania?
Laurent Goetschel: Enseñamos a los ucranianos cómo documentar los presuntos crímenes de guerra para que esta información pueda ser utilizada algún día en un tribunal penal. La demanda [de estas formaciones] es muy alta.
Esta guerra nos muestra que las consideraciones estratégico-militares son importantes para la promoción civil de la paz. Tomemos, por ejemplo, el tema de las armas nucleares: siempre se dice que la disuasión se utiliza para evitar las guerras. Ahora, en cambio, vemos que también sirve para provocar conflictos. Sin la amenaza atómica rusa, la guerra en Ucrania no hubiera sido posible. En este momento, intentamos ver si el desarme nuclear y la promoción de la paz pueden combinarse.
En otras palabras: ¿las armas nucleares evitan las grandes guerras, pero hacen posibles las pequeñas?
Eso es exactamente lo que está ocurriendo en Ucrania en este momento.
Teniendo en cuenta sus 30 años de carrera: ¿cree que la promoción de la paz ha fracasado?
Me gusta comparar la promoción de la paz con la medicina. Se dan constantemente pequeños pasos. Si bien es cierto que la guerra, como la enfermedad, nunca desaparece del todo. El éxito de la política de paz no debe medirse únicamente por el hecho de que sigan produciéndose guerras.
A veces la gente me pregunta si mi trabajo no es frustrante. Sin embargo, la investigación sobre la paz está avanzando. Un ejemplo de ello es la técnica de negociación. Sabemos que no es necesario involucrar a todas las partes en una mediación y que, por lo general, ni siquiera es suficiente con llevar a la mesa de negociación exclusivamente a las dos partes más fuertes.
Aunque ahora estemos cegados por la guerra en Ucrania, no debemos olvidar que la mayor parte de las muertes y bajas se producen en las guerras civiles. Si en estos casos no se elige con cuidado quién participa en las negociaciones se acaba también por llegar a un acuerdo, pero la violencia resurge al poco tiempo.
Laurent Goetschel creció en Berna. Estudió Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales en Ginebra. Posteriormente, realizó varias investigaciones en el Centro de Estudios Europeos de la Universidad de Harvard y en el Centro de Resolución de Conflictos Internacionales de la Universidad de Columbia, dirigió el programa nacional de investigación ‘Política Exterior Suiza’ y enseñó en el Instituto de Ciencias Políticas de la Universidad de Berna. Desde 2000 es director de swisspeace y profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Basilea. En 2003, fue asistente personal de la entonces ministra de Asuntos Exteriores suiza, la consejera federal del Partido Socialista, Micheline Calmy-Rey.
¿Se extraen principios de conflictos pasados que luego se aplican en las nuevas crisis?
Exactamente. Para nosotros, la cuestión del tratamiento del pasado y de la justicia transicional es muy importante. Se trata de asegurar a las víctimas que los delitos no se repetirán. Los responsables de las decisiones políticas deben saber que tarde o temprano se les puede exigir responsabilidades. Al mismo tiempo, el objetivo es evitar que el conflicto resurja. La mayoría de las guerras civiles actuales no se producen por primera vez.
Hablemos de la promoción de la paz en términos de eficacia. ¿Cuál ha sido el mayor éxito de swisspeace?
La esencia de nuestro trabajo es reunir a personas influyentes que formalmente no están demasiado involucradas. En Afganistán fue un éxito, a pesar de que los talibanes hayan vuelto al poder.
Cuando los estadounidenses llegaron en 2001 y hubo que formar un nuevo gobierno, el asesor del secretario General de la ONU nos llamó. «Hemos olvidado nuestra ciudadanía», nos dijo. En pocos días conseguimos que 80 representantes de la sociedad civil afgana se reunieran en Bonn.
Fue un proceso caótico, pero los grupos nacidos entonces siguen existiendo hoy. Si ha habido algo duradero en el compromiso en Afganistán, hay que buscarlo en lo que se ha hecho a nivel de sociedad civil. Siempre ha habido demasiada corrupción en el gobierno.
¿Entonces se apoya en personas por debajo del nivel oficial?
Sí, nos apoyamos en lo que en términos formales podría considerarse los que están en segundo plano. Sin embargo, en términos intelectuales, creo que es el primero. Trabajamos con abogados, profesores, ancianos del pueblo. En el contexto de la guerra civil en Siria, intentamos hacer lo mismo. Creamos un espacio en la sede de la ONU en Ginebra para la sociedad civil, para aquellos que no se tuvieron en consideración en las negociaciones oficiales. Desgraciadamente, estas conversaciones de paz nunca tuvieron lugar.
¿Es necesario un actor externo para que la sociedad civil pueda participar en las negociaciones que afectan a su país?
En el caso de Afganistán, creo que no habría ocurrido sin nosotros. En el caso de Siria es más difícil de decir. En cualquier caso, no había ninguna plataforma para reunir a la sociedad civil y hacerla participar en el debate sobre una nueva constitución o un posible alto el fuego.
