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El pasado histórico de Davos configura el futuro de la medicina

Cursos AO
Los cursos de la AO en Davos atraen a cirujanos de todo el mundo, que se reúnen para aprender nuevos métodos y tecnologías de operación e intercambiar ideas. AO Foundation Communications &Events

Davos, sede del Foro Económico Mundial (WEF en inglés), también atrae a cirujanos y médicos del mundo hacia institutos de investigación y capacitación de alta vanguardia que son parte de la larga tradición de innovación científica de esta pequeña ciudad de esquí alpino.

Al llegar en tren a la estación de Davos, me reciben nubes grises y bajas, no es lo que se espera de un complejo turístico treputado por su luz solar y aire puro. A principios del siglo XX, el clima ideal de esta ciudad -la más alta de Europa, con 1 560 metros sobre el nivel del mar- prometía curar a todo aquel que sufriera de enfermedades pulmonares. Su fama era tal que el escritor alemán Thomas Mann basó en Davos su novela, La montaña mágica.

En el siglo previo, el médico rural Alexander Spengler ya estaba convencido de haber descubierto algo de otro mundo al llegar a Davos como refugiado político de Alemania en 1853. Spengler fue el fundador del primer sanatorio de la ciudad en la década de 1860, creando un centro de bienestar y vacaciones que atendía a la burguesía de todo el mundo. Posteriormente, Davos fue conocido también como un destino de esquí y hogar del WEF, al que alberga anualmente desde enero de 1971.

La búsqueda de curas y soluciones a las grandes preguntas científicas del mundo también ha estado presente en Davos todo este tiempo, durante décadas más de 400 investigadores han trabajado en temas que van desde la inteligencia artificial hasta la radiación solar, las alergias o las avalanchas. «Muchas personas, incluso de aquí, no saben que en Davos se realiza investigación de alto nivel», dice el alcalde Philipp Wilhelm.

alexander spengler foto
Alex Spengler, fotografía sin fecha. El Dr. Alex Spengler (1827-1901) es considerado el verdadero fundador de Davos como centro de salud. Estaba convencido del poder curativo del clima de Davos para los enfermos pulmonares. Keystone / Str

Un ejemplo relevante es la ortopedia, una rama de la medicina que se ocupa del cuidado de los huesos y los músculos. Cada mes de diciembre, el centro de convenciones de Davos, que también es sede del WEF, recibe a unos 1 500 cirujanos del mundo entero para celebrar un congreso de formación organizado por la Fundación AO. Desde 1960, esta oenegé dedicada a mejorar la curación de traumas capacita a sus asistentes en el tratamiento de fracturas óseas, desde las más simples hasta las más complejas, utilizando los instrumentos quirúrgicos más modernos. 

La Fundación AO apoya además la investigación a través de un instituto igualmente basado en Davos. Su director, Geoff Richards, nos muestra con entusiasmo las banderas con el logotipo de AO que penden a lo largo de la carretera que nos conduce al centro de convenciones. Richards es un extrovertido galés que parece conocer a todos los transeúntes. Ha planeado meticulosamente cada minuto de nuestra visita para realizar tantas paradas como sea posible.

Geoff Richards con Carlo II de Inglaterra.
En 2015, Geoff Richards (izquierda) con el Príncipe Carlos de Inglaterra (actual Rey Carlos III) y Stephan Perren (derecha), que fue director del Instituto de Investigación AO de Davos de 1967 a 1996. AO Foundation Communications &Events

Curación de fracturas

«Hasta la década de 1950, cualquier persona que llegara a fracturarse el fémur debía permanecer en cama durante meses y en el 60% de los casos no regresaba al trabajo», dice Richards. En aquel momento había poco conocimiento sobre los principios biológicos de la curación ósea, y las fracturas se trataban preponderantemente con férulas, yeso o tracción, detalla. Maurice Müller, un ortopedista de Biel, ciudad al oeste de Suiza, fue fundamental en los avances del saber de este campo médico. A lo largo de su carrera vio sanar inadecuadamente muchas fracturas, así que decidió experimentar con nuevas técnicas para aliviar el sufrimiento de los pacientes.

En 1958, Müller reunió a un grupo de 13 cirujanos suizos y, un año después, uno de ellos, Martin Allgöwer, decidió fundar un laboratorio de cirugía experimental (hoy llamado Instituto de Investigación AO). En la Villa Fontana, una antigua clínica de tuberculosis perteneciente a la familia Spengler, el equipo de pioneros perfeccionaron técnicas de reparación de fracturas internas que contemplaban la compresión y estabilización de estas por medio de placas y tornillos de titanio o de acero inoxidable, o con clavos, que en todos los casos podían retirarse posteriormente.

