Coronavirus: Suiza cuenta sus muertos
Las cifras confirman que la segunda ola de la pandemia es más violenta que la primera, especialmente en Suiza. Y esto también se ve reflejado en el número de muertes: este otoño ha fallecido un 40% más de personas que en la primavera, con un total de más de 4 100 personas fallecidas. ¿Quiénes son las víctimas de la COVID-19?
A principios de junio de 2020, 1 707 personas (sobre todo mayores) habían muerto en Suiza a causa de la COVID-19. Cansados del macabro recuento de víctimas diarias, la población se acostumbró a días o incluso semanas sin anuncio de fallecimientos por coronavirus. La primera ola había pasado.
Según los registrosEnlace externo de la Oficina Federal de Estadística (OFS, por sus siglas en francés), el pico de la pandemia que se alcanzó a mediados de abril se tradujo en más de 400 muertes adicionales en una semana, con relación a una tasa de mortalidad normal, calculada sobre la media de los cinco años anteriores. Y esto solo entre las personas a partir de los 65 años, porque entre los más jóvenes la COVID-19 no había tenido un impacto estadísticamente significativo.
Las consecuencias son conocidas. Durante el verano la población suiza –un poco eufórica, demasiado confiada e insuficientemente disciplinada– relajó sus esfuerzos de prevención, y de nuevo comenzaron a subir las curvas. A partir de mediados de octubre, la tasa de mortalidad de los mayores de 65 años ha vuelto a sobrepasar la media de un año normal. En un mes va a superar el pico de la primavera: solo en una semana ha habido más de 600 ancianos muertos más que en un año normal. Y también esta vez los jóvenes salen mejor parados. La variación de muertes entre la población joven se mantiene dentro del rango medio.
Siempre ancianos y hombres
Si observamos las tablasEnlace externo de la Oficina Federal de Salud Pública, podemos ver que las víctimas de otoño apenas se distinguen de las de primavera. El virus ataca, en primer lugar, a las personas débiles, ya sea por edad o por otras patologías, lo cual a menudo va unido.
El 68% de las personas que fallecieron en la primera ola de COVID-19 tenían 80 años o más. En la segunda (hasta ahora), la proporción es del 71% (de personas de 80 años o más). En ambas olas el 28% y el 25% de las personas fallecidas tenían entre 60 y 79 años. Todas las demás víctimas (el 4%) tenían entre 30 y 59 años, con una única excepción: un niño menor de 9 años que murió a finales de mayo.
Otra desigualdad evidente se ha constatado desde el principio y en todo el mundo: el virus mata a más hombres que mujeres. En Suiza, el 58% de las víctimas (desde el comienzo de la pandemia) son hombres. La explicación –en la que trabajan muchos investigadores de todo el mundo– se debe a varios factores.
Hay más hombres que mujeres en los grupos de riesgo. Un equipo de la Universidad de Illinois en Chicago recientemente ha puesto de manifiesto el papel de las hormonasEnlace externo sexuales femeninas, que podrían tener una función antiinflamatoria y protectora contra las formas graves de la enfermedad.
Uno de los mejores sistemas de salud del mundo
Suiza, con su alto nivel de vida y eficiente sistema de atención sanitaria, resiste bastante bien a la pandemia con relación a otros países. No obstante, este otoño algunos cantones francófonos han ostentado el triste récord de ser una de las regiones con más nuevos casos en Europa. Pero a pesar de esto, los hospitales pueden hacer frente al problema. Si observamos el número de muertes con relación a la población del país, el resultado es bastante mejor que en muchos países desarrollados.
En Suiza hasta ahora la COVID ha matado a una de cada 2 000 personas, lo que significa alrededor de 50 víctimas por cada 100 000 habitantes. Una comparación:
- Bélgica 135
- España 87
- Reino Unido 85
- Brasil 81
- Italia 80
- Estados Unidos 78
- Francia 72
- Suecia 64
- Portugal 35
- Austria 27
- Alemania 17
- Grecia 15
La comparación, por supuesto, no es segura. Sabemos que los países más pobres no tienen medios para realizar estadísticas fiables y que algunos regímenes autoritarios son reacios a dar cifras o simplemente a reconocer el problema.
En Suiza, lo que complica las cosas es el federalismo, ya que las cuestiones de salud son competencia de los cantones y no del Estado. Además, las estadísticas de mortalidad no dicen nada sobre el lugar exacto de la muerte, y sabemos que muchos enfermos fallecen en residencias de ancianos. La cuestión de si todos estos casos se registran como COVID sigue abierta.
De todos modos, la curva de decesos –que sigue unas semanas a la de las infecciones– también está bajando. Pero tal y como una y otra vez repiten las autoridades, no es motivo para relajar los esfuerzos de prevención.
Traducción del francés: Lupe Calvo
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