El pasaporte COVID llega a Europa: ¿qué hará Suiza?
En Dinamarca, el Coronapas permite ir a un bar, un restaurante o a la peluquería. En Estonia se necesita un simple código QR para poder viajar al extranjero. La solución suiza estará disponible previsiblemente en junio.
«Si este es el precio que tenemos que pagar para volver a vivir en sociedad, entonces vale la pena. Estoy realmente contento de que sea de nuevo posible vivir en libertad, casi normalmente”, dice Gavin ante los micrófonos de la radio francesa FranceInfo. Es uno de los casi seis millones de daneses que están disfrutando del Coronapas, disponible desde principios de abril, para volver gradualmente a la normalidad.
Dinamarca ha sido uno de los primeros países europeos que introdujo un certificado COVID-19 obligatorio para acceder a determinados espacios, como restaurantes, museos, cines, teatros, peluquerías y salones de belleza. Pero este salvoconducto aún no es válido para viajar al extranjero. Copenhague espera el lanzamiento del certificado verde europeo en junio para que sus ciudadanos puedan viajar libremente por la Unión Europea (UE).
Estonia también ha lanzado recientemente su certificado de vacunación en forma de código QR, que el paciente puede generar en pocos segundos desde un portal nacional que contiene toda la información médica individual. «Queríamos ser de los primeros en introducir el certificado para simplificar al máximo la vida de nuestros ciudadanos», explica a SWI swissinfo.ch Kalle Killar, subsecretario general de desarrollo e innovación de los servicios electrónicos del Ministerio estonio de Asuntos Sociales. Estonia, una de las naciones más digitalizadas del mundo, está considerado como el país líder en sanidad electrónica en Europa.
A diferencia de Dinamarca, Estonia no pretende actualmente autorizar el certificado para uso nacional, sino solo para viajar fuera del país. «En la UE, lo más importante es evitar cualquier forma de discriminación», dice Killar, que no es partidario de utilizar un certificado COVID para acceder a servicios como ir a un restaurante. «Todavía no tenemos suficientes vacunas, y aunque las tuviéramos, la pregunta que hay que hacerse es: «¿es esta realmente la sociedad que queremos?». Espero que no se llegue a eso».
«Una cuestión de justicia sanitaria»
En Suiza, un país en el que las leyes de privacidad y protección de datos son en general menos restrictivas que en Dinamarca y Estonia, el certificado COVID estará disponible a más tardar a finales de junio. Se necesitará para el acceso a establecimientos nocturnos y eventos multitudinarios y servirá para viajar al extranjero, tal y como acaba de anunciar el Gobierno. Las autoridades especificarán la forma exacta más adelante.
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El certificado COVID previsto será solo temporal
Lo que sí es seguro es que será documento «uniforme, infalsificable y reconocido internacionalmente» para poder salir y entrar en el país, según consta en el sitio web de la Oficina Federal de Salud Pública (OFSP). El certificado tendrá una duración limitada y está destinado a las personas que se hayan vacunado contra el virus, se hayan recuperado o quieran certificar que han dado negativo en una reciente prueba PCR.
«Estas medidas deberían ser temporales», dice a swissinfo.ch Samia Hurst-Majno, experta en bioética y miembro del grupo de expertos COVID-19 que asesora al Gobierno. La base legal del certificado se encuentra en la ley COVID-19, que se someterá a votación popular el próximo 13 de junio y que, en principio, solo estará en vigor hasta finales de 2021.
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Las críticas obligan a someter a votación la política anti-COVID-19 del Gobierno
Hurst-Majno considera que el certificado de vacunación no debería aplicarse hasta que todos hayan tenido la oportunidad de vacunarse. «Dicho certificado es una cuestión de justicia sanitaria. Es inevitable que se utilice para viajar, pero para otros fines [como ir a un restaurante] es importante tener un documento al que también puedan acceder las personas que están a la espera de ser vacunadas», señala.
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Para evitar discriminaciones, el certificado tampoco debe impedir el acceso a bienes y servicios esenciales, dice Hurst-Majno. «Sin embargo, la legislación suiza es muy permisiva con respecto al derecho de las personas a elegir sus propios clientes», destaca la experta. «Esto significa que una empresa privada podría decidir legalmente restringir la entrada a su establecimiento solo a las personas vacunadas”.
Libertad, pero ¿a qué precio?
