Reto Habisreutinger,es un apicultor de Eptingen, en el semicantón de Basilea-Campo. Entre cerezos, realiza el control de sus paneles de miel, con ayuda del humo, para calmar a sus abejas.
Tomas Wüthrich
El idilio de antaño se esfuma con el paso veloz de los transportes pesados en la autopista en una paraje en el cantón de Berna. Allá, al fondo, las abejas.
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Markus Gabriel es jardinero y, por placer, también apicultor. Se encuentra en el techo de la casa de abejas 'Villa Stichmeinicht', construida en 1930.
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La reina con sus obreras (izquierda), mientras la miel desciende lentamente.
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Esta abeja salvaje, , la Osmia cornuta, en una flor de un manzano.
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En este plantío de cerezos, las abejas juegan un papel esencial.
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El biólogo Marc Schäfer, del Centro de Investigación de las Abejas de Liebefeld-Berna, alimenta a sus especímenes con una sustancia azucarada.
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El apicultor ambulante Thomas Amsler, de Schupfart, en el cantón de Lucerna, deposita sus colmenas en una pendiente cerana al Paso de Furka, cerca del Glaciar del Ródano, origen del río del mismo nombre, en plenos Alpes de Suiza.
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En pleno trabajo en la 'Villa Stichmeinnicht'.
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Jochen Pflugfelder y sus colegas del Centro de Investigación de las Abejas de Liebefeld-Berna intentan formar un enjambre de abejas.
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Y en el laboratorio, aquellas abejas que sufren de deformación de sus alas son examinadas a fin de obtener un diagnóstico viral.
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Thomas Amsler controla sus enjambres en el Furka.
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Producir miel, el objetivo, sea en un techo de un barrio zuriqués o en la montáña.
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Auto de otro apicultor ambulante en Berna.
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Al cuidado de una polinización ideal de las flores de los cerezos.
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y con ellas, el placer de su miel
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El 30% de nuestra alimentación y 70% de los productos forrajeros dependen de la polinización de los insectos. Suiza cuenta con una importante densidad de abejas, empero, su número decrece merced a enfermedades como la varroa destructor. Imágenes de Tomas Wüthrich.
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