China aumenta su influencia en una Birmania en conflicto y aislada del mundo
Paloma Almoguera
Singapur, 3 may (EFE).- A medida que el conflicto se agrava en Birmania, sumida en el caos y aislada del mundo desde el golpe de Estado del 1 de febrero de 2021, China, en pleno auge diplomático, aumenta su influencia en el país y su respaldo a la junta militar.
Tras mantener un perfil bajo en los casi dos años siguientes a la asonada, Pekín incrementa ahora su intervención en Birmania, donde la junta militar que se instaló en el poder es responsable de la muerte de más de 3.400 civiles, según la ONU, en un conflicto en plena escalada de violencia.
La actual visita a Birmania del ministro de Exteriores chino, Qin Gang, así lo confirma: durante una reunión el martes en Naypyidó con el jefe de la junta, Min Aung Hlaing, la de mayor nivel entre Pekín y los generales desde la asonada, el canciller subrayó el «apoyo de China a Birmania en la escena internacional».
«Durante un tiempo (China) jugó a dos bandas y se contuvo en hacer apuestas. Pero ya se ha hartado y se ha posicionado firmemente del lado de la junta», dice a EFE Zachary Abuza, experto en política y seguridad en el Sudeste Asiático de la Escuela Nacional de Guerra de Estados Unidos.
Los motivos son variados: por un lado, tras la consolidación en octubre del tercer mandato del presidente chino, Xi Jinping, Pekín está promoviendo en general su rol mundial como mediador en conflictos (con el exitoso ejemplo del reciente acuerdo entre Irán y Arabia Saudí, y ahora su acercamiento a Ucrania).
Por otro lado, en el caso de Birmania, país al que China suministra armamento y donde no ha condenado el golpe de Estado -si bien expertos coinciden en que no lo apoyó-, Pekín estaría temeroso de que una eventual victoria de la oposición prodemocrática, cuyo brazo armado gana terreno al Ejército, ponga coto a su influencia.
Así, China nombró en diciembre a un diplomático de alto perfil como nuevo enviado especial para Birmania, Deng Xijun, previamente encargado de la mediación entre Afganistán y los talibanes, quien se ha visto con los generales al menos dos veces desde su nombramiento, así como con milicias étnicas en Yunán (suroeste chino).
El objetivo inicial de China, que tiene 2.129 kilómetros de frontera con Birmania y es su mayor socio comercial, es asegurar que el Ejército protege y reinicia allí sus proyectos, algunos estancados desde el golpe, entre ellos los relacionados con ganar acceso al océano Índico a través del golfo de Bengala.
BIRMANIA, ESTRATÉGICO PARA CHINA
«China está molesta por no haber podido terminar su puerto en Kyaukphyu (en el estado occidental de Rajine). Pekín quiere controlar el circuito energético regional», especifica Abuza.
Birmania tiene una importancia estratégica para China: el acceso al Índico reduce la dependencia de Pekín del estrecho de Malaca (por donde pasa el 60 % del comercio marítimo mundial), ofreciendo rutas más cortas a mercados de Asia o Europa, y el país acoge oleoductos a través de los que transferir gas y petróleo a la provincia de Yunán.
China importa asimismo numerosas materias primas de Birmania. Según el Banco Mundial, Pekín ha cuadruplicado las importaciones de Birmania desde el golpe, valoradas en 500 millones de dólares antes de la asonada y en cerca de 2.000 millones de dólares a finales de 2022.
¿ESTABILIDAD A CUALQUIER PRECIO?
La estrategia de Pekín para defender sus cuantiosos intereses en Birmania es compleja. Además de acercarse a los militares, corteja a las organizaciones armadas de minorías étnicas, enfrentadas al Ejército desde hace décadas, con el fin de «propiciar un acuerdo duradero entre éstas y el régimen castrense», dice a EFE Richard Horsey, experto en Birmania de International Crisis Group.
Pero si bien algunas guerrillas tienen una larga historia de alianza étnica, económica y militar con China, otras respaldan al Gobierno de Unidad Nacional (NUG), el grupo opositor que se declara la autoridad legítima de Birmania tras el golpe, y a su brazo armado, las fuerzas para la defensa del pueblo (PDF).
«China las presiona, sin éxito de momento, para que frenen sus ofensivas contra el Ejército», afirma Abuza.
Aunque ahora China se incline por el Ejército, con el que mantiene históricamente una relación difícil debido en parte a sus lazos con algunas milicias étnicas, la volatilidad del conflicto birmano y el habitual pragmatismo de Pekín -que fue cercano a la líder derrocada, Aung San Suu Kyi, cuando estuvo a los mandos (2015-2021)-, hacen que no se descarte que dé un giro si cree que los generales pierden.
«China quiere que ganen los militares, pero la estabilidad es más importante. Si es viable un triunfo del NUG, hay muchas probabilidades de que lo apoye», apunta a EFE un portavoz del Gobierno paralelo.
Fuentes diplomáticas sobre el terreno que guardan el anonimato consideran que, en el fondo, China prefiere que «nadie tenga demasiado poder», pero que haya la estabilidad suficiente para poder llevar a cabo sus proyectos.
Sea cual sea su objetivo final, China se ha convertido discretamente en el actor externo «más proactivo» en Birmania, coinciden los analistas, frente a las divisiones de la regional Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) y ante la distracción de EE. UU. debido a la guerra de Ucrania. EFE
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