Cursos de AO en1960.
El cirujano Maurice Müller (en el centro, con bigote) con sus colegas en el primer curso de AO en Davos durante un ejercicio práctico, 1960. (c) Ao Publishing, Davos/switzerland

Sus investigaciones consiguieron resultados sin precedentes en el tratamiento de las fracturas óseas. Hoy en día, el uso de la técnica de fijación interna es una práctica rutinaria en la medicina a nivel mundial. Pero los cirujanos deben estar capacitados para utilizar nuevos instrumentos y métodos, y deben consagrar muchas horas de práctica a aprender innovadoras técnicas quirúrgicas. 

“Esto va a cambiar el mundo”

En el centro de convenciones de Davos, sitio en donde se celebra ahora la conferencia de formación del Instituto de Investigación AO, atrae nuestra atención un esqueleto cubierto de placas de metal. «Esto va a cambiar el mundo», declara Theerachai Apivatthakakul, un cirujano tailandés que ha asistido a estos encuentros durante 30 años, mientras señala una pequeña pieza de metal aplicada a una fractura. Un sensor integrado en el implante registra datos sobre el movimiento y la carga del paciente lo que permite el monitoreo de la curación del hueso. Los médicos pueden descargar toda la información directamente en sus teléfonos inteligentes, reduciendo así la necesidad de costosas visitas al hospital y radiografías. Según Apivatthakakul, este descubrimiento revolucionará la atención individualizada que reciben los pacientes. Richards suscribe esta visión y añade que «será más fácil personalizar el tratamiento de cada paciente, mientras se reducen los costos para el seguro”.

En la sala principal, tres cirujanos se preparan para operar un cadáver dentro de un cubo de vidrio durante la demostración de una cirugía pélvica, que es una de las más complicadas, explica Richards. Esta cirugía es filmada y transmitida en vivo. Grandes monitores muestran espeluznantes detalles mientras, a pocos metros de ahí, se sirve el almuerzo. Mi colega y yo nos sentimos algo mal del estómago.

«Todo esto es normal para nosotros», dice Richards con una sonrisa. Nos dirigimos a las escaleras para descender a una habitación pequeña y ruidosa donde un grupo de jóvenes cirujanos está perforando y atornillando fragmentos de hueso para practicar el tratamiento de fracturas de codo, que es muy común en los niños. Algunos  colegas que han viajado desde Sudáfrica, India y Colombia los observan con curiosidad. Los cirujanos pagan entre 2 000 y 4 000 francos suizos (entre 2 167 y 4 365 dólares) para asistir a estos cursos, costos que en algunos casos son cubiertos por becas.

Junto a nosotros, un estudiante alemán y uno saudí practican la técnica de fijación externa, utilizada en el caso de fracturas particularmente complejas. En un modelo de plástico que muestra una multifractura de codo, los dos practicantes trabajan con hilos metálicos y alfileres que atraviesan la piel, quedando anclados a una estructura fijada en el exterior del cuerpo durante al menos tres semanas. 

Vista aérea de Davos con nieve.
Davos alberga numerosos centros de investigación en los más diversos campos de la ciencia, desde la ortopedia avanzada a las alergias, pasando por la radiación solar, las avalanchas o la inteligencia artificial. © Keystone / Gian Ehrenzeller

«Dependiendo de dónde vienes, siempre hay cierta controversia sobre las técnicas quirúrgicas que deben usarse, pero es agradable reunirse aquí y encontrar un consenso sobre cómo manejar a los pacientes», dice el cirujano Folorunsho Edobor-Osula, quien viajó desde Nueva Jersey, en los Estados Unidos, para participar como orador en el encuentro.

Investigación al pie de la montaña

Nuestra jornada concluye con una visita a la sede del Instituto de Investigación AO, ubicado al pie de la montaña en un moderno edificio con una fachada de madera. En este sitio trabajan 160 científicos, algunos de ellos salen a esquiar a campo traviesa durante la pausa del almuerzo, una de las ventajas de estar en Davos para aquellos que son amantes de la montaña. Un establo cercano es el hogar de algunos cientos de ovejas que se utilizarán en la investigación preclínica.

«En cinco años, quiero construir un nuevo instituto con laboratorios de última generación», dice Richards. Su objetivo es utilizar los datos recopilados por los sensores implantados y combinarlos con la biología para desarrollar tratamientos personalizados más efectivos y menos costosos.

Edificio en medio de paisaje montañoso nevado.
Sede del Instituto de Investigación AO en Davos. AO Foundation communications & Events

La sinergia con otros centros de investigación de renombre internacional que también están basados en Davos, como el Instituto Suizo de Investigación de las Alergias y el Asma, ya juega un papel relevante en la consecución de estos objetivos, según Richards. «Davos, aunque es una ciudad pequeña, tiene conexiones internacionales de gran relevancia. Y ese nuevo campus en las montañas tendrá todo lo que necesitamos».

Editado por Sabrina Weiss y Veronica DeVore

Adaptado del inglés por Andrea Ornelas

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