Glencore, el gigante empresarial atípico
La fortaleza del franco suizo no ha minado en absoluto las ventas o ganancias del gigante de la comercialización de materias primas. Y ahora que es una empresa pública, confirma que en 2011 el grueso de indicadores crece a una velocidad de dos dígitos.
¿Nada Glencore a contracorriente? Más bien, el azar ha jugado a su favor a través del dólar y los mercados emergentes. Pero su controvertido perfil sigue ahí y le deja fuera de las inversiones sostenibles en Suiza.
En tiempos de volatilidad, la trayectoria financiera de Glencore traza una línea poco convencional en el universo empresarial globalizado.
Durante el primer semestre de 2011, concretamente, mientras la apreciación del franco suizo afectó las cuentas del grueso de las compañías, el titán de Zug dedicado a las materias primas anunció crecimientos que rayan lo espectacular.
Un botón como muestra: los beneficios por acción crecieron un 96% entre enero y junio con respecto al mismo lapso de 2010.
¿Cuál ha sido la estrategia de este grupo cuyas finanzas eran un misterio hasta que saliera a bolsa en mayo pasado?
Un tipo de cambio que ha jugado a su favor, la fortaleza fiscal que heredó de prácticas fiscales del pasado, y ser un activo proveedor de materias para Asia, son algunas de las claves de la explicación.
Pujanza financiera
La mayoría de los resultados financieros de los grandes corporativos suizos tuvieron un rasgo en común durante la primera mitad de 2011: el impacto negativo que imprimió sobre sus cuentas la fortaleza del franco suizo.
Grupos como Nestlé, UBS o Credit Suisse dieron cuenta de un retroceso en sus finanzas derivado de la fortaleza de la divisa helvética.
La razón: una parte importante de su facturación tiene lugar en dólares, pero muchos de sus gastos fijos, y la expresión contable de sus estados financieros, se materializa en francos, divisa que ha ganado más de 20% frente al dólar en lo que va del año.
Un riesgo inherente a los mercados globalizados que los grandes corporativos están pagando hoy.
Sin embargo, durante el mismo lapso, las cuentas de Glencore mostraron otro rostro. El beneficio del grupo sumó 2.450 millones de dólares entre enero y junio, un 57% más que durante el primer semestre de 2010.
La facturación, por su parte, sumó 92.120 millones de dólares, un 32% por encima del dato de enero-junio de 2010, y el doble de lo que vendió la ya citada Nestlé al mundo durante el mismo lapso.
¿Qué hizo que los otros no hicieron?
El dólar, un aliado
Consultado sobre el desempeño del grupo y sus resultados financieros, Simon Buerk, portavoz de Glencore señala a swissinfo.ch:
“Somos una compañía global que, en consecuencia, opera geográficamente en distintos mercados. Los precios de las materias primas suelen expresarse en dólares, y como empresa también presentamos nuestros resultados en esta divisa”.
Al no tener que expresar sus cifras en francos suizos, sino en dólares estadounidenses, el grupo de Zug ha quedado exento del impacto cambiario que han sufrido otras empresas.
Potencia emergente
Por otra parte, Glencore ha tenido a su favor el dinamismo de la demanda de los países emergentes.
“Durante la primera mitad de 2011, la demanda de materias primas fue robusta a pesar de que se presentaron problemas importantes en la escena internacional como el tsunami japonés y el accidente nuclear de Fukushima; la agitación en Oriente Medio y África del Norte; o más recientemente, los renovados temores sobre las deudas soberanas (en Europa)”, afirmó Ivan Glasenberg, consejero delegado de Glencore, en el mensaje que envío a sus accionistas en agosto pasado.
Estas condiciones se vieron compensadas por la dinámica demanda –de metales y otros bienes- por parte de países como China o India.
“El repunte en los niveles de vida y el proceso de urbanización que viven países como China o India seguirá impulsando el crecimiento y el comercio global de materias primas. Y Glencore está bien posicionado para dar respuesta a esa demanda”, añadió Glasenberg.
“Además de la sólida demanda, también comenzamos a incrementar la producción como parte de un programa interno de crecimiento orgánico, y esto también fue positivo”, precisa Simon Buerk.
Controversias
Sin embargo, no todo son cifras alegres.
La historia del Glencore ha estado marcada por la controversia desde sus orígenes. Su fundador, Marc Rich, de origen belga, fue uno de los 10 hombres más buscados por el FBI acusado de pactar negocios petroleros ilícitos con Irán durante la década del los 70 y de evadir al fisco estadounidense.
Una afrenta que solo quedó zanjada cuando el presidente Bill Clinton lo exoneró personalmente.
Para la Fundación Ethos, icono suizo de la lucha contra la discrecionalidad empresarial, Glencore es un corporativo que consiente malas prácticas sociales y daños al medioambiente.
Y en opinión de Dominique Biedermann, director de la fundación, “Glencore representa un riesgo para los inversores, no solo por la existencia de controversias sociales y ecológicas, sino por la actitud misma de la empresa, reticente a abordar públicamente esta clase de problemas”.
Por esta razón Ethos optó por excluir a Glencore de todos sus portafolios de inversión, una decisión histórica en la trayectoria de la fundación.
Pérdida de valor bursátil
Otra piedra en el camino de Glencore ha sido la evolución de sus acciones en la bolsa, que han perdido un 25% de su valor en los poco más de tres meses que lleva cotizando en Londres y Hong Kong.
En la bolsa londinense, concretamente, inició operaciones con un valor de mercado de 522 libras (25.05.) y este viernes (02.09) se negociaba en 418 libras.
“Nuestro consejero delegado se siente decepcionado por esos resultados, pero estamos enfocados en la rentabilidad y creemos que a largo plazo el precio de la acción se recuperará. Por otra parte, hay más grupos similares al nuestro que han tenido un desempeño semejante”, explica a swissinfo.ch Simon Buerk.
Los expertos del mercado de las materias primas estiman que el modelo de negocios de Glencore es mucho más complejo que el de las mineras convencionales, ya que opera directamente en muchos mercados pero también compra a terceros y revende.
Y su complejidad operativa es castigada por mercados sensibles y volátiles como el bursátil.
Lo dicho, Glencore ha sido y se confirma como un gigante corporativo atípico del que aún no se sabe lo suficiente.
Glencore lidera la comercialización de materias primas en el mundo. Su sede está en Baar, en el cantón de Zug.
Su política medioambiental en países en desarrollo, África particularmente, ha sido abiertamente cuestionada. La empresa afirma que trabaja en la materia y mantiene activo un Comité Medioambiental, de Salud y Seguridad, que se reúne una vez por año, como mínimo, para “formular recomendaciones en estos tópicos para la operación de Glencore”.
En Chile, Glencore es propietaria de la totalidad de las acciones de Punitaqui, una mina de cobre que comenzó a operar en 2010.
En Perú, la operación del consorcio suizo se centra sobre todo en la explotación de zinc y plomo, a través de la empresa Los Quenuales, de la que detenta el 97% del capital.
Glencore tiene presencia en 30 países y genera 54.800 empleos, entre directos e indirectos.
Sus ingresos sumaron 144.978 millones de dólares en 2010.
La empresa tiene la calificación de “BBB”, sinónimo de estabilidad, por parte de Standard & Poor´s y de “Baa2”, también estabilidad general, por parte de Moody´s.
La fortuna de Ivan Glasenberg, su director y principal socio, aumentó entre 4.500 y 4.800 millones de francos suizos.
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