Energía solar para mejorar calidad de vida en los Andes
Bajo sombra o en las noches, el frío en los Andes llega hasta los huesos. Cuando brilla el sol, todo se calienta, fuerte y rápidamente.
Un ingeniero suizo ha convertido las desventajas en ventajas y con ello mejora la calidad de vida de campesinos en el sur de Perú.
Cuando Luciano Re llegó hace cinco años a la provincia sureña de Espinar, en el Cusco, como cooperante de la Misión Belén de Immensee (MBI), una de las primeras cosas que hizo fue medir la radiación solar en esa región.
«Era la más fuerte del mundo. Casi 1.200 vatios por metro cuadrado, es el doble de la que hay en Suiza», recuerda este ingeniero mecánico de 40 años, natural del Tesino.
Pronto se dio cuenta de que tenía mucho sentido lo que le habían encomendado desde Immensee: iniciar un segundo proyecto de energía solar en Espinar, pues el primero, en la provincia de Nazca, funcionaba muy bien.
Desprotegidos frente al frío extremo
«No sabía si iba a sobrevivir a 4.000 metros de altura, no conocía a la gente», dice hoy Re sobre sus dudas iniciales. «Por suerte, las expectativas de los campesinos coincidían con los objetivos del proyecto: satisfacer necesidades apremiantes».
Agua helada para el baño esporádico, viviendas sin calefacción cuando el frío nocturno es de menos de 20 C°, preparación de alimentos con la leña de árboles cada vez más escasos o con combustibles caros…estas condiciones afectaban la salud y el bolsillo de los más pobres.
«La gente vive allí desde miles de años, pero nunca pudo aprovechar el recurso solar abundante y constante», dice Re, quien con conocimientos adquiridos en Suiza no tardó en construir las primeras duchas, cocinas y hornos solares.
Lo que entusiasmó a los pobladores de Espinar es que el experto suizo en energía combinaba una tecnología sofisticada con materiales sencillos, disponibles en casi todos los hogares: vidrio, lata, madera, restos de llantas, aluminio platinado si no hay espejos.
¡Cosechar tomates a 4.000 metros!
Materiales y herramientas baratos, pero durables, enfatiza el suizo. Ducharse con agua tibia, cocinar sin gastar un centavo más… pero lo que fascinó a los campesinos fue sobre todo el invernadero solar, con el que se podían cosechar tomates y otras hortalizas ¡a 4.000 metros!
«Con cuatro paredes de adobe y un techo de plástico llevamos a la práctica el concepto de seguridad alimentaria en una zona donde prácticamente sólo se consume papas, chuño, quinua y uno que otro cereal», explica Re.
Bastaba que alguien viera que su vecino tenía verduras en su huerto para imitarlo. «Ingeniero, enséñenos a construir un invernadero parecido», le decían.Y Re les daba cursos de capacitación, repartía folletos, gratuitamente. Los campesinos sólo pagan por los materiales necesarios para contruir las cocinas o duchas solares.
Encuentro profesional terminó en matrimonio
El escepticismo inicial- «quizás este gringuito nos engaña»- desapareció pronto. También con ayuda de la periodista cusqueña Rosalía Quispe Umasi, de 33 años, quien lo entrevistó y difundió en su programa radial las bondades de la energía solar.
Del encuentro profesional entre la periodista y el ingeniero surgió el amor. Ellos se casaron el año pasado y hoy son padres de Chiara, de cinco meses.
«Me enamoré de Rosalía por su fuerza para salir adelante. Ella paga por tener un programa, busca auspiciadores y apenas cubre sus gastos. Se levanta a las cinco de la mañana a buscar noticias, realiza una labor de concientización sobre nuevos valores. En Perú todo es más difícil», dice Re.
Para Rosalía el encuentro había sido puramente profesional, pero la constancia del suizo, y sobre todo «su trabajo por mi gente», terminó por convencerla.
El suizo empezó difundiendo los hornos, cocinas y duchas solares, sobre todo en los colegios.
Hoy también trabaja con paneles fotovoltaicos que son mucho más caros –uno de 50 vatios cuesta unos 450 francos- pero a la larga rentables.
«Hay personas e instituciones que pagan estos precios cuando comprueban las ventajas de esta tecnología, que se está aplicando cada vez más en la electrificación rural», expresa Re.
Quiere difundir la energía solar en todo el país
Algunas autoridades locales apoyan el trabajo del suizo, otras no se interesan. Pese a ello, la energía solar ya no es una palabra extraña entre los campesinos.
Además Re ha dado cursos sobre el tema en universidades de Cusco y Arequipa y cada año participa en el Simposio Peruano de Energía Solar, el 2006 lo hizo con el proyecto ‘casa solar’.
Su meta es difundir el uso de energía solar en todo el Perú, donde como cooperante de la MBI estará hasta el 2008, sin recibir un sueldo propiamente dicho, sino sólo una suma que cubre sus gastos para vivir y los gastos del proyecto.
Re sueña con vivir definitivamente en Perú, donde hay mucho que hacer. «Muchas tecnologías son ineficientes, los campesinos usan baterías que les cuesta unos 600 francos por kilovario/hora. Así los pobres son penalizados, pagan la energía más cara del mundo».
Re sabe que la riqueza del primer mundo tiene que ver con la pobreza del tercer mundo. «Las minas de cobre en Espinar son ejemplo de ello. La firma xtrata (consorcio minero con sede en Suiza) gana millones y en la zona sólo queda contaminación y pobreza. ¿Qué será de las futuras generaciones de peruanos?», se pregunta mientras mece a su hija.
Son necesarios proyectos sostenibles, la reforestación a 4.000 metros de altitud es posible, hay mano de obra para ello, pero falta dinero. Algo se hace con un convenio marco con xtrata, pero es insuficiente. Hacen monitoreos medioambientales durante seis meses, cuando tendrían que hacerlo antes, durante y después de la explotación minera, critica.
De visita en Immensee, Re es saludado a cada paso por su colegas. Casi todos les hablan en español, casi todos han estado alguna vez en América Latina.
Los conoció cuando hacía el curso de un año para voluntarios de la MBI. Un curso «para conocernos mutuamente, para saber si mis puntos de vista coincidían con los de la Misión y viceversa. Al final quedé convencido de la filosofía y la espiritualidad de esta misión», dice Re, de quien puede decirse que sigue los Evagelios de la manera más práctica.
swissinfo, Rosa Amelia Fierro
La MBI está presente en Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú, Haití, Filipinas, Taiwán, Kenia, Zambia, Zimbawe.
En estos países colabora en proyectos de organizaciones eclesiales y civiles.
Preparan también a los cooperantes profesionales para determinadas tareas.
En Suiza y Alemania la MBI cumple una labor de información, realiza campañas y de lobbying a favor de los pueblos de América Latina, Asia y Africa.
En su centro de formación Oscar Romero en Lucerna y por medio de su revista Wendekreis, ofrece una plataforma a las voces de mujeres y hombres de otros continentes.
La MBI financia su labor con donaciones particulares, el aporte de entidades públicas y como organización reconocida por la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación, recibe apoyo económico del Gobierno suizo.
El proyecto en Espinar es también ambiental, pues promueve el uso de energías sostenibles, limpias y muy baratas.
Además evita la tala de los cada vez más escasos bosques en la región.
Contrapartes de este proyecto de la MBI son la Prelatura de Sicuani y la ONG Centro de Formación Campesina con sede en Yauri, capital de la provincia de Espinar.
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