El hidrógeno verde, una oportunidad que debe ser gestionada con cuidado
El hidrógeno verde puede ayudar a reducir las emisiones de la industria y el transporte pesado y es uno de los temas centrales de la COP28, que tiene lugar estos días en Dubái. Sin embargo, el desarrollo de este combustible renovable presenta retos y su uso debe evaluarse cuidadosamente, afirma Alessandra Motz, investigadora de la Universidad de Lugano (Suiza).
En los últimos años se ha hablado mucho del papel del hidrógeno en la transición energética, sobre todo en sectores que no pueden depender únicamente de la electricidad. El hidrógeno puede, por ejemplo, proporcionar calor para la producción de vidrio o propulsar aviones y barcos.
Hay diferentes formas de producir hidrógeno, con diferentes impactos en términos de emisiones de gases de efecto invernadero. El hidrógeno se denomina «verde» si se utiliza electricidad renovable para producirlo. Se trata de una perspectiva prometedora, ya que la electricidad generada por centrales solares y eólicas es ahora mucho más barataEnlace externo que en el pasado.
La contribución más inmediata es sustituir el hidrógeno «gris», es decir, el derivado de combustibles fósiles, que ya se utiliza como ingrediente en algunos procesos industriales y en el refinado. En Suiza, el consumo de hidrógeno es limitado -un estudioEnlace externo de 2018 lo estima en unas 13.000 toneladas anuales-, pero a nivel mundial, la demanda ha alcanzado los 94 millones de toneladas en 2021, de las cuales menos del 1% son de bajas emisiones.
El hidrógeno es un combustible neutro en carbono y puede utilizarse como «pila» para almacenar energía renovable. El reto es poder extraerlo de forma rentable del subsuelo o producirlo a partir de fuentes renovables, en grandes cantidades y a un coste aceptable. El hidrógeno es también uno de los temas principalesEnlace externo de la conferencia internacional sobre el cambio climático de Dubái (COP28). Esta serie explora el potencial y los límites del hidrógeno y el papel de la ciencia y la industria en la búsqueda del combustible ecológico del futuro.
Sin embargo, las tecnologías que permiten el uso del hidrógeno son nuevas y están en constante evolución. Eso no resuelve las dudas sobre si el hidrógeno puede utilizarse realmente de forma eficiente. De hecho, el uso directo de electricidad puede resultar más barato que el uso de hidrógeno ecológico en algunos segmentos de consumo.
En el caso del transporte terrestre pesado, por ejemplo, algunas experiencias sugieren que los costes de los trenes e incluso de los camiones impulsados por hidrógeno podrían ser más elevados de lo esperado. Incluso los coches de pila de combustible parecen destinados a una cuota de mercado residual, dado el rápido éxito de los coches eléctricos. En el caso del transporte aéreo y marítimo, sin embargo, el hidrógeno parece más prometedor, ya sea en estado puro o como componente de combustibles sintéticos, que ya pueden mezclarse con combustibles convencionales.
El principal reto, no obstante, es producir hidrógeno ecológico sin desviar la electricidad renovable de otros usos más beneficiosos desde el punto de vista medioambiental y económico. El crecimiento de las fuentes de energía renovables en Suiza, Europa y el mundo aún no es suficiente para garantizar un suministro de electricidad con cero emisiones, por lo que es importante crear condiciones favorables para la investigación y la inversión en hidrógeno sin descarrilar el camino de transición hacia el uso directo de electricidad limpia, que sigue siendo una prioridad.
«El principal reto es producir hidrógeno verde sin desviar electricidad renovable de otros usos más beneficiosos para el medio ambiente y la economía».
Los usos del hidrógeno deben estudiarse cuidadosamente. El hidrógeno no es una fuente de energía, sino un vector energético: el excedente de electricidad de las centrales solares, por ejemplo, podría utilizarse para producir hidrógeno verde que puede almacenarse para los periodos en que estas centrales no cubran la demanda. En esencia, el hidrógeno podría utilizarse como una batería para almacenar electricidad en los meses de verano y liberarla de nuevo en invierno, lo que sería especialmente útil para Suiza.
Sin embargo, este proceso tiene un coste elevado, vinculado tanto a las pérdidas de energía que implican las dos transformaciones (la eficacia del proceso se estima en un 25%-30%) como a los costes de almacenamiento y posible transporte del hidrógeno. Tampoco hay que olvidar que en los meses de verano debería generarse un gran excedente de electricidad renovable.
También en lo que respecta a la producción, será importante adoptar una definición clara de hidrógeno verde también en Suiza, posiblemente de acuerdo con la adoptada en la Unión EuropeaEnlace externo. Eso permitirá el comercio transfronterizo y protegerá a los consumidores suizos en lo que respecta a la sostenibilidad del hidrógeno importado.
En cuanto al desarrollo de nuevas infraestructuras, será necesario conocer la demanda de hidrógeno verde en Suiza y en el extranjero para crear una cadena de suministro competitiva y eficiente. Tras una fase inicial de desarrollo de agrupaciones localizadas, algunos gasoductos, como Transitgas en Suiza, podrían reconvertirse al transporte de hidrógeno a un coste razonable, junto con algunos emplazamientos de almacenamiento de gas natural y terminales de regasificación. Sin embargo, será importante evitar inversiones sobredimensionadas o incoherentes con el escenario energético y de descarbonización suizo y mundial.
La posibilidad de producir hidrógeno verde a bajo coste y exportarlo a mercados rentables es también una oportunidad interesante para muchos países orientados actualmente a la extracción de hidrocarburos y podría acelerar el camino hacia la diversificación y la transición. Para algunos países de Europa del Este y del Norte de África, por ejemplo, una asociación con Suiza y la Unión Europea sería ventajosa, dada su proximidad geográfica y la presencia de infraestructuras de gas natural que podrían reconvertirse. El hidrógeno verde es también un medio de implicar a la industria del gas en la transición energética, que podría beneficiarse de un uso más prolongado de las infraestructuras existentes y aportar sus conocimientos técnicos.
Así pues, con toda cautela, el hidrógeno verde puede ser un peso importante en la balanza de los pros y los contras de la transición, sobre todo para los sectores y los países más expuestos en la economía de los hidrocarburos. El camino aún no está bien marcado y requiere cierto equilibrio, pero merece ser recorrido.
La opinión expresada en este artículo es exclusivamente la del autor y no refleja necesariamente la posición de SWI swissinfo.ch.
Texto adaptado del italiano por Carla Wolff
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