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Suiza abandona la Iniciativa de Ginebra, pero ¿qué propone a cambio?

Jerusalem Este
Jerusalén Este es una zona muy disputada, como este barrio llamado Har Homa, con vistas a la ciudad bíblica de Belén, en Cisjordania, fotografiado en 2007. 2007 Getty Images

A 20  años del  lanzamiento de la Iniciativa de Ginebra, Suiza ha decidido dar vuelta a la página. A su juicio, el contexto político internacional ha cambiado drásticamente y llegó el momento de adoptar un enfoque "más innovador y eficaz".

La iniciativa de Ginebra, firmada en octubre de 2003 por un exministro israelí y un exministro palestino, e impulsada por el académico suizo Alexis Keller, fue concebida para convertirse, si no en la solución definitiva al conflicto de Oriente Medio, al menos en un primer paso hacia una resolución de alcance global.

“Era la primera iniciativa de este tipo que ofrecía algo concreto para resolver el conflicto en Medio Oriente”, recuerda Mohamed Chérif, ex corresponsal de SWI swissinfo.ch en Ginebra, quien cubrió este evento.

Sin repercusión

El año 2003 es recordado también porque Estados Unidos invadió Irak y la segunda intifada palestina alcanzó su apogeo. La intifada fue un movimiento violento en el que los palestinos se enfrentaron a soldados israelíes con piedras y se registraron atentados suicidas iniciados tras el fracaso de los acuerdos de Camp David del año 2000. En represalia, Israel bombardeó las Autoridades Palestinas en Gaza y Cisjordania.El saldo fueron 2.000 palestinos muertos y 1.000 israelíes.

Keller recuerda que la idea de la Iniciativa de Ginebra, iniciada en 2001, fue recibida con un gran optimismo y el proyecto fue concluido en Amman, Jordania, dos años y medio más tarde. «Existió un ambiente de respeto y reconocimiento recíproco entre las partes, que fue sellado por la alegría y la sensación de haber hecho historia”, expresó en entrevista a SWI.

Pese a ello, a 20 años de la firma, hoy queda claro que el impacto real fue limitado: abundan los asentamientos israelíes y los dos países mantienen latente un conflicto que produce muertos casi todos los días. A principios de julio, una ofensiva militar israelí en los territorios palestinos cobró ocho vidas y dejó 50 heridos.

Suiza, de hecho, ha anunciado que sólo financiará la iniciativa hasta finales del 2023.

Una decisión que sorprende al académico Alexis Keller, quien explica que “este texto sigue siendo el modelo más exitoso de solución que ha existido para los dos estados, especialmente considerando que el Departamento Federal de Asuntos Exteriores (DFAE) no ha anunciado ninguna otra alternativa concreta”.

La Iniciativa de Ginebra es, fundamentalmente, obra del académico ginebrino Alexis Keller y de su padre, un antiguo diplomático y banquero. Ambos se involucraron personal y financieramente en un proceso de negociación que a menudo registró avances en su chalet familiar en los Alpes berneses a partir de enero del 2001.

Un par de años después, el 12 de octubre de 2003, los esfuerzos culminaron en un texto de alrededor de 100 páginas firmado en Jordania por Yossi Beilin, ex ministro israelí, y por su homólogo palestino, el también ex ministro Yasser Abed Rabbo.

La Iniciativa de Ginebra previó grandes concesiones de ambas partes y abordó todas las cuestiones de fondo que han generado conflicto: el estatus de Jerusalén, el destino de los refugiados palestinos y el trazado de las fronteras.

El texto de la iniciativa fue escrito por miembros de la sociedad civil de Israel y de Palestina. Se distribuyó en los hogares de los dos bandos. Y fue apoyado por el ex secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, y por el ex presidente de los Estados Unidos, Jimmy Carter.

El gobierno israelí se opuso firmemente al documento, y algunos círculos han criticado una estrategia que consideraron siempre como una “interferencia” de Suiza en los asuntos israelíes.

La Iniciativa de Ginebra no fue el primer intento de anclar la paz entre Israel y los territorios palestinos. Existieron antes el Acuerdo de Oslo 1, firmado en 1993; el Acuerdo de Oslo 2, de 1995; el Acuerdo de Camp David, de julio del 2000; y un plan de paz presentado por el entonces presidente estadounidense William Clinton, en diciembre del 2000.

Una iniciativa atípica

La Iniciativa de Ginebra se distinguió, no obstante, por su voluntad de abordar en un solo documento los principales temas de disputa que dividían a los dos protagonistas del acuerdo: el estatus de Jerusalén, la evacuación de colonos judíos de casi toda la Cisjordania y la indemnización de los refugiados palestinos.

