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Davos debate la cuarta revolución industrial

Los nuevos camareros: los robots pueden facilitar la vida diaria, pero también suprimir puestos de trabajo. Reuters

Robots inteligentes y drones, impresoras en 3D, vehículos sin conductor, macrodatos, producción inteligente, tecnología financiera y cadena de bloques (blockchain): la cuarta revolución industrial ha llegado. El Foro Económico Mundial quiere reflexionar sobre el potencial, los riesgos y el impacto social de la denominada ‘industria 4.0’.

Las preguntas son múltiples en la actualidad. ¿Cómo se transformarán los lugares de trabajo? ¿Se crearán empleos o se recortarán? ¿La brecha entre los países industrializados y emergentes se reducirá o será mayor? ¿Y supondrá esta revolución tecnológica un alivio para las empresas suizas sometidas hoy a una gran presión debido a la fortaleza del franco?

Durante la tradicional rueda de prensa que antecede cada año a la reunión anual en Davos, el fundador del Foro Económico Mundial (WEF, en inglés), Klaus Schwab, hizo un llamado a los líderes mundiales a que revisen sus políticas para adaptarlas a los cambios que se avecinan. «Aún no estamos suficientemente preparados para esta cuarta revolución industrial y temo que llegará como un tsunami y transformará todos los sistemas y procesos”, dijo.

WEF Davos

La 46ª reunión anual del Foro Económico Mundial en DavosEnlace externo, se celebra del 20 al 23 de enero y estará dedicada a los “retos de la cuarta revolución industrial”. A la cita acudirán alrededor de 2 500 líderes del mundo de la empresa, la política, la sociedad civil, la cultura, la religión y la ciencia. Está prevista la participación de 40 jefes de Estado o de Gobierno, entre ellos el primer ministro británico, David Cameron; el vicepresidente de EEUU, Joe Biden; el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, o el primer ministro griego, Alex Tsipras.

Además de la revolución industrial 4.0, los debates del WEF se centrarán en los riesgos que supone la globalización en materia de seguridad de datos y de terrorismo. Se hablará sobre los retos del medioambiente a nivel global, un tema que reviste aún más interés después del éxito de la cumbre del clima celebrada en París en diciembre.

Fundado por Klaus Schwab en 1971, el WEF se llamó originalmente ‘European Management Symposium’. Su objetivo era reunir a ejecutivos europeos con sus homólogos en Estados Unidos para estrechar lazos y buscar soluciones a problemas comunes. El WEF adquirió su nombre actual en 1987, cuando amplió sus actividades para crear una plataforma para debatir y hallar soluciones a problemas de orden global.

La falta de preparación golpeará aún más a la clase media e “incrementará los problemas de exclusión social que vive el mundo, algo que debemos evitar a toda costa”, añadió.

Suiza, pese a su elevado ingreso per cápita, no está exenta de riesgos de cara a la nueva industria 4.0 que será, a la luz de los expertos, la mayor irrupción transformadora que haya vivido la economía mundial desde el surgimiento del Internet.

La adaptación en Suiza está a cargo de un grupo multidisciplinario que incluye representantes de las grandes empresas, del sector financiero, de las microempresas –cuya experiencia y necesidades son fundamentales debido a las elevadas exigencias tecnológicas que se avecinan–, así como de investigadores de los politécnicos federales y otros institutos universitarios.

Oportunidad para Suiza

La revolución industrial 4.0 podría ser la medicina perfecta para sanar los males de los exportadores asfixiados por la actual fortaleza del franco, o para los bancos, que deben cumplir con cambios regulatorios cada vez más estrictos y costosos. En ambos casos, las líneas de producción inteligente y las plataformas de gestión digital de patrimonios pueden ser la mejor respuesta al fenómeno de deslocalización de fábricas (hacia Europa del Este), o al cierre de compañías que están perdiendo la capacidad de solventar los costos derivados de su operación cotidiana.

Sin embargo, aún persiste el reto de lograr que estas promesas se vuelvan realidad, especialmente para las empresas más pequeñas “Las pymes cuentan con recursos limitados”, indicó Oliver Müller, director de Swissmechanic, durante una reciente conferencia celebrada en Zúrich para hablar sobre la industria 4.0. “Poseen un gran conocimiento sobre sus procedimientos actuales y no les resulta fácil abandonar su zona de confort para enfrentarse a algo que les es totalmente desconocido”.

