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Ayuda Suiza a la producción de cacao en Madagascar para afrontar el cambio climático    

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En la empresa productora de cacao Sambirano S.A. en Ambanja, Madagascar, un trabajador malgache llena sacos con granos de cacao ya secos. Gianluigi Guercia / Swissinfo.ch

Madagascar es un frente importante en la batalla contra el cambio climático. La isla es fundamental para el futuro del chocolate; algo que la industria suiza sabe.

En esta isla tropical del océano Índico, el río Sambirano está flanqueado por aromáticos árboles de cacao y pequeñas parcelas de agricultores locales. Cada vez cuesta más mantener vivos esos árboles y cosechar los granos de cacao de alta gama que se consumen en Suiza. Un proyecto liderado por Suiza intenta mitigar en la región la amenaza del cambio climático, manteniendo abierta una línea de suministro vital para la industria chocolatera helvética.    

“Tengo árboles de cacao que se secan y mueren por el calor. Es como si se quemaran”, dice Hugues, un productor de cacao, mientras con un palo intenta recoger frutos maduros de las copas de los árboles. 

La temporada de lluvias —de noviembre a abril, normalmente— se ha vuelto más corta e intensa. Madagascar es vulnerable a intensos ciclones, cada vez más frecuentes y enérgicos. Estas tormentas han desviado el curso del río Sambirano, provocando inundaciones generalizadas y arrasando las parcelas de cacao de la ribera. Las lluvias de febrero fueron brutales.   

“Si no nos mata el calor, nos mata el agua”, se lamenta Hugues, adentrándose en la plantación.

Hugues es uno de los miles de agricultores que cultivan cacao en el valle de Sambirano, donde se encuentran las tierras cacaoteras más fértiles de Madagascar. La región es el centro de atención de proyectos internacionales que combinan la conservación y la agricultura. Uno de estos proyectos, que aborda la degradación del suelo y la deforestación, es el proyecto Paisajes del Cacao Resistentes al Clima, ejecutado por la ONG Helvetas, con sede en Suiza, con el apoyo de la Plataforma Suiza para el Cacao Sostenible, una alianza en la que participan fabricantes de chocolate, comerciantes, minoristas, ONG, instituciones de investigación y funcionarios públicos.

El río Sambirano parece tranquilo mientras en sus márgenes chapotean los niños y guían  por él a los flacos cebúes, un tipo de ganado con joroba. Las riberas destrozadas, no obstante, dejan entrever el devastador efecto de las inundaciones. Campos enteros de cacao han quedado arrasados durante la estación de lluvias. Esta es una de las zonas en la que la población local —con el apoyo de socios suizos— intenta afrontar el problema recurriendo a soluciones basadas en la naturaleza. 

Cacao de máxima calidad

Los granos de cacao de Madagascar son sinónimo de calidad. “El grano de Madagascar tiene un sabor excepcional”, cuenta Joël Frei, de la Plataforma Suiza para el Cacao Sostenible. “En Suiza nos hemos hecho al chocolate elaborado con granos procedentes de Ghana o Costa de Marfil, que también son de muy buena calidad. Las habas de cacao malgaches tienen un sabor ligeramente amargo, parecido al café. Son más afrutadas y complejas. En el sabor realmente marcan la diferencia”.

La fama del cacao de Madagascar se basa en su calidad y no, en la cantidad que produce. Con un rendimiento de entre 12.000 y 15.000 toneladas de cacao al año, Madagascar es un actor minúsculo si se compara con los pesos pesados de África, Ghana y Costa de Marfil, que juntos representan el 50 % del cacao mundial. En 2023 Suiza importó de Madagascar casi 1.000 toneladas de granos de cacao; una cantidad por debajo de la media, ya que en la última década importó entre 1.500 y 2.000 toneladas anuales.

A pesar de su producción modesta (en cuanto a cantidad), el cacao de origen malgache está relacionado con la excelencia. Algo que se anuncia con orgullo en las tabletas de chocolate de las empresas suizas, muchas de las cuales se abastecen en el valle de Sambirano y apoyan el proyecto Helvetas, igual que lo hace la Secretaría de Estado de Economía (SECO) a través de la Plataforma Suiza para el Cacao Sostenible.

El proyecto que ha puesto en marcha Helvetas, según Frei, es prometedor porque implica a un amplio abanico de personas en toda la cadena de suministro del cacao. La ONG coordina este proyecto que reúne a entidades públicas, privadas y locales para proteger y restaurar los ecosistemas del valle, muy dañados por la agricultura de tala y quema, la deforestación impulsada por la leña y los efectos del cambio climático. 

Felchlin —uno de los principales fabricantes suizos de coberturas y productos semiacabados de chocolate— apoya el proyecto y lo sigue de cerca, y tiene tres coberturas de alta gama con las notas afrutadas del cacao de Madagascar.

“El cacao de la región de Sambirano es uno de nuestros cacaos nobles de origen directo”, afirma Mirko Schneckenburger, responsable de marketing y comunicación de Felchlin, que tiene su sede en la región central de Suiza y está orientada al comercio entre empresas. “Nuestros clientes son chocolateros, panaderías y confiterías. El segmento premium de la gastronomía de todo el mundo”.

Polinización  del cacao manual   

Cerca de la ciudad de Ambanja, el canto de los pájaros y de los gallos se deja sentir mientras los agricultores examinan los árboles en busca de vainas de cacao listas para ser recogidas. Florica Malalanirina está más interesada en encontrar flores viables, tan pálidas que apenas pueden verse en la sombra que proyectan las copas entrelazadas de los árboles. El cambio climático está haciendo mella en los insectos que participan en el proceso de polinización y ha dado paso a nuevas enfermedades en la región.  