En principio, debía ser el primer paso para luego sentar a la mesa al entonces primer ministro israelí, Ariel Sharon, y al jefe de la autoridad palestina, Yasser Arafat. Lo más innovador de su enfoque era que se trataba de una iniciativa escrita por miembros de la sociedad civil israelí y también de la palestina, en vez de ser un documento negociado por los jefes de estado.

“(La iniciativa) aborda de inmediato frontalmente los problemas y prevé la integración de los resultados en un proceso más amplio”, dijo Alexis Keller durante su lanzamiento en 2003.

Un fracaso previsible

Vista a la distancia, una de las preguntas que surge en torno a la Iniciativa de Ginebra es si no estaba condenada al fracaso desde el principio. Nunca tuvo el respaldo de un gran movimiento solidario civil como lo deseaban los firmantes.

No había consenso al interior de la diplomacia suiza. Ariel Sharon jamás tuvo la intención de validarla y Yasser Arafat la apoyó, pero solo en el discurso.

Para Alexis Keller, tres razones explicarían el fracaso de la iniciativa que él mismo promovió: “Suiza no se comprometió lo suficiente, a diferencia de Noruega con los Acuerdos de Oslo. Existió un fuerte rechazo por parte de Israel, y faltó más apoyo de los países árabes”.

En Suiza, hubo división desde que la iniciativa dio sus primeros pasos. Micheline Calmy-Rey, miembro del Partido Social Democrático (a la izquierda del espectro político) y ministra de Asuntos Exteriores en aquel momento, apoyaba la iniciativa. Pero ella misma se encontraba aislada en el seno del gobierno suizo. Y nunca gozó de la mayoría parlamentaria necesaria para apoyarla.

Un tímido respaldo suizo que se fue mermando además con el paso del tiempo -la contribución helvética pasó de 1 millón de francos en 2009 a 180.000 francos en Enlace externo2021Enlace externo)-, lo que se tradujo en una falta de voluntad para su instrumentación.

La iniciativa demostró, según un experto que ha colaborado en proyectos del DFAE quien pidió conservar el anonimato, “la ingenuidad y el desconocimiento de Suiza sobre las dinámicas locales que dominan el Oriente Medio”. El texto apostó por la sociedad civil y por un apoyo de la opinión pública israelí y palestina que nunca llegó.

El distanciamiento de Suiza

Suiza evaluó la Iniciativa de GinebraEnlace externo en 2020 y concluyó que su eficacia había disminuido por la falta de apoyo político de Israel y Palestina. En enero de 2022, el DFAE decidió desvincularse financieramente de la iniciativa a finales de 2023Enlace externo.

El DFAE anunció una nueva estrategia para la promoción de la paz y el desarrollo en Oriente Medio y el norte de África que tomará el relevo a partir del 2024. Asimismo, Suiza está considerando trasladar la sede de la cooperación suiza de Jerusalén a Ramallah, como exigen los israelíes.

Calmy-Rey - Abbas
Micheline Calmy-Rey con el presidente palestino Mahmoud Abbas en Ramallah, octubre de 2005. Reuters / Loay Abu Haykel

Suiza enfatizó que poner fin a la Iniciativa de Ginebra no significa distanciarse de la región.

Al contrario, Andreas Heller, portavoz del DFAE, asegura que: “La búsqueda de una solución política al conflicto en Oriente Medio es una prioridad de la estrategia MENA (Oriente Medio y Norte de África) 2021-2024 del Consejo Federal”. Y afirma que Suiza destina 1,8 millones de francos suizos anuales a la “promoción de la paz y los derechos humanos”.

Además, Suiza creó un nuevo puesto para “promover soluciones concretas en la región”, con el nombramiento de un enviado especial para Oriente Medio. Un enviado que no reemplaza a ningún embajador regional de la zona.

Suiza está ausente

No obstante, estas decisiones son ampliamente criticadas por expertos y oenegés, que culpan a Suiza de dar un viraje a su política exterior en la región. Concretamente, la decisión de transferir la oficina de cooperación a Ramallah puede ser “interpretada como un reconocimiento implícito de la anexión de Jerusalén Este por parte del Estado de Israel”, según Nago Humbert, fundador de Médecins du Monde Suisse.

Una declaración hecha en 2018 por Ignazio Cassis, entonces ministro de asuntos Exteriores, ya apuntaba en esa dirección, al afirmar que “mientras los árabes no estén dispuestos a conceder a Israel el derecho a existir, Israel se sentirá amenazado y se defenderá”.

Sin embargo, para Alexis Keller, la actual política de Suiza en Oriente Medio sólo “encubre la opacidad de la política exterior suiza, pues si Suiza solo apuesta por la ayuda humanitaria y para el desarrollo, estará regresando a lo que hacía antes de la Iniciativa de Ginebra. No hacer política en una región donde todo es político”.

Texto adaptado del francés por Andrea Ornelas

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