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La Ginebra internacional, atrapada en el fuego cruzado de la guerra en Ucrania

manifestación
Gente manifestándose frente al edificio de Naciones Unidas en Ginebra dos días después de que Rusia invadiera Ucrania, el 26 de febrero de 2022. Keystone / Salvatore Di Nolfi

Ha pasado un año desde que Rusia invadió Ucrania el 24 de febrero de 2022 y aún no se vislumbran señales del final del conflicto. El aislamiento a Rusia para aumentar la presión sobre Moscú y tratar de detener la guerra supone un grave dilema a las organizaciones internacionales con sede en Ginebra.

La guerra en Ucrania ha cambiado el enfoque diplomático de las organizaciones internacionales asentadas en Ginebra. Mientras avanzan en su propia agenda para abordar cuestiones de salud mundial o de refugiados, los Estados miembros de algunos de estos organismos se han visto preocupados por el conflicto. Algunos incluso han intentado excluir a Rusia. Ucrania, respaldada por el bloque anti ruso de países occidentales liderado por Estados Unidos, sigue presionando a Rusia y aislándola políticamente en las negociaciones internacionales.

La Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN) suspendió su colaboración con Rusia el pasado mes de marzo y el Consejo de Derechos Humanos de la ONU la expulsó el pasado abril. En septiembre de 2022, Rusia perdió las elecciones a la Secretaría General de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), en las que resultó elegida la candidata estadounidense Doreen Bodgan-Martin. Incluso algunas organizaciones ecologistas se han visto afectadas por la geopolítica: en la reunión anual de miembros de la Convención de Ramsar sobre los Humedales, celebrada el pasado noviembre, se condenóEnlace externo la agresión rusa en Ucrania.

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Reproducción del vídeomensaje de Serguéi Lavrov en la ONU, Ginebra.

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Diplomacia: Aislar a Rusia, estrategia complicada

Este contenido fue publicado en En Ginebra, la guerra en Ucrania condujo a excluir a Rusia de algunos foros internacionales. Algunos temen que la estrategia sea contraproducente.

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Bathsheba Nell Crocker, embajadora de Estados Unidos ante las Naciones Unidas en Ginebra, declaró recientemente que «la comunidad internacional se ha unido, no sólo aquí en Ginebra sino en cualquier otro escenario multilateral, para condenar enérgicamente la brutal invasión de Rusia a Ucrania».

La diplomática norteamericana añadió que «Rusia se encuentra aislada en la escena mundial, ya que sus acciones se han visto, con razón, como una clara violación de todo lo que pretende defender como signataria de la Carta de la ONU».

El homólogo británico de Crocker, Simon Manley, tiene la misma impresión y explica que «tras años de sobrepasar los límites -desde la anexión de Crimea hasta los envenenamientos de Salisbury-, el presidente Putin ha pagado finalmente el precio de su flagrante desacato a la Carta de la ONU».

«Si uno se pasea hoy por la Ginebra multilateral, se da cuenta de que la capacidad de Rusia para practicar la diplomacia multilateral se ha visto gravemente limitada», dice Manley haciendo referencia a la pérdida de los privilegios de Rusia en las organizaciones internacionales en Ginebra. 

Pero no todos apoyan esta estrategia de aislamiento. China afirma que sigue manteniendo «una posición objetiva e imparcial». El embajador Chen Xu ha declarado a SWI swissinfo.ch que China «seguirá trabajando con todos los países amantes de la paz para abogar por la resolución de conflictos mediante negociaciones y la solución de disputas mediante consultas». 

«Resolver la crisis en Ucrania por medios políticos redunda en beneficio de los países afectados y en el interés común de todos los países del mundo», añade Chen.

Amigos de Ucrania  

El pasado mes de noviembre, en una reunión del comité de agricultura de la Organización Mundial del Comercio (OMC), Ucrania y un grupo de autoproclamados «amigos de Ucrania» (Japón, Reino Unido, Noruega, Canadá, Japón, Australia, la Unión Europea, Islandia y Suiza) culparon a Rusia de ser «la única responsable de la grave inseguridad alimentaria en todo el mundo».

Algunos consideran contraproducente este tipo de declaraciones. De hecho, la ONU había advertido de una grave inseguridad alimentaria e incluso de una posible hambruna debido a la sequía en el Cuerno de África o en Madagascar mucho antes de la invasión rusa.

Un funcionario del organismo internacional admitió a SWI que esa presión política y el tono duro de las negociaciones por parte de Occidente «no son tan fuertes como antes», ante el temor de que una presión excesiva pudiera poner en peligro la Iniciativa de Cereales del Mar Negro.

La Iniciativa pretende facilitar la exportación de cereales y fertilizantes ucranianos y rusos (vitales para el suministro y la producción de alimentos en toda África) desde los puertos del Mar Negro, bloqueados por buques militares rusos y minados por Ucrania. El funcionario señalaba la posibilidad de que haya existido cierta preocupación de que el acuerdo de Rusia con la Iniciativa de Granos del Mar Negro pueda verse afectado si Occidente presiona «demasiado» a Moscú.

No todas las organizaciones, Estados miembros y expertos están de acuerdo en cuánta presión política debe ejercerse sobre Rusia para detener la guerra. Ahora que la guerra cumple un año y no da señales de terminar, algunas organizaciones internacionales con sede en Ginebra, que tradicionalmente funcionan por consenso, se enfrentan a un dilema cada vez mayor.