“Recurrimos a la polinización manual para aumentar el rendimiento de los árboles de cacao”, explica Malalanirina, una técnica agrónoma que ha crecido rodeada del dulce aroma de la caña de azúcar que su familia cultiva en la ciudad norteña de Ambilobe. Trabaja para Sambirano S.A., el proveedor de Felchlin en Madagascar. “El cambio climático ha afectado a la polinización porque muchos de los insectos que intervienen en ese proceso mueren por el calor”. 

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Polinización manual de un árbol de cacao en las afueras de la ciudad de Ambanja, en Diana, una región rica en cacao, el 19 de julio de 2024. Gianluigi Guercia / Swissinfo.ch

La polinización de las flores del cacao suele depender de los jejenes, unas moscas diminutas que se encuentran en las regiones tropicales. En vista del papel tan debilitado de estos polinizadores de la madre naturaleza, los cultivadores de cacao malgaches ahora realizan el proceso manualmente.

Para recoger el polen de un árbol y aplicarlo a una flor de otro árbol, Malalanirina utiliza un cepillo diminuto. La estructura única de la flor del cacao plantea retos para la polinización natural, ya que la forma delicada y compleja de la flor dificulta que el polen llegue al pistilo, o parte femenina, donde se produce la fecundación. 

Veronique Volohisoko cultiva cacao desde 2004. Sigue siendo un esfuerzo familiar, aunque la productividad de sus 200 árboles está disminuyendo. “Los árboles de cacao solían tener un rendimiento enorme; ahora es cada vez menor”, dice, culpando a las olas de calor y al exceso de humedad por el rendimiento relativamente modesto de esta temporada: 70 kilos.

Luchar contra la erosión y usar fertilizantes

La carretera que conduce a las aldeas de la región de Sambirano es accidentada y está sin asfaltar. Incluso cuando el tiempo es seco, los coches tienen problemas para recorrerla. A lo largo del camino destacan las formas de lágrima invertida de los lavakas [accidente erosivo típico del paisaje de Madagascar]. Estos barrancos se forman cuando las aguas subterráneas desestabilizan laderas empinadas, provocando que el terreno se hunda. Aunque siempre se han formado lavakas, la situación ha empeorado por factores, como la deforestación y la intensificación de los ciclos de lluvia y sequía, debido al cambio climático.    

“Los ríos del valle traen la erosión de las tierras altas, llenando nuestros campos de tierra arenosa e infértil”, apunta Raymond Mandiny, presidente del comité de la cuenca. “El cacao no crece bien en terreno arenoso, así que luchamos continuamente para recuperar la tierra negra necesaria para el cacao”.

Si no se interviene, habrá una degradación continua de la tierra, que amenazará el suministro del exclusivo cacao de alta calidad de Madagascar, así como los medios de subsistencia de las cerca de 30.000 personas que lo cultivan. Para contrarrestar esta situación, quienes cultivan cacao también están plantando árboles para reforestar las empinadas laderas de la región, propensas a la erosión.

Los abonos orgánicos también se están volviendo cruciales para que las plantas de cacao tengan éxito en un entorno de cultivo cada vez más frágil. El proyecto paisajístico trabaja para ayudar a que los agricultores lo adopten.  

“No se trata solo de prácticas agrícolas, sino de un cambio de mentalidad”, afirma Michel Razafindrabe, responsable de la iniciativa de cacao resistente al clima de Helvetas. “Los agricultores antes no utilizaban fertilizantes. Ahora, les enseñamos a usar ingredientes orgánicos”.

Las exigencias del mercado 

Las prácticas sostenibles pueden ser un duro argumento de venta para quienes cuya prioridad es poner comida en la mesa. En las zonas rurales de Madagascar la tasa de pobreza ronda el 80 %, y los ingresos medios suelen ser inferiores a 2 dólares diarios, lo que deja a las familias vulnerables ante las crisis económicas. Los poderes públicos locales aseguran que hay problemas más acuciantes, como la falta de apoyo técnico, el aislamiento debido al mal estado de las carreteras y la fluctuación de los precios del cacao.

Pero el mercado europeo exige productos libres de deforestación, y la normativa de la UE exige que a partir de 2026 haya una certificación libre de deforestación para el cacao y otras materias primas. Esto requiere rastrear toda la cadena del cacao hasta las parcelas concretas. Por ello, el proyecto liderado por Suiza en la región ayuda a los pequeños productores a conseguir títulos de propiedad y a recopilar las coordenadas geográficas de las parcelas de cacao, pasos esenciales para cumplir con las exigencias de la UE. 

No es fácil convencer a todo el mundo. “Hay quien ve la reforestación como una expropiación de tierras, y parte de nuestro papel consiste en explicar que estos esfuerzos no son para quitar tierras, sino para protegerlas para las generaciones futuras”, cuenta Razafinrabe, de Helvetas.

Pero a pesar de la ardua batalla, el alcalde de la comuna de Ambohitrandriana, Arona, ve signos de esperanza. “En solo un año, nuestra reforestación ha reducido la arena del río. La gente empieza a comprender la importancia de este trabajo. Suiza ve nuestro empeño en proteger el medioambiente, y eso nos motiva”, dice.

Texto original editado por Veronica De Vore; y adaptado del inglés por Lupe Calvo / Carla Wolff

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