¿Un segundo parque nacional en Suiza?
El 27 de noviembre, los ciudadanos de 17 comunas de los Grisones y el Tesino se pronuncian sobre la creación del ‘Parque Adula’. A diferencia del nacimiento del primer parque nacional en 1914, la propuesta viene esta vez de los municipios concernidos. Sin embargo, hay resistencia entre la población local.
Todo está en calma en Hinterrhein, el último pueblo grisón sobre la carretera que conduce al paso del San Bernardino. Algunos pollos deambulan en medio de la calle, dos gatos se pelean. Un anuncio frente al ‘Bachhuus-Chäller’Enlace externo indica que el restaurante está abierto, pero ningún cliente ha cruzado el umbral del establecimiento. En este radiante día de otoño, el pueblo de montaña parece haber sido abandonado por sus habitantes.
Mientras que el crecimiento de las grandes ciudades suizas – Zúrich, Ginebra, Lausana y Basilea – continúa, así como la atracción de nuevos habitantes, las comunas de montaña se enfrentan a un movimiento inverso. Durante la última década, Hinterrhein ha perdido una tercera parte de su población. El pueblo tiene solamente 69 habitantes. La mayoría vive de la agricultura.
El día soleado cede paso a una noche clara y helada. Cerca de 70 ciudadanas y ciudadanos procedentes de las comunas de Hinterrhein, Nufenen, Splügen y Sufers convergen en una gran cabaña de madera construida sobre una colina aislada en las afueras de Hinterrhein. Los promotores del Parque Adula recorren desde hace una semana los valles de la región para convencer a la población de lo bien fundado de su proyecto. El resultado de la votación del 27 de noviembre es incierto. Para que el Parque Adula vea la luz se requiere la aprobación de 13 de las 17 comunas concernidas.
Desde el inicio de la velada informativa, Georg Trepp, alcalde de Hinterrhein, plantea claramente el propósito: “Se trata de algo mucho más que ganar o perder una votación. ¡En esto va nuestro futuro!”. El munícipe espera que el parque nacional ayude a los agricultores a comerciar sus productos a través del canal de venta directa, poniendo coto al éxodo rural.
Un proyecto de abajo hacia arriba
Sin embargo, el Adula enfrenta una fuerte oposición dentro de la población local. Para una gran parte de los habitantes del lugar resulta difícil acomodarse a las estrictas reglas de conducta que rigen el funcionamiento de un parque nacional. Una participante pregunta en tono crítico: “¿Le entendí bien? ¿Todo el mundo se verá obligado a caminar por el sendero una vez que esté fuera del pueblo?” Otros temen que las organizaciones de protección ambiental ganen mayor influencia. Ya ahora protestan a cada proyecto de construcción de graneros, afirma un participante que, sin embargo, se muestra favorable al Parque Adula.
Los promotoresEnlace externo del parque nacional conocen esos argumentos y están bien preparados. Así, el presidente de la Asociación Adula, Fabricio Keller, explica que el parque no estará en la categoría de reservas naturales, a diferencia del primer parque nacionalEnlace externo que nació en Engadina a principios del siglo pasado. Solamente la zona central está clasificada como área protegida, la zona de los alrededores es considerada como una mera “reserva de recursos a proteger”. En ella, prácticamente nada cambiaría para la población local.
Los promotores han insistido constantemente en que el proyecto del Parque Nacional no ha sido impuesto desde arriba, sino que nació desde abajo (‘bottom-up’). En 2000, la organización ecologista Pro NaturaEnlace externo lanzó un concurso comprometiéndose a destinar un millón de francos a la fundación de un segundo parque nacional suizo.
“Algunos representantes locales y regionales de nuestras comunidades se asociaron y se preguntaron si un concurso podría ser una solución a nuestros problemas”, señala Fabrizio Keller durante la reunión. La idea de un segundo parque nacional no nace de los políticos de Coira (capital de los Grisones) ni de Berna (capital del país), sino de los habitantes de las comunas de montaña.
El proyecto ilustra en miniatura el funcionamiento de la Confederación: 17 comunas con 16 000 habitantes de dos cantones y tres idiomas (italiano, romanche y alemán) se asociaron para darle forma. El proceso democrático tomó tiempo: se necesitaron 15 años de trabajo con los promotores solamente para la elaboración del mapa. Luego, más de 90 ciudadanos y organizaciones tomaron parte en una consulta, durante la cual se presentaron 730 solicitudes. La comuna de Calanca deseaba, por ejemplo, que el pequeño terreno municipal situado en la zona central fuera suprimido. La Confederación también intervino puesto que un lugar de tiro al blanco del ejército suizo quedaba en esa zona central. Algunas personas habrían sido favorables a la construcción de rutas suplementarias de senderismo, mientras que los defensores del medio ambiente y los guardias de caza querían suprimir algunas.
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Un parque que podría ser nacional
Los promotores han insistido en que las comunas integrantes de la organización son las que gestionarían el parque, y no la Confederación -como sucede con el otro parque nacional. “No vendemos nuestra alma al diablo, y mucho menos al WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza) o a Pro Natura”, indica el presidente de la Asociación Adula. “Queremos que la joven generación tenga la posibilidad de seguir viviendo aquí”.
La fecha del final del invierno
La población está bien informada. En el curso de la velada solamente son formuladas preguntas muy concretas. Por ejemplo, una asistente quiere saber cuándo termina exactamente el invierno y cuándo comienza el verano en lo que respecta a la aplicación de las reglas del estacionamiento. Respuesta: “Es diferente de un año a otro”. Otro ciudadano inquiere sobre el número de puestos de trabajo que serían creados gracias al parque nacional. Respuesta: 18. En una hora son contestadas todas las preguntas. La discusión continúa con un vaso de jugo de naranja, vino o cerveza en la mano.
¿Qué pasará después de la votación? Si 13 de las 17 comunas dicen ‘SÍ’ al parque nacional, los cantones de los Grisones y el Tesino presentarán una solicitud a la Confederación para obtener el sello de Parque Nacional. El parque nacional será explotado durante 10 años. Se necesitará luego un nuevo ‘SÍ’ de la población para continuar las operaciones. Si el parque fuera rechazado en las urnas, cada comuna que haya votado a favor podría hacer una nueva propuesta. Un proyecto modificado del parque nacional sería sometido de nuevo a las urnas. El proceso, que lleva tiempo pero mantiene activa la democracia directa, debería continuar de una u otra manera.
En su opinión: ¿tiene sentido la creación de un segundo parque nacional en Suiza?
Traducido del francés por Marcela Águila Rubín
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