De hecho, advierte de que el abrumador alud de nuevas tecnologías podría volverse en contra de las pymes si estas eligen una estrategia equivocada, o que podría rebasarlas la cantidad de datos que estarían obligadas a manejar en un futuro no distante.

Pese a los riesgos, las perspectivas son alentadoras. La consultora Roland Berger considera que Suiza está en capacidad de convertirse en líder europeo de la industria 4.0, gracias a que muchas empresas ofrecen productos de alto valor añadido y gran innovación. Especialmente si se considera que Suiza lidera o se sitúa en una de las principales posiciones en los diversos estudios que evalúan la innovación internacional.

Asimismo, Suiza es uno los pocos países europeos que ha sabido preservar una sólida estructura manufacturera desde que inició el nuevo milenio. Esta industria aporta el 19% de la riqueza anual que genera hoy la economía (un porcentaje poco habitual en el Viejo Continente).

«Si las empresas helvéticas saben sacar provecho de todo el potencial que ofrece la industria 4.0, esta podría aportar a la economía nacional un valor añadido de 15 000 millones de dólares en 2025”, explica a swissinfo.ch Sven Siepen, socio y director de la consultora Roland Berger.

Empleos en riesgo

Las ventajas que entraña la industria 4.0 son claras, pero también los escollos que pondrá en el camino de muchas empresas y trabajadores. Los asistentes al Foro de Davos hablarán sobre los cambios por venir.

Uno de los temas que más inquietud genera, especialmente para los bancos suizos que lo viven como una pesadilla, es la seguridad que exige el manejo de información delicada.

Asimismo, durante las mesas de trabajo, los invitados del WEF responderán a preguntas como: “¿Qué pasará si los robots desatan una guerra?”. O algunas quizás más pertinentes y cercanas: “¿Cómo serán los lugares de trabajo en la era de los robots inteligentes? ¿Qué transformación experimentarán los servicios automatizados de atención al cliente?”.

En términos generales, la revolución industrial que se perfila causa preocupación. Muchos estudios prevén que los empleos de baja cualificación desaparecerán paulatinamente en las próximas décadas.

Deloitte Suiza, por ejemplo, pronosticó en 2015 que la mitad de los empleos que existen hoy en Suiza se extinguirán debido a la automatización y que los puestos más amenazados son los trabajos administrativos, de secretariado y agrícolas, pero también profesiones como los contables o los pilotos.

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El sindicato Unia también teme que desaparezcan muchos puestos de trabajo en los sectores del comercio minorista, de la salud y de la producción industrial. Se pregunta para qué se necesitará gente que produzca bienes si las impresoras 3D pueden hacer este trabajo mucho mejor.

En una rueda de prensa celebrada en diciembre, Vania Alleva, presidenta de Unia, expresó una doble inquietud. Primero, por la desaparición de los lugares de trabajo porque cada vez más gente trabaja por su cuenta (‘freelance’) o realiza algún tipo de teletrabajo, lo cual “resta fuerza a los sindicatos en la negociación de convenios colectivos”. Y segundo,  y por el hecho de que “el trabajo que actualmente realizan las personas lo harán cadenas de máquinas y robots”.

Pese a ello, hay observadores convencidos de que el mundo saldrá adelante como ya lo hizo en revoluciones industriales previas. La industria 4.0 permitirá crear empleos, ya que se necesita a gente que diseñe, programe y asegure el mantenimiento delos robots, y también que sepan procesar y analizar los datos que generan.

“Los trabajadores formados en el ensamblaje manual seguirán siendo remplazados por procesos automatizados, porque Suiza tendrá cada vez más dificultades para pagar la mano de obra”, afirma Sven Siepen, de Roland Berger. “Pero esto no es nada nuevo. Algunos centro de producción en ciudades industriales, como Winterthur, vivieron este fenómeno hace mucho tiempo, pero conservan índices de empleo muy altos [la tasa de paro fue del 3,5% a finales de 2015]”.

Traducción del inglés: Andrea Ornelas

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