El agua dulce que viene del mar
Desde hace 20 años, los Emiratos Árabes Unidos (EAU) - ricos en oro negro, pero pobres en oro azul - han adquirido la costumbre de beber agua del mar.
La desalinización, propagada por todo Oriente Medio, es una solución del futuro y un mercado en plena expansión.
Desde sus oficinas instaladas en una torre de cristal en pleno centro de Abu Dhabi, Christian Schenk, responsable local de ventas y marketing de ABB, tiene todos los motivos para estar feliz.
El grupo tecnológico helvético-sueco es muy activo en los Emiratos Árabes Unidos (EAU) tanto en el tratamiento y el bombeo como en la desalinización de las aguas.
Como prueba de ello, la oficina de ABB en Abu Dhabi dispone de un centenar de colaboradores.
«También estamos presentes en Corea del Sur, sede del grupo Doosan, líder mundial en las tecnologías de desalinización», explica Christian Schenk. Lo que, por supuesto, ayuda a obtener contratos.
Unos cuarenta emplazamientos
En lo que respecta al agua, la aventura de ABB en la península árabe empezó en 1970 en Doha, capital del emirato de Qatar. Ahí, el grupo suministra los sistemas de control y de automatización de la estación local de bombeo de las aguas residuales.
Desde la elaboración de un proyecto hasta el mantenimiento de la puesta en servicio, ABB controla toda la cadena de los sistemas eléctricos.
Actualmente, la multinacional tiene contratos en unos cuarenta lugares de la región, entre el Kuwait, Arabia Saudita, las islas Bahrein y los Emiratos Árabes Unidos (EAU).
Y las perspectivas son muy prometedoras. Frente a una demanda cada vez más creciente, los reinos del petróleo siguen equipándose de plantas de desalinización y redes de agua. Sin olvidar la depuración, un ámbito en el cual aún queda mucho por hacer.
El mar que alimenta
Si hay un desierto árido es el de los EAU, con menos de 100 mm de precipitaciones anuales y sin ninguna fuente subterránea.
Junto a Kuwait, Arabia Saudita, Jordania e Israel, los Emiratos se encuentran clasificados entre las cinco naciones del mundo más pobres en agua.
Lo que no impide a los ciudadanos de los Emiratos ser los segundos grandes consumidores de agua dulce en el mundo (después de los estadounidenses): un promedio de casi 500 litros por persona y por día.
Y las proyecciones cuentan con un aumento global del orden de un 10% anual. Un desafío enorme, si se tiene en cuenta que prácticamente toda esta agua viene y vendrá del mar.
Pero el agua no sólo corre por el grifo, también en las bañeras o en las piscinas. Aquí como en otros lugares, entre 70 y 80% del valioso líquido se emplea para la irrigación.
El calor…
Para desalinizar el agua del mar, se utiliza un proceso natural: la evaporación. Al calentar el líquido, la sal queda en el fondo de los recipientes y el agua se escapa, en forma de vapor.
Al enfriar este vapor en los largos serpentines, se obtiene finalmente un agua clara como el agua de la roca. De paso, se recupera el calor para hacer funcionar las turbinas, que producen la electricidad.
Esta técnica, ideal para las unidades muy grandes, sigue siendo la más generalizada. En el mundo, un 60% de unas 13.000, plantas desalinizadoras funciona bajo ese principio.
… o la presión
En cuanto al 40% de las plantas restantes – en general más pequeñas – emplea la ósmosis invertida, una técnica elaborada por la NASA para las necesidades de los astronautas.
Aquí, no se utiliza la evaporación sino los chorros a una presión muy elevada que pasan por una membrana semipermeable que retiene la sal y las impurezas dejando pasar solamente el agua clara.
Este tipo de planta permite también producir electricidad, utilizando el agua bajo presión para activar las turbinas.
Pequeños riachuelos que se transformarán en grandes ríos
En unos pocos años, estas técnicas han progresado enormemente. De hecho, la cantidad de energía necesaria para la evaporación de un metro cúbico de agua ha pasado de 700 a 100 Kwh. térmicos hoy día.
Gracias a esos adelantos, el agua del mar desalinizada alcanzará muy pronto precios razonables. A condición, claro está, de que no se requiera transportarla a través de conductos de muchos kilómetros
De los 18 millones de m3 en 1993, la capacidad mundial de las plantas de desalinización deberá sobrepasar los 25 millones de m3 en 2004.
Esas instalaciones suministrarán entonces, solamente un 0,12% del agua dulce que se consume en el mundo. Sin embargo, el potencial de desarrollo es casi ilimitado.
Además, Christian Schenk está convencido de ello. «Es una solución de futuro», resume el hombre de ABB a Abu Dhabi. «Hoy día, ésta no es más una solución reservada únicamente a los países ricos.»
swissinfo, Marc-André Miserez, de regreso de los EAU
(Traducción: Mariángeles Helfer)
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