El ecosistema de las start-ups lucha por abrirse a las mujeres
El lanzamiento de una empresa emergente (start-up) es aún un asunto de hombres, ya sea en Suiza o en Silicon Valley. Las mujeres tienen que demostrar más sus habilidades y les resulta más difícil ganarse la confianza de los inversionistas. Los estereotipos en el ámbito empresarial son tenaces.
No hay princesas que salvar en los videojuegos de 5am-games. Las fundadoras de esta empresa de Zúrich quieren evitar los estereotipos de género.
En su taller, situado bajo el tejado de un inmueble de los suburbios de Zúrich, Selina Capol, Martina Hotz y Aleksandra Lakusheva finalizan su primer juego, Letters – a written adventure, (Cartas – una aventura escrita), que será publicado a finales de año. La trama: la correspondencia entre dos niñas que aprenden a jugar con las palabras.
Nacido durante sus estudios de diseño de videojuegos en la Escuela Superior de Arte de de Zúrich, el proyecto ha ganado varios premios. Tras graduarse en 2018, sus autoras decidieron crear su propio negocio para producirlo y comercializarlo. Su objetivo es poder vivir de la nueva compañía desde el año próximo. El reto es enorme, porque tanto el mundo de los videojuegos como el de las empresas emergentes son todavía bastiones masculinos.
Frente a un conjunto de inversionistas trajeados, las jóvenes no siempre se sienten tomadas en serio. “Un día, unos interlocutores se negaron a apoyarnos. No hicieron comentario alguno sobre nuestro trabajo, pero nos aconsejaron que buscáramos ayuda en organizaciones que sostienen a equipos femeninos», narra Martina Hotz.
La experiencia de las fundadoras de 5am-games es sintomática de la subrepresentación de las mujeres en el área que nos ocupa. A escala mundial, el 14% de los creadores de empresas emergentes son mujeres. Suiza no escapa a esa tendencia, ya que cuenta apenas con un 20% de mujeres y solamente un 10% en los campos científico y tecnológico. Ese desequilibrio es aún mayor en muchos otros países europeos, como muestra el siguiente gráfico.
Durante su auge a finales de los años 90, las empresas emergentes entrañaban la esperanza de feminizar el espíritu empresarial, señala la informática y profesora de ciencias de la educación Isabelle Collet. Se creía que estas estructuras jóvenes e innovadoras irían de la mano de una cierta modernidad social.
Sin embargo, ha ocurrido lo contrario. “En este mundo ultracompetitivo se tiende a eliminar a las personas percibidas como débiles. Se aparta a las mujeres porque se considera que no tienen la disponibilidad necesaria para asumir la gran carga de trabajo. También se sospecha que son incompetentes”, lamenta Isabelle Collet.
“Éramos animales raros”
Marylène Delbourg-Delphis vivió desde dentro el inicio de la edad de oro de las empresas emergentes. En 1987, esta francesa se convirtió en una de las primeras mujeres europeas en lanzar una firma tecnológica en el Silicon Valley, donde todavía tiene su sede. “En aquella época, las mujeres eran animales raros en el mundo empresarial. En el negocio de las bases de datos, solamente había hombres. Yo estaba muy aislada”, recuerda.
Profesora de filosofía, musa de la moda y la perfumería en Francia en los años 80, periodista y escritora Marylène Delbourg-Delphis no se deja intimidar. Llegado el momento de lanzarse no vaciló, pero tuvo que redoblar esfuerzos para convencer a sus interlocutores. “Hay mucha discriminación contra las mujeres. Tienen que cumplir exigencias más elevadas y contar con un nivel de calificación más alto que el de los hombres”.
No basta con demostrar las habilidades. El nervio de la guerra es el dinero. Para crear una firma de éxito, hay que convencer a los inversionistas, que son los que deciden si dan o no una oportunidad a un proyecto destinando recursos. Y las mujeres parten con desventaja, ya que en 2019 solo el 3% de los dólares invertidos fueron para fundadoras, según el informe Funding to Female FoundersEnlace externo. Estas cifras apenas han cambiado en la última década.
El menor financiamiento de las nuevas empresas creadas por mujeres se experimenta sobre el terreno. Cofundadora de PrivateDeal, que ofrece una solución para negociar en línea habitaciones de hotel, Isabelle Jan enfrentó dificultades para recaudar fondos en 2019. “A menudo era la única mujer en presentar un proyecto ante un público exclusivamente masculino. En este contexto, a veces me preguntaban si tenía hijos, por ejemplo”, relata.
Para aumentar sus posibilidades de convencer, Isabelle Jan y su socio decidieron alternar los encuentros. “Si no hubiéramos sido un dúo fundador mixto, quizá no lo hubiéramos conseguido”, estima la empresaria.
En el lanzamiento de Meditrial, una empresa internacional de tecnología médica, en 2009, Monica Tocchi tuvo el mismo problema. “Tardamos casi un año en conseguir el primer préstamo. Finalmente, un socio masculino se dirigió a los banqueros en persona, y solamente entonces tuvimos éxito”.
Estereotipos persistentes
¿Por qué es tan difícil ganarse la confianza de los inversionistas cuando se es mujer? Como inversionista y filántropa, Carolina Müller-Möhl ocupa el puesto 162 en la clasificación de Bilan de las 300 mayores fortunas de Suiza. Observa que las mujeres tienden a ser demasiado críticas consigo mismas. “Presentan sus brillantes ideas, pero al mismo tiempo expresan dudas y preocupaciones desde la primera conversación. Esto es algo que los hombres tienen mucho menos”, subraya.
Los estereotipos ligados al género también influyen, dice Carolina Müller-Möhl. “Los inversionistas deben ser más conscientes de los prejuicios que tienen inconscientemente a la hora de tomar una decisión”. Constata que una mujer que defiende sus ideas con fuerza y convicción sería, por ejemplo, más propensa a ser calificada de autoritaria, demasiado ambiciosa o egoísta.
Señala que los campos de la informática y la tecnología son los que más inversionistas atraen. Es un área en la que, desafortunadamente, las mujeres están muy poco representadas y esa es una de las razones por las que hay tan pocas fundadoras en Suiza. “Es necesario un cambio de mentalidad: las jóvenes deben adquirir la confianza necesaria para aceptar este tipo de formación”, comenta.
Estimular, pero también imponer
En los últimos años han surgido muchas iniciativas para motivar a las mujeres a convertirse en empresarias. La plataforma female foundersEnlace externo lanzada por Startup CampusEnlace externo de Zúrich, ha creado un mapa interactivoEnlace externo en el que figuran las fundadoras de empresas de nueva creación en Suiza. “Queremos destacar modelos de conducta que puedan inspirar a otras mujeres”, explica Eliane Albrecht del Impact Hub Zürich e integrante del equipo que dirige la plataforma.
Estimular está bien, pero no es suficiente, advierte Isabelle Collet. Para ella, es fundamental garantizar un entorno acogedor, sobre todo en las ramas de formación técnica. “Hay que prohibir la discriminación, el sexismo y el acoso”, afirma la profesora en ciencias de la educación.
Para Marylène Delbourg-Delphis, la igualdad es una cuestión de tiempo. La pionera de Silicon Valley es optimista: “Conseguiremos la paridad en una generación”.
Traducido del francés por Marcela Águila Rubín
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