Anita, una enfermera danesa, no está dispuesta a tener que mostrar un certificado negativo a la entrada de un bar o un restaurante. «Es un asunto realmente privado. La gente puede juzgar a los que no quieren vacunarse”, ha declarado a la radio FranceInfo.
Aunque la mayoría de los daneses han acogido hasta ahora la iniciativa del Coronapas, Anita no es la única que tiene dudas. El Consejo de Ética danés también advierte de las consecuencias sociales del salvoconducto y recomienda que se utilice durante el menor tiempo posible, tal y como pretende hacer Suiza.
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Anne-Marie Gerdes, presidenta del Consejo de Ética danés, declaró recientemente que el salvoconducto es como un “premio” para animar a la gente a vacunarse, pero afecta a que puedan elegir libremente si quieren hacerlo o no. Además, Gerdes sostiene que puede que algunos segmentos de la población no tengan acceso al Coronapas, por ejemplo, las personas con discapacidad, sin hogar o las que viven en zonas remotas y desatendidas, que ni siquiera tienen garantizado el acceso a los test. Esto creará desigualdades.
A Christopher Dye, profesor de epidemiología de la Universidad de Oxford, también le preocupa el acceso y la eficacia de las vacunas para los grupos que fueron excluidos de los ensayos clínicos, como los jóvenes menores de 16 años y las mujeres embarazadas y lactantes.
«El tema de los jóvenes es fuente de mucho debate», dice Dye a swissinfo.ch. «Por el momento disponemos de datos parciales que nos hacen pensar que la vacuna es eficaz y segura para los menores de 16 años, y que probablemente ayudará a detener la transmisión, pero los datos completos aún no están disponibles».
A pesar de ello, Christopher Dye considera que los certificados son una herramienta válida – en combinación con otras medidas como la cuarentena y las pruebas – para pasar a una reapertura gradual de la sociedad, al tiempo que se protege a la población del virus. Según el profesor de Oxford, el debate sobre el uso del certificado para acceder a los servicios, por difícil que sea, es necesario.
La carrera por el certificado
Hasta ahora, tanto en Dinamarca como en Suiza, este debate ha llevado a la conclusión de que el certificado COVID se expedirá a todas las personas que hayan sido vacunadas, se hayan recuperado o hayan dado negativo en una prueba reciente. Ambos países confían también en los test masivos gratuitos como estrategia para salir de la crisis.
En Suiza, la presión para alcanzar una solución lo antes posible es muy alta. Tras un breve periodo de consultas, la Oficina Federal de Sanidad (OFSP) ha optado por una solución técnica para el certificado desarrollada por la Oficina Federal de Tecnologías de la Información y Telecomunicaciones (OFIT). Según la OFIT, esta solución es compatible con el certificado verde de la UE, además de segura, sencilla y de código abierto. Sin embargo, otros grupos de interés también emitirán sus propios certificados.
Por ejemplo, la Asociación Suiza de Médicos FMH y la asociación de farmacéuticos Pharmasuisse, que recientemente propusieron a la Confederación una solución «rápidamente viable y adecuada para el uso diario», podrán utilizar su propia plataforma sin tener que cambiar a la solución nacional.
La aerolínea SWISS está probando el IATA Travel Pass, un pasaporte sanitario digital basado en una aplicación que ha creado la Asociación Internacional de Transporte Aéreo.
«Hay que tener mucho cuidado de no crear algo con prisas, sin haber pensado en todas las implicaciones», sostiene Carmela Troncoso, directora del Laboratorio de Ingeniería de Seguridad y Privacidad de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL), que ha desarrollado, entre otras, la aplicación de rastreo SwissCovid. Troncoso opina que el uso del certificado dentro de Suiza debe ser considerado cuidadosamente. «Las soluciones técnicas que creamos tienen implicaciones sociales a largo plazo», dice.
En Dinamarca, Coronapas es el resultado de una colaboración pública entre varios ministerios e instituciones. En Estonia, en cambio, la infraestructura para el certificado se creó en colaboración con la empresa privada Guardtime, que ha sido el socio preferido del Gobierno estonio para los proyectos de digitalización durante años. «Pero se trata de una solución totalmente gratuita», señala Aurora Ursula Joala, representante del Ministerio estonio de Asuntos Sociales ante la UE. «Esto también es importante para la aceptabilidad».
Traducción del italiano: Belén Couceiro
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