Por qué la huella de carbono de Suiza es mayor de lo que cree
Las emisiones de CO2 per cápita en Suiza son inferiores a la media mundial. Sin embargo, el panorama cambia radicalmente si tenemos en cuenta las emisiones relacionadas con los productos que importamos a diario del extranjero.
Las emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero en Suiza han descendido casi un 25% desde 1990Enlace externo, a contracorriente de la tendencia mundial. Las políticas climáticas nacionales y la mejora de la eficiencia energética han tenido un efecto positivo. ¿Ha logrado Suiza reducir su impacto climático? No exactamente.
El 9 de febrero de 2025, el pueblo suizo votará la iniciativa popular ‘Por la responsabilidad medioambiental’. La propuesta de los Jóvenes Verdes (partido afiliado a Los Verdes) exige que la economía tenga en cuenta los límites planetarios: las actividades económicas no pueden utilizar más recursos ni emitir más contaminantes de los que el planeta puede soportar, según la iniciativa.
Aquí explicamos los temas en juego en la votación popular y los argumentos a favor y en contra.
La iniciativa también incluye el cambio climático entre los límites que no deben superarse. El consumo de bienes y servicios genera emisiones de CO2 no sólo en Suiza, sino también en el extranjero, lo que repercute en el clima y el medio ambiente. Este artículo analiza las emisiones per cápita de Suiza y otros países en el contexto del comercio internacional.
Suiza también es indirectamente responsable de las emisiones que se producen en otros países. Se trata de las emisiones asociadas a la producción y el transporte de productos importados y consumidos en la Confederación. Por ejemplo, un ordenador fabricado en China, un coche producido en Corea del Sur o un aguacate cultivado en Brasil.
Estas emisiones de CO2 importadas son más de tres veces superiores a las nacionales. Es una de las proporciones más altas del mundo. Descuidar estas emisiones llamadas «grises» es dar una imagen distorsionada de la huella de carbono de Suiza y su población.
En las negociaciones internacionales sobre el clima y a menudo en los debates públicos sólo se presentan las emisiones territoriales «para demostrar que Suiza está entre los mejores de la clase», afirma Augustin Fragnière, del Centro de Competencia en Sostenibilidad de la Universidad de Lausana. Sin embargo, si se incluyen también las emisiones relacionadas con la importación y el consumo, «Suiza se encuentra entre los quince países con más emisiones per cápita del mundo».
La huella de carbono de una persona en Suiza es de las más altas del mundo
En Suiza, las emisiones de CO2 per cápita generadas por la industria y la quema de combustibles fósiles (3,7 toneladas en 2023) están disminuyendo y se sitúan por debajo de la media mundial de 4,6 toneladas. Augustin Fragnière sostiene que son relativamente bajas para una economía desarrollada como la suiza.
Otros Estados industrializados muestran tendencias similares, aunque países como Estados Unidos, Alemania y Japón se mantienen por encima de la media mundial.
Sin embargo, la situación cambia por completo si se tienen en cuenta las emisiones generadas en el extranjero: la huella de carbono per cápita de Suiza es de casi 14 toneladas al año, unas tres veces la media mundial.
La cifra sería aún mayor si también se tuvieran en cuenta las emisiones asociadas a los vuelos. De hecho, la población suiza se encuentra entre las que vuelan con más frecuencia. En Europa, sólo los habitantes de Bélgica y Malta tienen una huella de carbono mayor.
En Suiza, las emisiones asociadas a las importaciones netas (o emisiones relacionadas con el consumo) han aumentado alrededor de un 30% desde 2000, según el Global Carbon ProjectEnlace externo, una organización científica independiente cofundada por el Programa Mundial sobre el Clima. Esta progresión refleja el aumento del volumen de las importaciones en Suiza y del comercio internacional en todo el mundo en general. Por el contrario, la Oficina Federal de EstadísticaEnlace externo, que utiliza un método de cálculo diferente, habla de una tendencia sustancialmente invariable.
La discrepancia entre las emisiones nacionales (en descenso) y las importadas (sin cambios o en aumento) demuestra que la población suiza no ha modificado sustancialmente sus pautas de consumo, afirma Augustin Fragnière.
El 80% de la huella climática de Suiza se debe a las importaciones
Suiza tiene la mayor proporción de emisiones importadas en su huella de carbono (casi el 80%). Es un país de renta alta y, por tanto, consume mucho, señala Augustin Fragnière.
Según un estudioEnlace externo de la Oficina Federal de Medio Ambiente publicado el año pasado, son sobre todo los alimentos, los enseres domésticos y la ropa importados los que repercuten en la huella de carbono de los hogares suizos.
Sin embargo, no es sólo una cuestión de hábitos de consumo y nivel de vida.
