Dos testimonios desde el terreno
Aleida Guevara March, hija del Che Guevara, es hoy médica en Cuba, país donde vive desde muy pequeña.
Muy vinculada a la labor de AMCA y de mediCuba, reivindica el valor del apoyo de esta organización helvética.
«AMCA ha hecho una labor muy importante a favor de nuestro pueblo», enfatiza Aleida Guevara March, quien vino a Suiza para participar en la celebración del vigésimo aniversario de la asociación. «Nos ha permitido desarrollar medicamentos con tecnología del primer mundo», dice del proyecto impulsado por el organismo suizo.
Aunque no es el objetivo «culpabilizar a los pueblos del Norte, es evidente que los países de ese hemisferio tienen una deuda histórica con los del Sur», y por eso actitudes y solidaridad como la de AMCA contribuyen a «pagar esa deuda al brindarnos una solidaridad preciosa».
Por otra parte, es «esencial no sólo la solidaridad, sino también la información aquí», insiste Aleida Guevara en diálogo con swissinfo. Actividad que «pienso constituye la prioridad número uno de cualquier organización de solidaridad… Explicar aquí, en Suiza, en Europa, qué es Cuba, qué es Latinoamérica», puntualiza.
«Es esencial que nos comprendan realmente», como un ejercicio esencial para «que no nos dejen solos» y se encuentren alternativas en conjunto al actual sistema hegemónico.
Coordinadora de AMCA en Nicaragua, Nicolette Gianella, quien reside desde años en ese país, también llegó a Suiza para los festejos de su asociación.
«Hoy en Nicaragua el tipo de proyectos y de solidaridad es muy distinto a antes y siento que hay un enorme espacio abierto», explica.
Mientras que en los años ochenta «nuestra solidaridad era incondicional en función de la concepción de la convergencia de intereses, ahora siento que nada es incondicional».
¿Qué significa ese cambio? «En la actualidad le decimos a nuestras contrapartes que debemos discutir los proyectos, analizar en conjunto lo que funciona y lo que no funciona», responde Nicolette Gianella.
Es necesario «trabajar mucho más sobre evaluaciones concretas, algo que antes casi no existía. Antes se actuaba y se pensaba que todo lo que se hacía era bueno. Ahora nos preguntamos: ¿Han crecido nuestras contrapartes? ¿Hemos logrado algo en común? Creo que lo más importante es encontrar en conjunto una dirección común», sentencia.
Una pausa, una reflexión y el balance retrospectivo que viene de la práctica cotidiana de Centroamérica:
«Para mí AMCA significa un camino largo, de 20 años, a través de la realidad y la necesidad de nuestro tiempo. Con hombres y mujeres conscientes de su rol y responsabilidad como parte de un movimiento global para la construcción de un mundo mejor», concluye.
swissinfo, Sergio Ferrari
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