Aguas subterráneas inundadas de pesticidas
Los pesticidas utilizados en la agricultura contaminan los mantos freáticos. Según un estudio de la Oficina Federal del Medio Ambiente, la mitad de las aguas subterráneas están contaminadas.
Por ahora, el agua potable no está amenazada.
El año pasado, la Oficina Federal del Medio Ambiente, los Bosques y el Paisaje (OFEFP), analizó 390 estaciones de medidas de las aguas subterráneas en 21 cantones.
Esta operación tuvo lugar en el marco del programa NAQUA, la red nacional de observación de la calidad de las aguas subterráneas, con prioridad en los sitios de captura del vital líquido en las zonas agrícolas.
De acuerdo con el estudio, más de la mitad de las estaciones analizadas revelan la presencia de pesticidas, principalmente herbicidas.
Diez por ciento de las estaciones estudiadas presenta inclusive concentraciones de substancias contaminantes superiores a 0,1 microgramos por litro. Dicho de otra manera, valores que sobrepasan las exigencias legales relativas a la calidad de las aguas subterráneas.
No es sorprendente
Por el momento, la situación no representa, sin embargo, una amenaza para el agua potable, subraya Daniel Hartmann, jefe de la sección de Protección de las Aguas Subterráneas de la OFEFP.
“Pero hay que saber que ciertas comunidades tienen la obligación de mezclar las aguas de los diversos mecanismos de captación, es decir, proceder a operaciones de dilución para obtener un producto adecuado para el consumo”.
En algún tiempo esta contaminación de las aguas podría representar un problema, sobre todo si se considera que 80% del precioso líquido consumido en Suiza procede de las reservas subterráneas.
Los resultados del estudio NAQUA no constituyen una verdadera sorpresa. En efecto, numerosas pruebas habían mostrado que los fertilizantes y otros productos fitosanitarios utilizados para la agricultura se infiltraban en los suelos añadiendo a las aguas subterráneas nitratos y pesticidas.
Las trampas del estudio
Lo que es sorprendente es que haya sido necesario esperar el año 2002 para que Suiza dispusiera por fin de datos científicos del conjunto del territorio.
Sobre todo, porque los primeros balbuceos del proyecto NAQUA, destinado a seguir la evolución a largo plazo de la calidad de las aguas subterráneas, data de 1985.
“Previo al inicio efectivo de los trabajos, tuvimos que convencer a los cantones de que el proyecto no buscaba instaurar un control sobre sus actividades”, admite Daniel Hartmann.
El especialista precisa que “la legislación en vigor para la protección de las aguas es suficiente pero que su aplicación es la que causa problemas”.
De hecho, el precioso líquido se clasifica entre las numerosas víctimas del federalismo. En efecto, si la Confederación define el cuadro legal de la protección de las aguas, son los cantones los que se encargan de su aplicación.
La ley del secreto
La legislación vigente establece la obligatoriedad de sanear las aguas subterráneas.
Las instancias cantonales –o las comunas y las sociedades privadas a las que éstas tienen permitido delegar sus competencias- tienen la responsabilidad de establecer las medidas necesarias para un eventual saneo.
No es sorprendente entonces que, hasta ahora, los cantones y las comunas hayan protegido celosamente su coto privado y hayan rechazado de entregar los secretos de sus fuentes a una instancia federal tal como la OFEFP.
La Oficina, por su parte, se limita a transmitir un impreciso mapa de las zonas contaminadas. En el documento se puede observar que la planicie suiza, zona agrícola por excelencia, se encuentra particularmente afectada.
De manera contraria, es imposible identificar de manera precisa las captaciones contaminadas con los pesticidas, puesto que la información también corresponde a los cantones.
Programas eficaces
De hecho, las historias de aguas sucias se ventilan de preferencia en privado. Tanto es así, que las comunas se encuentran en medio de las realidades económicas y sociales del mundo agrícola y las exigencias del medio ambiente.
Desde 1999, en conformidad con el artículo 62ª de la ley sobre la protección de las aguas, la Confederación mantiene proyectos regionales tendientes a limpiar las aguas subterráneas.
Esos programas se apoyan principalmente en la restricción de ciertas prácticas agrícolas. Son financiadas en 80% por la Confederación, mediante pagos directos, mientras que el 20% restante está a cargo de las comunidades y los cantones.
Si esas medidas han demostrado plenamente su eficacia, no han suscitado la confianza de los principales interesados.
Una prueba: los presupuestos previstos para esos programas son de 50 millones de francos anuales mientras que hasta ahora sólo se han utilizado 33 millones en forma global.
swissinfo, Vanda Janka
(Traducción Marcela Águila)
10% de las estaciones de agua presentan al menos una substancia con una concentración superior a 0,1 microgramos por litro.
La concentración más elevado para un conjunto de sustancias es 1,87 microgramos por litro.
En Suiza, las aguas potables proceden, en más del 80%, de las aguas subterráneas.
Cada día, una persona utiliza un promedio de 162 litros de agua potable.
La industria y el artesanado utilizan 242 litros.
Las necesidades de agua son cubiertas en 83% por las aguas subterráneas (mitad de las fuentes y mitad de las instalaciones de bombeo) y 17% de las aguas de los lagos.
Los servicios públicos de aprovisionamiento bombean cada año alrededor de 1,1 millones de metros cúbicos de agua, alrededor del equivalente del lago de Bienne.
La industria bombea 0,5 millones de metros cúbicos de agua suplementaria.
El costo de de explotación de los servicios públicos de aprovisionamiento de agua alcanza cerca de 1,2 millones de francos.
El precio del agua varia en función de la complejidad del tratamiento al que tiene que someterse.
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