Suiza dispone de pocos recursos naturales. Por ello, tiene que importar la mayoría de sus materias primas y productos industriales y agrícolas. La industria química y farmacéutica, por ejemplo, es el sector económico nacional que más emisiones de gases de efecto invernadero importa, según un reciente estudioEnlace externo de la empresa de investigación y consultoría Ecoplan.
El país está orientado a los servicios y no tiene grandes industrias contaminantes, como refinerías y acerías. Además, genera casi el 98% de su electricidad a partir de fuentes que no emiten CO2 (hidráulica, solar y nuclear). La media mundial se sitúa ligeramente por debajo del 40%.Enlace externo Eso significa que en Suiza la producción de bienes para la exportación, como maquinaria y relojes, es más «limpia» que la producción de los que importa.
Esto afecta al balance de emisiones asociadas al comercio y convierte a Suiza en un importador neto de emisiones de CO2. Lo mismo ocurre en casi todos los países europeos, en Estados Unidos y en muchos países africanos.
¿Quién es responsable de las emisiones importadas?
Las políticas climáticas internacionales y los objetivos de reducción de emisiones del Acuerdo de París -el principal acuerdo internacional sobre cambio climático- se centran exclusivamente en las emisiones territoriales. Ningún gobierno se ha comprometido aún a reducir las emisiones de CO2 importadas. SueciaEnlace externo fue el primer país en proponer un objetivo nacional para este tipo de emisiones en 2022, pero aún no lo ha adoptado formalmente.
Katarina Axelsonn, del Stockholm Environment Institute (SEI), instituto sueco de investigación dedicado al desarrollo sostenible y el medio ambiente, es coautora de un estudioEnlace externo sobre medidas para reducir las emisiones importadas en todo el mundo. Sostiene que la responsabilidad debe ser compartida entre ambas partes.
«Las empresas de los países productores, como China, deben adoptar prácticas sostenibles para reducir las emisiones relacionadas con la producción. Al mismo tiempo, los países importadores como Suiza y sus consumidores deben ser conscientes de sus pautas de consumo», escribe Axelsonn en un correo electrónico enviado a Swissinfo.ch.
El estudio del SEI ofrece una serie de recomendaciones. Entre las más importantes están los objetivos vinculantes en toda la UE para las emisiones relacionadas con el consumo y el apoyo a los países en desarrollo para que adopten prácticas de producción sostenibles.
Impuesto de CO2 a los productos contaminantes importados en la UE
Un impuesto sobre las emisiones de CO2 de los productos importados, como el que introdujo la Unión Europea en 2023, puede incentivar el consumo con menor huella de carbono, opina Elisabetta CornagoEnlace externo, investigadora del think tank británico Centre for European Reform.
«Los países importadores como Suiza y sus consumidores deben ser conscientes de sus pautas de consumo»
Katarina Axelsonn, Stockholm Environment Institute
El mecanismo de ajuste de las emisiones de carbono en la frontera (CBAM) grava determinados productos intensivos en carbono importados en la UE, como el acero, el cemento y los fertilizantes. «Aún es pronto para ver sus efectos en los flujos comerciales. Pero vemos que la CBAM ya ha animado a varios países no comunitarios a adoptar políticas que impongan un precio al carbono, como la creación de regímenes de comercio de derechos de emisión», afirma Cornago, citando el ejemplo de Turquía, Brasil e India.
Suiza no es miembro de la UE y hasta ahora no ha adoptado el sistema impositivo europeo sobre el CO2. En 2023, el Gobierno había recomendado renunciar a su introducción. Sin embargo, una iniciativa parlamentariaEnlace externo, que aún no ha sido tratada por el Parlamento, exige la creación de las bases para un mecanismo de ajuste del CO2 en las fronteras suizas.
La Oficina Federal de Medio Ambiente afirma que Suiza ya dispone de instrumentos para contrarrestar las emisiones importadas. La nueva ley federal sobre el clima, en vigor desde principios de 2025, señala, prevé ayudas financieras a las empresas que adopten tecnologías y procesos innovadores para reducir sus emisiones directas e indirectas.
Para Augustin Fragnière, la solución más eficaz sigue siendo consumir menos o consumir mejor. Por ejemplo, favoreciendo los productos que tienen menos impacto en el clima durante su fabricación.
Exigir productos más sostenibles, reutilizar los ya disponibles o, en la medida de lo posible, evitar su consumo, puede ayudar a reducir la presión sobre los recursos planetarios, coincide Katarina Axelsonn: «En última instancia, se trata de una responsabilidad compartida que requiere la colaboración transfronteriza para tener un impacto real y duradero».
Editado por Sabrina Weiss y Veronica De Vore. Adaptado del italiano por Carla Wolff
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