Control insuficiente de los alimentos transgénicos
Los criterios de la legislación sobre los alimentos modificados genéticamente se aplican en Suiza de manera insuficiente, acusa la Comisión Federal de Etica.
Reabierto el debate sobre la libertad de escoger de los consumidores.
En Europa y en Suiza, la mayoría de la población rechaza el consumo de alimentos genéticamente modificados porque teme que puedan tener efectos contraproducentes para la salud, el ambiente y la agricultura.
«Temores que son tomados en serio» señaló Klaus Peter Rippe, presidente de la Comisión federal de ética para la ingeniería genética en el sector no humano (CENU), en la reapertura del debate sobre la legislación y comercio de los OGM.
Con ocasión de la publicación de un folleto informativo acerca del empleo de los OGM (Organismos genéticamente modificados) en los alimentos, la Comisión cuestiona las normas que regulan en Suiza su comercio. Las considera insuficientes.
Protección insuficiente de los consumidores
La actual legislación permite vender productos que contienen hasta 1% de organismos genéticamente modificados, como si se tratara de alimentos convencionales.
De esta forma, según la Comisión, la protección de los consumidores no está garantizada completamente. El hecho de que el consumidor pueda escoger sólo productos cuyo contenido en OGM es certificado oficialmente, es contrario al principio de la «protección contra el engaño».
«Debido a los temores de que esos productos puedan representar algún riesgo para la salud, es fundamental que exista información correcta sobre la presencia de los OGM en los alimentos», estima a su vez la doctora del cantón Tesino, Cornelia Klauser-Reucker.
La doctora, que intervino en nombre de la Comisión, estima que los métodos de control existentes no permiten detectar el porcentaje total de los OGM contenidos en los alimentos.
No hay garantías sobre los efectos para la salud
Otro de los aspectos cuestionados por la Comisión se refiere al concepto de «equivalencia sustancial», con el que se busca garantizar que un alimento modificado genéticamente posee el mismo grado de seguridad para la salud que un alimento normal.
Según Martine Jotterand, profesora de citogenética del Centro Hospitalario Universitario del cantón de Vaud, (CHUV) la comparación bioquímica y tóxica, tal como se efectúa, no es suficiente para determinar con absoluta certeza el grado de seguridad alimentaria de un producto que contiene OGM.
Desde el punto de vista ético, según las conclusiones de la doctora Jotterand, es necesario recurrir al principio de la precaución.
Puntos de vista diferentes sobre la precaución
Sobre la necesidad de profundizar acerca del principio de la precaución, la Comisión es unánime en que se aplique a la seguridad alimentaria, pero existen divergencias internas en cuanto a la forma de aplicarla.
Una minoría está a favor de una moratoria sobre el comercio de los OGM, mientras se espera que se demuestre que esos productos no representan ningún riesgo para la salud ni para el medio ambiente, precisó el profesor de derecho de la Universidad de Basilea, Kurt Seelmann.
Pero la mayoría de la Comisión está de acuerdo en una línea no tan radical, fundada en que el comercio OGM con un grado de potencial de riesgo, no sea completamente prohibido, sino sujeto a medidas de control a largo plazo.
Libertad de escoger
Otro principio que la Comisión hizo suyo, es el de la «libertad de escoger», que en una economía de mercado incumbe a cada consumidor. En lo que se refiere a los OGM, la libertad no debe ser concebida como un derecho de reivindicación, sino como un «derecho de rechazo».
«En cuanto al derecho de rechazo, la libertad de decidir implica que nadie esté obligado a consumir productos modificados genéticamente y que el consumidor pueda disponer de productos convencionales,» señala Bernard Baertschi, filósofo de la Universidad de Ginebra.
Esta postura, según Baertschi, podría acarrear consecuencias para la agricultura helvética, «puesto que en un territorio exiguo como el de Suiza, la convivencia entre una agricultura transgénica y convencional es prácticamente imposible».
El filósofo se refiere en particular a los riesgos de contaminación que serían demasiado altos y, consiguientemente, la libertad de elección podría significar también renunciar a los cultivos de productos genéticamente modificados en Suiza.
swissinfo, Andrea Tognina
(Traducción Alberto Dufey)
La población suiza teme los efectos para la salud de los alimentos que contienen OGM.
Comisión Federal de Etica cuestiona la falta de garantías de seguridad.
Los consumidores deben tener libertad absoluta para escoger sus productos.
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