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Deuda suiza con una infancia espoleada

Huérfanos o abandonados, miles de niños sufrieron tratos crueles en instituciones públicas. Keystone

Reclamo generalizado por rescatar del olvido los sufrimientos de niños suizos internados en instituciones o entregados a familias ajenas en pleno Siglo XX.

La Confederación espera el acuerdo de los cantones para emprender una investigación de carácter nacional sobre las terribles condiciones a que fueron sometidos esos «hijos de nadie».

«El poder político debe intentar establecer la amplitud del problema, saber cuántos niños pasaron por eso; determinar la expoliación que sufrieron, cuáles de sus derechos fueron violados; reconocer e indemnizar a las víctimas», sentencia el profesor Pierre Avvanzino.

Con treinta años consagrados al estudio de la educación especializada y una larga trayectoria de compromiso con las víctimas de maltrato, el historiador y pedagogo advierte que sin ese reconocimiento, el Estado «corre el riesgo de ponerse en contradicción son su ética social».

De los niños que nos ocupan, hoy personas en edad avanzada, sostiene la también historiadora Geneviève Heller:

«Acumularon sufrimientos en todos los registros, en el terreno de las privaciones de la alimentación, alojamiento, vestido. Privaciones sin duda mucho más crueles en el terreno afectivo. Violencia, golpes. Privaciones a nivel de la instrucción, de posibilidades de formación, de perspectivas profesionales…»

Destrucción de datos sensibles

Pierre Avvanzino y Geneviève Heller realizaron en el 2003 una serie de entrevistas con los otrora ‘enfants placés’ (niños colocados) o ‘Verdingkinder’ (niños alquilados –en referencia a aquellos que fueron entregados a ‘familias de acogida’ para trabajar a su servicio).

Al año siguiente, ambos participaron en un estudio exploratorio tendiente a determinar si existían las condiciones necesarias para efectuar una investigación de mayor profundidad, a escala nacional, sobre ese aciago episodio de la «protección» a la niñez.

«Pudimos constatar la destrucción de datos sensibles. (…) Hay restricciones para tener acceso a los archivos y la situación es muy compleja pero la investigación puede efectuarse», precisa Geneviève Heller, bajo cuya dirección se llevó a cabo el estudio que abarcó los cantones de Berna, Zúrich, Friburgo, Ginebra, Tesino y Vaud.

La realización de ese que sería el primer paso para sacar a la luz pública, de manera ordenada y con todo el rigor de la ciencia, las tribulaciones de unos 100.000 menores internados en instituciones y/o entregados a familias de acogida hasta 1960, obedece a la lucha sin tregua de una de esas víctimas, Louisette Buchard-Molteni (1894-2004).

«Reivindico el derecho a protestar»

«Me despojaron de demasiado, más allá de lo reparable. Mis derechos más elementales fueron escarnecidos hasta su desaparición. No olvidaré nunca. No, no perdono. Reivindico el derecho a protestar aun si trastorno el orden público que se pretende honesto. No temo nada.

«No pretendo cambiar el mundo, me gustaría solamente hacer lo mejor que pueda para que lo que viví no se reproduzca», escribió Louisette en la narración de su vida: ‘La Vuelta a Suiza en Jaula’ (En Más sobre el tema: Un calvario que busca Redención).

En el 2004, y a los 70 años, Louisette inició una nueva manifestación de rechazo tras la noticia de que sería abandonada la moción introducida en 1999 por el legislador Jean Charles Simon para solicitar una investigación científica a escala nacional sobre el tema.

«Descorazonada, decidió hacer una huelga de hambre (no era la primera). Se instaló en las escaleras del Departamento de la Formación de la Juventud (Vaud) con una pancarta en la que acusaba a las autoridades federales de desdeñar esa solicitud. La situación era urgente, se advirtió que Louisette no se movería sin una promesa…», recuerda Geneviève Heller.

Y lo logró…

La legisladora Anne Catherine Lyon -que la veía todos los días- y Charles Kleiber, titular de la Secretaría de Estado para la Educación y la Investigación (SER) –que la conocía de tiempo atrás-, «tomaron la decisión de que algo tenía que hacerse». Y, poco después, las autoridades federales anunciaron la realización del estudio exploratorio a cargo de la profesora Heller.

El informe correspondiente, elaborado con la participación de una decena de historiadores, fue enviado por la SER a la Conferencia Cantonal de Asuntos Sociales, de Justicia y de Tutela y, según declaraciones que Kleiber hizo a la prensa en enero pasado, la respuesta estaría por producirse.

«Nuestra opinión preliminar es que hay que ir más lejos y plantear otras preguntas en torno a esos acontecimientos», dijo entonces el responsable de la SER para añadir que el interés que motivaba ese compromiso tenía que ver con la investigación histórica y el trabajo de memoria. Aclaró que «no estamos en una lógica de reparación».

Evitar nuevas injusticias

Inquirida sobre la pertinencia de contemplar una indemnización a las víctimas de tratamientos semejantes, Gènevieve Heller, destaca:

«Por supuesto que para las personas que vieron su vida de adultos afectada por una infancia dramática, en la que carecieron de escolaridad, carecieron de afección, carecieron de todo… es verdad que nuestra sociedad tiene una deuda hacia ellos.»

Sin embargo, considera que el tema de las indemnizaciones es extremadamente complejo y podría dar lugar a nuevas injusticias y nuevas frustraciones.

«Sería importante que hubiera una declaración oficial de parte de las autoridades a nivel federal. Pienso que tendría que haber un reconocimiento de los sufrimientos que vivieron y de las lagunas que puedan ser descubiertas en la responsabilidad de las autoridades de los servicios de colocación. El asunto del resarcimiento me parece particularmente complejo, inclusive si parece legítimo que esas personas tengan al fin una compensación.»

Una reparación simbólica

El profesor Avvanzino, por su parte, se pronuncia porque el reconocimiento de los sufrimientos de las víctimas de malos tratos, se acompañe con una compensación. Señala que tal como se hizo en el caso de los niños Jenisch (gitanos, separados por fuerza de sus padres), se tendría que proceder a una indemnización.

«Sí, porque la reparación moral no es suficiente, debe acompañarse de algo material, que no es sólo material sino simbólico. Algo que le cueste al Estado. Que el Estado no se limite a decir ‘me excuso’. No es lo mismo, no es el mismo valor, es otra naturaleza», advierte el especialista para concluir:

«Los hechos son demasiado graves. Es necesario que el Estado haga un gesto claro con respecto a esas personas.»

swissinfo, Marcela Águila Rubín

Historiador, pintor, pedagogo, Pierre Avvanzino es profesor jubilado de la Escuela de Estudios Sociales y Pedagógicos.

Educador especializado, ha dedicado 30 años de su vida al estudio de la violencia en las aulas y de las condiciones de los educandos en instituciones.

Es autor de Historias de la Educación Especializada (1827-1970).

Con Louisette Buchard-Molteni compartió la preocupación por la infancia maltratada y el arte de la pintura.

Más de 100 mil niños huérfanos o abandonados fueron internados en instituciones o entregados a familias de acogida hasta 1960.

Muchos de ellos sufrieron maltratos morales y físicos, amén de toda suerte de privaciones, incluida la de la escolaridad.

La Confederación solicitó a los cantones su aprobación para efectuar una investigación nacional sobre el tema.

La solicitud se produjo como resultado de un estudio exploratorio al que dio lugar la última huelga de hambre de Louisette Buchard-Molteni.

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