Una cooperación que privilegia la colaboración
COSUDE aplica en Nicaragua una estrategia en la que participan beneficiados, organizaciones y autoridades locales.
Mediante programas de capacitación y seminarios, los nicaragüenses enfrentan el desafío de resolver sus carencias.
La Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE) arrancó en 1982, en Nicaragua, un Programa de Aguas y Saneamiento (Aguasan) tendiente a contribuir en el mejoramiento de las condiciones de vida de los pobres entre los pobres.
En efecto, las estrategias de apoyo de la cooperación helvética en Nicaragua están destinadas a los sectores más desfavorecidos de uno de los países con menor ingreso anual per cápita del continente americano.
El “plan de acción” de la cooperación helvética ha ido modificándose a lo largo de esos más de 20 años.
Xiomara Argüelles, asistente del proyecto Aguasan, explica que mientras que al principio la cooperación ofrecía proyectos de ayuda a los beneficiados, ahora los hace partícipes de ellos. La relación actual es de “socios” y los programas tienen así no sólo una mejor recepción, sino una serie de efectos de resonancia.
“En los años 80 se empezaban a ofrecer los proyectos, entonces la gente no los valoraba. Se empezó a analizar cuál era la situación y se determinó que hacía falta una concientización por parte de los usuarios de que necesitaban esa obra”.
De acuerdo con nuestra interlocutora, dentro de los procesos de trabajo de COSUDE “hemos aprendido que la comunidad debe sentir la necesidad del proyecto”, como uno de los primeros pasos dirigidos a la sostenibilidad de la obra.
Así pues, la estrategia de cooperación incluye ahora la participación de los beneficiados desde el punto de vista financiero, así como de mano de obra y mantenimiento.
Eso quiere decir que las comunidades beneficiadas deben solicitar el proyecto, financiar el 20% y participar en los trabajos correspondientes, tanto en el momento de la construcción como en su administración y mantenimiento. Todo ello se hace con el apoyo sistemático de COSUDE a través de talleres y seminarios de capacitación.
Otra de las características específicas de los programas de COSUDE tiene que ver con el enfoque de género:
“No basta con que las mujeres digan estoy de acuerdo. Los proyectos han fomentado la participación equilibrada. Tenemos comunidades donde las mujeres son líderes comunitarias y los hombres sienten que ya la carga no es sólo de ellos, sino que es compartida”, enfatiza Xiomara Argüelles.
No somos machos, pero somos muchas
“Esperaba a un grupo de 10 hombres y llegamos 30 mujeres. No quería trabajar con nosotras. Decía que no podríamos hacer el trabajo… ¡Pero pudimos. Entre cuatro hacíamos lo que un solo hombre. Nos juntábamos varias para mover las piedras y cargarlas… Sí que pudimos!”,
El testimonio es de Rosalía Reyes, coordinadora vecinal de Sirama Sur, municipio de Chichigalpa, y da cuenta de las peripecias que las vecinas tuvieron que afrontar durante la construcción del sistema de almacenamiento de agua para la comunidad.
Como parte del convenio, la comunidad tenía que aportar la mano de obra y, como los hombres estaban ocupados en sus tareas habituales, las madres de familia asumieron el compromiso. Así es que el ingeniero encargado de dirigir la obra recibió a un grupo de mujeres bien decididas a sortear las duras faenas.
“No estaba acostumbrado a trabajar con mujeres y hasta amenazó con demandarnos”, pero no lo hizo y ahora los habitantes de Sirama Sur disponen de agua potable.
Reducción de diarreas y hepatitis
Los más de 400 habitantes de la comunidad de Valle Mayorga no contaban con sistemas de agua ni letrinas. Las familias, por lo general las mujeres, tenían que buscar el vital líquido en sitios alejados, lo que les llevaba unas dos horas y a veces tenían que hacerlo dos veces en el curso de la jornada.
