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2008: el miedo a los agujeros negros

Un sector del LHC, la máquina más grande del planeta. Keystone

Los científicos del CERN llevan trabajando desde hace al menos 20 años. Quieren construir una máquina que permita volver atrás en el tiempo, hasta el momento del big bang, para descubrir cómo se formó la materia y cómo nació el Universo.

En septiembre el Laboratorio Europeo de Investigación Nuclear (CERN) de Ginebra lanzó el experimento de física más grande del mundo.

El sueño se ha realizado —por lo menos en parte— el 10 de septiembre de 2008, cuando en el Laboratorio Europeo de Investigación Nuclear de Ginebra (CERN) se lanzó un haz de protones a través de un gigantesco acelerador de partículas, el Gran Colisionador de Hadrones (LHC, por sus siglas en inglés), la máquina más grande, compleja y costosa jamás construida.

Bastaron pocos días, sin embargo, para que el entusiasmo se evaporara. Una avería en el transformador primero, y una fuga de helio luego, obligaron a los científicos a parar la máquina, un parón que se prolongará probablemente hasta el verano de 2009.

Así las cosas, el día de la ceremonia oficial para la puesta en funcionamiento del LHC, el pasado 21 de octubre, de los diez jefes de Estado que habían prometido su presencia, sólo uno acudió a la cita en Ginebra: el presidente de Suiza, Pascal Couchepin.

¿Nuevos límites o fin del mundo?

Que una máquina tan compleja tenga problemas de rodaje no sorprende a los especialistas y no empequeñece para nada la grandiosidad de la empresa.

Para los escépticos, aquellos que intentaron parar el experimento dirigiéndose, sin éxito, al Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo, la cita con el miedo volverá a repetirse el día que en el anillo subterráneo de 27 kilómetros serán disparados no uno, sino dos haces de partículas. ¿Qué sucederá cuando los dos haces colisionen? ¿Se producirá un agujero negro que devorará el mundo entero?

Los físicos que trabajan en el CERN excluyen esta eventualidad. Esperan más bien poder encontrar respuestas al origen de la materia o localizar el fantasmal bosón de Higgs, la única partícula elemental del modelo estándar que aún no ha sido observado. La importancia teórica de esta hipotética partícula es tal que alguien llegó a bautizarla «partícula de Dios».

Un mundo (in)accesible

Uno de los problemas de empresas como la que se está llevando a cabo en el CERN es su distanciamiento con respecto a la vida cotidiana de la gente. Son muy pocos los mortales que disponen de la base necesaria para comprender un discurso de física teórica; átomos, partículas, materia oscura… son partículas misteriosas, que, con frecuencia, son percibidas como amenaza.

Se trata de un miedo atávico que se transforma en desconfianza hacia lo desconocido. En este cuadro —advirtió el teólogo Pierre Bühler en una entrevista publicada por la agencia ProtestInfo—, los científicos son vistos como pequeños doctores Faustus, que han contraído un pacto con el demonio para obtener poderes negados a los comunes mortales: el temor general es que éstos pierdan el control sobre esos poderes.

En Ginebra están realizando una labor de comunicación encomiable para vencer el miedo. Obviamente la materia es dura, pero hacer el trabajo de divulgación no es imposible. Una joven practicante del CERN se aventura a participar en un videoclip rapero para explicar cómo funciona el LHC. Publicado en Youtube, su rap sobre el Gran Colisionador de Hadrones ha tenido un éxito notable.

Tal vez no basta con tranquilizar a los que temen el fin del mundo, ni convencer de la utilidad de la empresa a quienes se preguntan cuántos bebés se podrían saciar con el dinero gastado para un metro del LHC. Pero la investigación, sobre todo la de base, que no implica resultados prácticos inmediatos, está acostumbrada a este tipo de objeciones.

Los científicos del CERN recuerdan que las tecnologías puestas a punto para el experimento han contribuido al desarrollo de Internet, los detectores de metales y otras herramientas útiles. Mientras tanto, reajustan el acelerador. Sólo dentro de un par de años se podrá decir con certeza si la construcción de semejante aparato habrá sido o no un paso importante para la humanidad.

swissinfo, Doris Lucini
(Traducción del italiano: Antonio Suárez Varela)

En el LHC, protones de gran energía en dos haces a contracorriente se harán colisionar para encontrar partículas exóticas.

Los haces de partículas contienen mil millones de protones. Son dirigidos por miles de imanes supraconductores y alcanzarán una velocidad próxima a la de la luz.

Los haces se mueven por lo general por dos tubos vacíos, pero en cuatro puntos penetrarán detectores donde se realizarán los experimentos más importantes. Esos cuatro detectores llevan los acrónimos ALICE, ATLAS, CM y LHCb.

En los detectores se producirán hasta 600 millones de colisiones por segundo. Las capas de los detectores en esos cuatro puntos experimentales registrarán los datos cuyo análisis informático podrá llevar al tan anhelado descubrimiento del bosón de Higgs, la supuesta «partícula de Dios».

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