Felco lidera el mercado de las podaderas
La industria suiza ha sabido preservar su dinamismo apostando por productos de alta gama en los sectores de la química, la relojería, la maquinaria o los instrumentos de precisión. Pero también es líder mundial en un insólito nicho, las tijeras de podar, gracias a Felco, una empresa de Neuchâtel.
Enclavado en la ruta que une el lago de Neuchâtel y la cordillera del Jura y rodeado de una exuberante vegetación, el pueblo de Geneveys-sur-Coffrane tiene 1 600 habitantes y goza de una imponente vista hacia los Alpes. “Cuando el cielo está despejado, desde aquí se puede ver el Mont-Blanc”, afirma Michèle Charpié, responsable de Comunicación en Felco, mientras apunta con el dedo al sureste a través de los ventanales de la fábrica.
Los talleres de Felco, en pleno corazón de Geneveys-sur-Coffrane, son parte de la vida local desde hace más de 70 años. La mayoría sus 200 empleados viven aquí o en los pueblos vecinos, que recientemente se han unido en un solo municipio, el de Val-de-Ruz.
Felco fue fundada en 1945 por Felix Flisch, un suizo alemán con raíces en los cantones de Appenzell y los Grisones. “Como muchos otros jóvenes de la época, mi abuelo fue enviado a la Suiza francófona a los 15 años para aprender francés. Ahí realizó un aprendizaje como mecánico y luego decidió adquirir una vieja fábrica de esferas de relojes que transformó en el taller en el que comenzaría a fabricar podaderas”, cuenta. Pierre-Yves Perrin y su hermano Laurent conforman la tercera generación de la familia dedicada a esta empresa. Ambos trabajan para el grupo Flisch, la empresa matriz de Felco.
Un año récord
Felix Flisch tuvo la visionaria idea de producir una tijera de podar con cuchillas ligeras, precisas y robustas destinada a los profesionales locales, pero que también podía comercializarse en el extranjero.
Hoy, Felco nada tiene que ver con el pequeño taller inicial de cuatro empleados. En esta fábrica del cantón de Neuchâtel se producen y ensamblan cada año más de un millón de herramientas de poda y corte.
Sus estas famosas tijeras de jardín con mangos rojos se exportan a más de 120 países gracias a una consolidada red de distribución. Y pese a las dificultades que ha supuesto la apreciación del franco, Felco asegura que la facturación en 2017 será histórica: 45 millones de francos.
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Tijeras podadoras de fabricación suiza
“Derecho humanista”
Perrin se define como el representante de una familia de empresarios convencidos de un «derecho humanista» que parece estar en desuso. En casi tres cuartos de siglo, Felco jamás ha enfrentado un conflicto social.
«Preferimos reinvertir las ganancias en la sociedad que aumentar nuestros dividendos» Pierre-Yves Perrin
Los sindicatos tienen muy poca presencia en la fábrica. «Nuestra empresa no está sujeta a ningún convenio colectivo de trabajo (CCT), lo que no impide que a nuestros empleados les paguemos un sueldo muy superior a los 4 000 francos mensuales o les ofrezcamos otros beneficios. En la plantilla hay trabajadores llevan décadas con nosotros”, anota Pierre-Yves Perrin.
Christophe Nicolet, gerente general de la compañía desde 2011, no es miembro de la familia fundadora de Felco, pero todas las acciones del grupo matriz siguen en manos de la familia. «Preferimos reinvertir las ganancias en la empresa que aumentar nuestros dividendos. Durante mucho tiempo, Felco ha sido capaz de autofinanciarse y utilizar el dinero de los bancos solo en ocasiones muy puntuales”, añade Perrin.
Tijeras eléctricas
A diferencia de muchos otros jugadores de la industria suiza, Felco no produce principalmente tecnologías con alto valor agregado. Su punto fuerte son herramientas básicas que se venden en el mercado por unas decenas o centenas de francos. El precio del modelo más tradicional, el Felco 2, cuesta 65 francos en Suiza y se ha vendido más de 15 millones de ejemplares en el mundo.
Como la competencia es feroz en todos los mercados nacionales, Felco ha apostado por innovar de forma constante. En años recientes, la firma suiza empezó a diseñar podaderas eléctricas a través de la empresa hermana Felco Motion.
«La idea es satisfacer las necesidades de nuestros clientes. Y no tememos que por ello vayan a desaparecer nuestras herramientas tradicionales, porque son productos complementarios”, dice Stephan Kopietzki, director de Ventas y Comercialización de Felco
Una marca genérica
La automatización de la mayoría de los procesos de producción ha permitido reducir los elevados costos característicos de Suiza. Felco decidió incluso producir dos de sus herramientas en el extranjero. Pero el resto de su catálogo son productos que tienen un fuerte vínculo con la etiqueta ‘Swiss Made’ (fabricado en Suiza) y con la plaza económica del Arco del Jura, así que no está en los planes deslocalizar las actividades del grupo, anticipa Perrin.
Además del ‘Swiss Made” la imagen de marca forjada por Felco a lo largo de tantos años sigue siendo el principal argumento de venta cuando se trata de convencer a profesionales y aficionados a la jardinería, que pagan hasta cuatro veces más por las tijeras de Felco que por las imitaciones que hay en el mercado.
Pero la notoriedad también supone desventajas. “De alguna forma somos víctimas de nuestro éxito. Al igual que las ventanas Velux, Felco se ha convertido en una marca genérica de referencia. Es decir, actualmente, todos intentan copiar nuestras podaderas, o al menos su diseño, y es muy difícil luchar contra estas falsificaciones”.
Puede contactar al autor de este artículo en Twitter: @samueljabergEnlace externo
Traducción del francés: Andrea Ornelas
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