“Algunos tenían pozos, pero el agua estaba contaminada, y seguido había problemas de diarreas o hepatitis”, recuerda Verónica Guadalupe Mayorga, secretaría del comité de vecinos. Precisa que para extraer el agua tenían que utilizar mecates de 30 metros. Era muy duro”.
El comité está integrado por cinco mujeres y un hombre. Las madres de familia asumieron la tarea con una gran responsabilidad. “Nos sentimos bien comprometidas, si nos eligieron fue por algo”, resume la coordinadora, Elena Martínez.
Juan Manuel Rivera, el único representante masculino del grupo, destaca por su parte los avances que la comunidad ha logrado a través de la comunicación.
“Los talleres (de capacitación) nos han unido mucho. Antes, cada uno estaba en su casa y ya. Ahora no. Participamos en los talleres, hablamos, nos ponemos de acuerdo…”, enfatiza.
El alcalde de Posoltega, Ramón Andrés Díaz, subraya que ni las autoridades locales ni los municipios tenían experiencia en ese tipo de participación, en la cual todo mundo está comprometido. “Sabemos que si fracasa el proyecto, fracasamos todos, y trabajamos fuerte”.
Ya no tenemos que pagar
La Comunidad de Nueva Salvación, también del Municipio de Chichigalpa, está formada por 34 viviendas en las que viven 200 personas, entre las cuales 120 niños en situación de pobreza extrema. A muchos de ellos el huracán Mitch los privó de sus hogares, pero muchos nunca habían tenido un techo propio.
Ahora, esas familias cuentan con un terreno propio en el que han levantado sus viviendas: Débiles construcciones con láminas de zinc y trozos de plástico. Muchos de sus habitantes no cuentan con un empleo formal, ni siquiera con un empleo a secas, y sobreviven con las ganancias irregulares de trabajos domésticos en casas de particulares.
Sin embargo, los vecinos de Nueva Salvación lograron ponerse de acuerdo y participar en un programa de COSUDE/care para dotarse de letrinas y de un pozo de agua.
“Cuando llueve, estamos más protegidos ahí (en las cabinas de las letrinas) porque el agua se mete por el techo y las paredes de la casa”, asegura Dimara de los Ángeles Ovando, coordinadora del grupo.
Además, los vecinos ya no tienen que recorrer grandes distancias para ir a buscar el agua o comprarla a los dueños de pozos de comunidades vecinas.
“Agradecemos que vinieran con gran amor. Para nosotros ha habido un gran cambio. Sin el pozo estaríamos secándonos. Ahora hasta podemos darle agua a otros y los niños están felices y se enferman menos”.
En efecto, el pozo de la comunidad se convirtió en el sitio de encuentro del vecindario y en particular de los chiquillos que gozan enormemente con la tarea de limpiarlo mientras, por supuesto, se regalan un buen baño.
swissinfo, Marcela Águila Rubín, de vuelta de Nicaragua
El programa AGUASAN busca contribuir a mejorar las condiciones de vida de la población rural de Nicaragua a través del acceso y uso de los servicios de agua potable y saneamiento.
Iniciado en 1982, Aguasan ha ayudado a incrementar la cobertura del servicio de agua potable y saneamiento de la población rural en el país:
75,800 habitantes de las áreas rurales ha sido beneficiados con agua potable y 52,200 personas con saneamiento.
Objetivos de Aguasan en Nicaragua:
Apoyar a las instituciones del Estado involucradas en el sector agua y saneamiento a definir sus roles y responsabilidades para el desarrollo del subsector rural en concordancia con el marco legal reformado del sector.
Incrementar en forma sostenible el acceso y uso de agua potable y saneamiento en el subsector rural, con enfoque de género y participación local.
Contribuir a generar información de calidad sobre los recursos de agua subterránea en la región Central del País.
Fortalecer y profesionalizar los servicios de perforaciones de pozos de ENACAL
También se hace énfasis en la utilización de tecnologías apropiadas y una coordinación e información entre los diferentes actores.
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