Montañistas suizos asisten al Grupo de Socorro Andino
Los macizos nevados de Bolivia atraen cada año a unos 30.000 turistas extranjeros ¿Cómo evitar que pierdan la vida en un glaciar por un tobillo roto, si faltan medios de comunicación, camillas, arneses y otros equipos necesarios?
Dos montañistas suizos, Raoul Kaenzig y Louca Lerch, ayudan al guía boliviano Sergio Condori a consolidar un cuerpo de rescate. Las donaciones de deportistas e instituciones helvéticas han comenzado a llegar.
El turismo alpino es, ante todo, local y la mayoría de los rescates no ocurre en los glaciares, sino en caminos de herradura. Al ser popular como el fútbol, los senderistas tropiezan en una roca, se luxan un pie o sufren alguna lesión que es atendida cuanto antes gracias a los numerosos puestos de rescate dotados de suficientes medios técnicos, personal cualificado, seguro médico y un Cuerpo de Rescate Aéreo (REGA).
En cambio, el montañismo en Bolivia, señala Louca Lerch, es sobre todo un turismo extranjero, que tiene alto poder adquisitivo, paga relativamente bien a los guías y quiere hacer y ver mucho en más o menos un mes. La posibilidad de socorro es incipiente, porque aún descansa esencialmente en el guía, camillas rústicas y teléfonos móviles en vez de radiotransmisores.
Mientras en Suiza hay 3.000 las personas dedicadas al socorro, en Bolivia no llegan a 20 y ni pensar en un helicóptero, precisa Lerch para ilustrar la situación.
¿Osado y Quijote?
“Las montañas me inspiraron desde niño”, confiesa a swissinfo.ch Sergio Condori, de 30 años y guía profesional desde hace 12. Formado en 2005 en la estación alpina de Chamonix (Francia) acompaña cada año a entre 100 y 120 personas a la alta montaña.
“El año pasado hubo cuatro accidentes graves y una persona falleció en la cabeza del monte Condoriri”. Una muerte por congelamiento que un sistema de comunicación adecuado –que no existe- pudo haber evitado.
En esta parte de los Andes bolivianos “las montañas para las vías normales son tranquilas, pero aún así ocurren entre 3 y 4 accidentes por año y unos 3 en alta montaña”, precisa.
Esta realidad le impulsó a aprender rescate de alta montaña con expertos del valle italiano de Aosta y proceder luego a la creación del grupo Socorro Andino Boliviano, que a pesar de las carencias funciona desde 2007.
“Estamos trabajando para fortalecer la institución con mejores equipos, a través de amigos, porque es muy difícil ir al Gobierno y pedir una camilla”.
“Cuando presentamos el proyecto del grupo de rescate nos dijeron que no reunía los requerimientos del Ministerio de Educación. No entienden que el alpinismo no es matemáticas, física o química. Es una formación diferente y en Bolivia no hay un Escuela Superior”, recuerda con atisbos de amargura.
Fue entonces cuando su amistad con Raoul Kaenzig y Louca Lerch, dos geógrafos que preparan sus doctorados en Bolivia, le brindó la posibilidad de acudir a la solidaridad de montañistas, bomberos suizos.
Louca Lerch coincide en que “en las altas montañas bolivianas las condiciones son relativamente seguras y no hay demasiados accidentes recurrentes. Pero cuando ocurrían, hasta hace poco no había un grupo de rescate”. Cada uno de los montañistas corría el riesgo, porque los guías comenzaron a formarse recién desde 2005.
En Bolivia hay cinco montañas que se escalan quizás una o dos veces al año: Huayna Potosí, Tuni Condoriri, Sajama, Illampu e Illimani. Los miembros del grupo andino ya han hecho más de dos rescates en el Tuni Condoriri.
Convenio de solidaridad deportiva
“Nosotros tenemos muchos contactos en Suiza con gente que hace montañismo allí y algunos trabajan como bomberos, en tiendas de montañismo. Son practicantes de esta actividad y algunos ya vinieron a Bolivia”, cuenta Raoul refiriéndose al proyecto de ayuda a Sergio Condori y Socorro Andino Boliviano.
A esa acción de solidaridad deportiva ya han respondido el Cuerpo de Bomberos de Neuchâtel, una tienda de montañismo y gran parte de amigos personales que se concreta en el envío de camillas de socorro para el transporte de heridos, arneses especiales de rescate, mosquetones y otros en perfecto estado.
“En la alta montaña se arrastran las camillas y se destrozan rápido. El papá de Raoul acaba de hacernos llegar una”, tercia Sergio Condori. Y añade que en el futuro quieren tener una camilla en cada montaña. Producto de esa amistad han firmado un convenio para fortalecer el Grupo de Socorro Andino.
El turismo también se beneficia
“Lo importante es que algo está comenzando y esto puede acompañar un crecimiento del turismo para visitar las altas montañas de Bolivia”, pero a medida que el turismo crezca se hará necesario profesionalizar y dar la seguridad exigida por los visitantes. De lo contrario pierden entusiasmo, porque “morir en un glaciar por un tobillo roto ya no se considera aceptable”, subraya Louca.
Louca incide en que Bolivia es un país de montaña y no solamente los turistas tienen accidentes: un campesino que cae en la cordillera, un inesperado infarto en los Yungas o una mujer embarazada que por falta de rescate oportuno llega tarde al hospital, si acaso llega, paga con su vida la falta de socorro oportuno.
“En realidad, el tema del turismo es una parte de la problemática de atender emergencias de salud en territorios de montaña. El rescate es un eslabón del sistema de salud que a su vez es un eslabón de la industria turística”, explica.
En todo caso el grupo de Socorro Andino Boliviano podría servir de referencia si alguien toma el ejemplo y piensa en que la montaña no sólo atrae a montañistas, sino que a sus pies o en sus faldas tiene gente que respira con ella cada día.
Raoul Kaenzig, oriundo de Neuchâtel, tiene 27 años, es geógrafo y asistente de docencia en la Universidad de Neuchâtel.
Actualmente prepara un doctorado en Cambio Climático y Migraciones con investigaciones en Bolivia.
Louca Lerch, ginebrino, tiene 30 años, es geógrafo y catedrático en la Universidad de Ginebra.
Está preparando un doctorado sobre Distribución de Información Estatal, con investigaciones en Bolivia.
Sergio Condori, promotor del grupo Socorro Andino Boliviano, nació hace 30 años en la comunidad de Titicachi, Copacabana, cerca de la frontera boliviana con Perú.
Ha hecho cursos profesionales de guía de montaña en Chamonix (Francia), y de socorrista con expertos del valle italiano de Aosta. Es guía desde los 18 años.
Se calcula que unas 300.000 personas visitan Bolivia por año.
El 10% de ellos (unos 30.000) van a las montañas a escalar, hacer trecking o simplemente admirar los nevados andinos de Bolivia.
Sajama (6.542 metros)
Illampu (6.485 metros)
Illimani (6.462 metros)
Huayna Potosí (6.088 metros)
Tuni Condoriri (5.648 metros)
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