El punto de vista de Rusia 

«El principal y más preocupante problema actual de la diplomacia multilateral en Ginebra es la excesiva politización del trabajo en la ONU y en otras organizaciones internacionales, introducida por Estados Unidos, sus aliados occidentales y Ucrania», dice a SWI el embajador ruso Gennady Gatilov.

«En lugar de abordar cuestiones urgentes que se ajustan a sus mandatos específicos y son de suma importancia para el mundo entero, se pierde mucho tiempo durante las reuniones en debatir la crisis ucraniana», afirma Gatilov. Pone el ejemplo de la UIT, que, según él, no tiene mandato para debatir temas políticos.

«Las disputas sobre cuestiones políticas, que no entran ni en el mandato ni en el orden del día de las organizaciones internacionales con sede en Ginebra, obstaculizan gravemente su eficacia», afirma.

Prohibición deportiva y reacción contraria

Por otra parte, expertos en derechos humanos de la ONU han intervenido en el debate sobre la participación de atletas rusos en competiciones deportivas internacionales.

El pasado mes de septiembre, relatores especiales del Consejo de Derechos Humanos criticaron al Comité Olímpico Internacional (COI) por imponer prohibiciones a atletas rusos y bielorrusos. «Expresamos nuestra honda preocupación por la recomendación de prohibir la participación en competiciones internacionales a atletas y funcionarios rusos y bielorrusos, como los jueces, basándose únicamente en su nacionalidad, como cuestión de principio. Esto plantea serios problemas de no discriminación», declararon los ponentes en una cartaEnlace externo enviada al presidente del COI.

En su opinión, la prohibición podría constituir una violación de los derechos humanos. Pero muchos Estados miembros creen que tal prohibición enviaría otra señal clara a Moscú. El presidente del COI, Thomas Bach, se encuentra ahora atrapado entre las diferentes opiniones de los Estados miembros y los defensores de los derechos humanos. El organismo olímpico está debatiendo en profundidad la posibilidad de readmitir a atletas de Rusia, y de su aliada Bielorrusia, con la condición de que sean «neutrales» y no utilicen sus banderas o himnos nacionales.

Bach dijo en enero de 2023 que no quería prohibir competir a los atletas «únicamente en función de sus pasaportes». Bach advierte de que la politización del deporte mundial es «peligrosa» y argumenta que no puede justificarse excluir de los Juegos Olímpicos solo a los atletas rusos o bielorrusos y no a otros países afectados por una guerra, como Yemen, Irak o Libia.

Próximos retos

Jürg Lauber, embajador suizo ante la ONU y otras organizaciones en Ginebra, considera que «la guerra de Ucrania se ha sumado a una serie de conflictos y crisis que tienen un fuerte impacto en el trabajo de los diplomáticos y en las actividades de las organizaciones internacionales y especialmente humanitarias con sede en Ginebra».

«La necesidad de respetar el derecho internacional y el deseo de que el derecho prevalezca sobre la fuerza se han hecho aún más fuertes», afirma Lauber.

El embajador francés Jérôme Bonnafont considera que la guerra en Ucrania ha planteado a Ginebra «una triple necesidad». 

«La primera es condenar las acciones de Rusia y garantizar que los crímenes cometidos no queden impunes. Este es el papel del Consejo de Derechos Humanos. Segundo, apoyar a Ucrania para que pueda superar las trágicas consecuencias de esta guerra en el plano económico y humanitario. Tercero, mantener el sistema multilateral garantizando que los esfuerzos dedicados a esta guerra no nos desvíen de nuestras otras misiones», afirma.

Para el embajador ruso, el principal reto de la Ginebra internacional es «hacer comprender al «Occidente colectivo» que hay un momento y un lugar adecuados para cada cosa». Gatilov opina que los debates sobre Ucrania deben plantearse ante la Asamblea General o el Consejo de Seguridad de la ONU, no ante organismos especializados como la Organización Internacional del Trabajo o la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual.

«Ginebra y la ONU en su conjunto tienen que volver a ser una plataforma internacional neutral e imparcial que se centre en las formas de abordar los problemas acuciantes del mundo en lugar de en los ajustes de cuentas políticos», afirma Gatilov.

Todos los embajadores contactados por SWI coinciden en que no deben descuidarse otras cuestiones urgentes a las que se enfrenta el mundo.

Dado que la guerra continúa, estos debates entre organizaciones multilaterales en Ginebra seguirán adelante. 
«Es un triste aniversario», lamenta Alessandra Vellucci, directora del Servicio de Información de las Naciones Unidas en Ginebra. «Además del sufrimiento del pueblo ucraniano, la guerra en Ucrania ha tenido profundas repercusiones mundiales en los precios mundiales de los alimentos y la energía, el comercio y las cadenas de suministro, la seguridad nuclear y en los fundamentos del derecho internacional.»

Según ella, la guerra en Ucrania también ha tenido un gran impacto en el trabajo diario de las Naciones Unidas.

«La ONU está trabajando sin descanso, sobre todo organizando y apoyando operaciones humanitarias y facilitando las exportaciones de alimentos y fertilizantes desde Ucrania y Rusia, y muchas de estas operaciones son supervisadas y ejecutadas por organismos de la ONU con sede en Ginebra.»

En medio de todas las estrategias diplomáticas y políticas relacionadas con la guerra en Ucrania, el brazo humanitario de la ONU ha estado haciendo su trabajo. En Ginebra, múltiples organizaciones internacionales siguen trabajando increíblemente duro para apoyar a las víctimas de la guerra y asistir a un gran número de refugiados.

Adaptado del inlés por José M. Wolff

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