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Catafixia: Una librería en el corazón de Ciudad de Guatemala que resguarda su memoria

Por David Toro Escobar

Ciudad de Guatemala, 20 sep (EFE).- Los editores Carmen Alvarado y Luis Méndez, fundadores de la librería Catafixia, cuentan como este espacio cultural independiente, anclado en el corazón de la Ciudad de Guatemala, mantiene viva, a través de los libros, la voz y memoria de aquellos que han «analizado y narrado» la realidad del país centroamericano.

Rodeada de antiguas joyerías y bares, Catafixia abrió sus puertas en diciembre de 2022, en el Pasaje Rubio, una emblemática edificación arquitectónica ubicada frente a la Plaza de la Constitución, en el centro de la capital, y cuyos pasillos han atestiguado muchos eventos históricos de Guatemala desde 1930.

«Un elemento histórico de este espacio es que justo donde está la barra fue donde el presidente Juan José Arévalo Bermejo (1945-1951), emitió su voto en diciembre de 1944», contó a EFE durante una entrevista el editor y arqueólogo Luis Méndez, cofundador de la librería Catafixia.

El local, que hoy resguarda decenas de obras literarias latinoamericanas desde poesía hasta memoria histórica, «estaba abandonado pero sentimos el llamado del lugar», indicó Carmen Alvarado, poeta guatemalteca que junto a Méndez, su esposo, se embarcaron en una travesía de más de una década de edición de libros que finalmente los llevó a la apertura de esta librería.

En 2010, Méndez y Alvarado iniciaron Catafixia como un proyecto de edición de libros de poesía de autores de diferentes países de la región, sin imaginar que más de una década después seguiría vigente y resistiendo de forma independiente, como casi todos los proyectos culturales en Guatemala.

Mantener viva la memoria

La intención de Catafixia, «es mantener viva la memoria no como quien ve para atrás sino conviviendo con el pasado. Es un ejercicio de resistencia, porque si todo fuera como el poder quiere viviríamos en una línea delgada del presente y eso es imposible e inhumano», expresa Alvarado.

«Tratamos de mantener acá, en la librería, la voz de aquellos que han pensando, desmenuzado e interpretado al país, porque los libros son las herramientas con las que contamos para resistir», agrega la poeta y editora de 38 años.

En las estanterías de madera los visitantes pueden encontrar libros editados por Catafixia de autores como Edilberto Torres-Rivas, María Jacinta Xón, Carlos Guzmán Bockler, quienes desde las ciencias sociales han aportado para entender las realidades de Guatemala y Centroamérica.

Además, títulos de poesía de autores como la guatemalteca Isabel de los Ángeles Ruano y extranjeros como el uruguayo Eduardo Espina o el chileno Raúl Zurita, esperan a los lectores en el centro de la capital guatemalteca.

También la editorial ha trabajado libros que recopilan los discursos de los ex presidentes guatemaltecos Juan José Arévalo y Jacobo Árbenz, considerados dos de los más importantes del país por sus reformas en el ámbito económico, educativo y social a mediados del siglo XX.

«Catafixia es un espacio donde aquellos que entran pueden ser sorprendidos por libros que no sabían que existían o que no se encuentran todos los días», agrega Luis Méndez sobre el contenido disponible en la librería.

Editorial autónoma e independiente

La librería, que se planta en el corazón de la Ciudad de Guatemala, nace en medio de una compleja coyuntura política marcada por la cooptación de espacios estatales y escasas iniciativas gubernamentales para el desarrollo intelectual y cultural de los habitantes del país.

«En Guatemala todo es independiente (…) no tenemos un aparato estatal que nos albergue, estaría muy bien que existieran estructuras pero con un país tan infestado de corrupción no se si estaría bien desear algo así», reflexiona Alvarado.

«La edición independiente es la forma en la que sobreviven los libros en Guatemala, es un rasgo de identidad. Los escritores tienen que hacer que las cosas sucedan», agrega la poeta y propietaria de Catafixia.

Los fundadores de este espacio cultural coinciden en que poder mantener vivos proyectos como una editorial y librería es «un acto de resistencia y autonomía».

«Nos sentimos acompañados por una enorme cantidad de gente y eso genera un compromiso permanente y cada vez mayor en la calidad y dinámicas que se genera alrededor de los libros», dijo Méndez.

En menos de un año de apertura, Catafixia se ha convertido no solo en un refugio de libros sino también en un «espacio de producción de pensamiento», donde se albergan conversatorios, presentaciones, exhibiciones de arte visual y plástico que necesitaban un lugar para existir.

De acuerdo con los fundadores de Catafixia, en el corazón de la capital guatemalteca existe un nuevo «ecosistema» de espacios culturales que han abierto sus puertas en los últimos 12 meses y es «fundamental para no sentirse solos y generar una dinámica diferente que la ciudad necesitaba», concluyó Méndez. EFE

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