Pasemos al ámbito estatal. Suiza fue elegida miembro del Consejo de Seguridad de la ONU con el lema «Un plus para la paz». ¿Cuáles son sus expectativas concretas?
La promoción de la paz en situaciones de conflicto tiene lugar sobre el terreno, no en Nueva York. Sin embargo, indirectamente Nueva York también juega un papel importante. El Consejo de Seguridad es un club prestigioso. Es posible establecer relaciones con personas influyentes. Como miembro del Consejo de Seguridad, Suiza puede influir en los procesos de paz coordinados por la ONU.
¿Así que Suiza se ayuda primero a sí misma?
Sin duda, el estado altruista no existe. Se podría decir, aunque parezca polémico, que la promoción de la paz es una cuestión de imagen para Suiza. Y probablemente no sea del todo erróneo.
De hecho, es importante que no solo se identifique la actuación del país alpino como una medida compensatoria por conflictos como el del secreto bancario. No cabe duda de que Suiza tiene una historia de egoísmo, y puede dar la sensación de estar encerrada en sí misma y ser aprovechada. Esa no es la política que se pretende hoy en día, y la promoción de la paz también sirve a este propósito.
¿Hay otros países que compiten con Suiza en su papel de Estado anfitrión y mediador?
Sí, hay una competencia por quién es el «mejor». Promover la paz significa fomentar las relaciones propias en todos los aspectos. En Suiza es también una cuestión de identidad. La promoción de la paz cuenta con el apoyo de amplios sectores de la derecha. Eso no significa que estas personas estén dispuestas a facilitar más dinero a la promoción de la paz, pero lo ven como algo bueno.
En el mundo existe una creciente polarización, tanto tecnológica como militar, entre lo democrático y lo autocrático. ¿Puede Suiza mantener su posición como mediador neutral?
Para desempeñar este papel, Suiza debe posicionarse políticamente y en términos de contenido. Eso no significa que tenga que apoyar a un bando en un conflicto. Si quiere ser vista como moderadora, debe ser imparcial, pero no desprovista de valores. Suiza debe ser neutral y al mismo tiempo pertenecer plenamente a la comunidad occidental de valores.
A ninguna de las partes en una guerra les gusta los Estados neutrales. Rusia se queja de las sanciones y Ucrania pretende que permitamos la reexportación de nuestras municiones desde Alemania. Ser criticado es una marca de calidad para un Estado neutral.
El papel de promotor de la paz se asume cuando el conflicto se va poco a poco debilitando, a partir de las críticas recibidas durante la fase en caliente. No es que estemos en tela de juicio, pero a nuestra política exterior le vendría bien un poco más de seguridad.
¿Qué quiere decir con eso?
Me gustaría que el Consejo Federal [Gobierno] preparara una contrapropuesta a la próxima iniciativa de la UDC [Unión Democrática Conservadora, partido suizo de derecha conservadora]. Un ajuste del informe de neutralidad de 1993 sería bueno para la credibilidad y la imagen del gobierno.
Sería importante subrayar que ser neutral no significa ser indiferente. Al mismo tiempo, cabe destacar que consideramos que el fomento de la paz y la resolución de conflictos, y no la guerra, es un valor añadido.
Esta posición ha sido expresada a menudo por el Consejo Federal. ¿Una contrapropuesta que reafirme el statu quo no sería más bien una respuesta táctica a la iniciativa de la UDC, que con su definición de neutralidad restringiría mucho el margen de maniobra?
Sería mucho más que una maniobra táctica. El Consejo Federal estaría mostrando a sus conciudadanos y a otros países que sigue considerando la neutralidad como un principio de la política exterior y de seguridad suiza, pero que también quiere adaptarla a la nueva situación internacional y a los intereses nacionales asociados a ella.
Suiza puede tomar una posición política en un conflicto y adoptar sanciones. Pero debe evitar intervenir militarmente. La neutralidad proporciona los parámetros de esta política.
Sin embargo, por el momento, las armas hablan. Con respecto a Ucrania, ¿defiende usted la paz a cualquier precio?
El momento de las negociaciones solo ha llegado cuando ambas partes lo desean. No se puede obligar ni a Zelenski ni a Putin a hacerlo.
Suiza siempre les ha llamado la atención y ha condenado las violaciones del derecho internacional. La cuestión ahora es si también vemos el valor de suministrar armas directa o indirectamente en este conflicto. Creo que Suiza tiene más posibilidades de contribuir a la paz si no implica también a su industria armamentística.
Ahora se podría decir que esta es una posición oportunista: no comprometerse y luego querer mediar. Pero si la paz no se consigue con una victoria, tarde o temprano habrá negociaciones. Suiza podría desempeñar un papel en ese sentido, precisamente porque no se ha comportado como los demás.
Adaptado del alemán por Carla Wolff
En cumplimiento de los estándares JTI
Mostrar más: SWI swissinfo.ch, certificado por la JTI
Puede encontrar todos nuestros debates aquí y participar en las discusiones.
Si quiere iniciar una conversación sobre un tema planteado en este artículo o quiere informar de errores factuales, envíenos un correo electrónico a spanish@swissinfo.ch.