Así suenan los Alpes en mutación
En lo alto de los Alpes, en la estación de investigación del Jungfraujoch, un viento frío y un viento cálido chocan en lo que un investigador denomina una extraña danza. Si se sabe escuchar, esa danza crea su propia música: una señal sonora de vientos que gimen, rocas que se desprenden de la montaña, hielo que tintinea a través de un glaciar o golpea contra una construcción.
Entre este drama ecológico, Philip SamartzisEnlace externo, artista del sonido y profesor asociado de la Universidad RMIT de Melbourne, Australia, pasó tres semanas en el extremo entorno de la estación de investigación y sus alrededores para trazar un mapa del impacto del cambio climático en la ecología acústica -o el paisaje sonoro- de los Alpes.
Con una docena de tipos de micrófonos, hidrófonos y acelerómetros, Samartzis capturó cerca de 150 horas de sonido de las áreas en y alrededor de la estación de investigación del Jungfraujoch. Luego, en un laboratorio especialmente equipado del Instituto de Informática Musical y Tecnología del Sonido (ICST) de la Universidad de las Artes de Zúrich (ZHdK), creó una composición de 45 minutos, una impresión sonora de sonidos naturales y artificiales.
“En muchos sentidos, es una convergencia de arte y ciencia”, dice. “No soy un científico, pero utilizo el arte para articular algunas de estas observaciones y preocupaciones a una audiencia mucho más amplia”.
Señala que la mayoría de las personas, como sus compatriotas australianos, oyen hablar de la disminución de los glaciares y del cambio climático en los entornos alpinos, pero que nunca tendrán la oportunidad de presenciarlo.
“Pero a través del arte, podemos crear encuentros encarnados e inmersivos de estos cambios que podrían ser muy ricos y dinámicos”, dice Samartzis.
Christophe Giovannini es jefe de comunicaciones de la Fundación Nacional Suiza para la Ciencia (SNSF), entidad que ayudó a financiar la investigación de Samartzis. Dice que si ciertamente, el cambio climático requiere ser abordado científicamente, también es un tema social que necesita ser observado desde diversos puntos de vista, incluyendo el del arte.
El proyecto que Samartzis lleva a cabo “proporciona un enfoque desde una perspectiva inusual, y perspectivas inusuales pueden llevar a nuevas facetas de entendimiento”, apunta Giovannini.
No es el único proyecto en Suiza que utiliza el sonido para explorar y dar sentido al mundo natural, tanto en las ciencias como en las artes. Después de que un desprendimiento de rocas ocurriera mucho antes de lo esperado en el MatterhornEnlace externo (Cervino), científicos formaron el consorcio de investigación PermaSenseEnlace externo para entender mejor el fenómeno. Desplegaron una red de sensores sísmicos y acústicos para escuchar las frecuencias internas de las montañas, como un instrumento musical, y detectar potenciales deslizamientos de rocas en todo el mundo.
Otros científicos graban los bosques. Yvonne VolkartEnlace externo, profesora de la Universidad de Ciencias Aplicadas y Artes del Noroeste de Suiza, dirige un proyecto financiado por el SNSF sobre artes y ecología para el que su colega Marcus Maeder creó grabaciones del bosque de Pfynwald en el ValaisEnlace externo. Sus registros vinculan la tranquilidad del bosque con la sequía y la ola de calor de 2018.
¿Cómo suenan los bosques cambiantes?
“El ruido del río cercano se hace más silencioso porque transporta menos agua; los arroyos de montaña se secan”, escribió Maeder en el blog que documenta el proyecto. “La fauna se retira, es menos activa y por lo tanto más tranquila. La humedad del aire disminuye, la temperatura aumenta, lo que se advierte en la síntesis sonora de la voz del bosque: el sonido más profundo se vuelve más y más profundo, el más alto, más y más alto, hasta que se encuentran fuera del rango audible y la voz se silencia”.
Volkart piensa que el arte puede llevar al público investigaciones y conocimientos científicos complejos de una manera más simple y fácil de entender.
“Si se tienen estos datos y se puede hacer luego alguna curva o algún gráfico o diagrama, resulta abstracto”, anota. “Si los artistas empiezan a sonificar estos datos, si se hace una composición con ellos, se convierten en algo hermoso”.
Composiciones de montaña
Samartzis eligió cartografiar la ecología sonora de los Alpes por razones personales y profesionales. Está fascinado con los impactos del cambio climático en climas extremos. Después de múltiples viajes a la Antártida para cartografiar su ecología sonora, las altas montañas suizas parecían un paso lógico para representar lo que denomina la “cara fría del cambio climático”.
“La estación de investigación del JungfraujochEnlace externo me interesó por su investigación atmosférica”, indica y recuerda que los datos ahí recogidos se utilizaron para informes sobre tratados internacionales clave como el Protocolo de Kyoto. “Es su investigaciónEnlace externo en particular la que se debate globalmente, pros y contras, creyentes y no creyentes”.
Después de grabar en el Jungfraujoch y en el glaciar Aletsch que se extiende por debajo, Samartzis llevó sus sonidos al estudio especializado de la Universidad de Zúrich, donde los mezcló en una consola de 25 bocinas. El resultado sumerge a los oyentes en una especie de cúpula sonora con altavoces colocados en diversos ángulos desde el techo hasta el suelo.
La composición en sí misma es una experiencia. Samartzis centra el primer movimiento en el viento, incluyendo lo que sucede cuando el viento frío, el Bise, y su gemelo caliente, el FöhnEnlace externo, se encuentran en lo alto de las montañas. Reúne fuerzas hasta que los rugidos fantasmales y violentos se instalan por encima del oyente. Las ataduras que aseguran la estación de investigación a la cima de la montaña vibran con ferocidad en un espeluznante remolino metálico. Pedazos de hielo se liberan y golpean el edificio como un ariete que rompe una puerta metálica. Es casi implacable hasta que algo cambia y el viento se desplaza y se lleva consigo pequeños pedazos de hielo que ruedan como cristal a través del glaciar con un onírico tintineo
En el tercer movimiento, Samartzis explora la manera en que las temperaturas más cálidas cambian el permafrost y el glaciar Aletsch.
“El paisaje se ha vuelto inestable con la pérdida de permafrost, así que hay mucho más que estos deslizamientos de rocas y hielo”.
Su grabación documenta la impactante fuerza de las rocas que se liberan y se estrellan contra el hielo, pero también lleva al oyente bajo el propio glaciar. Los hidrófonos – micrófonos subacuáticos – captan el deshielo glacial que gotea en un arroyo y que eventualmente fluye hacia el paso Kleine Scheidegg, bajo de la estación de investigación. El deshielo se funde con las feroces cascadas y se asienta en un prado bajo, pasando entre las vacas cuyos cencerros tañen no muy lejos de una estación de ferrocarril donde los trenes que transportan a cientos de turistas se dirigen de regreso al Jungfraujoch, donde todo comenzó.
Trenes, aviones y turistas
Samartzis considera un poco paradójica su experiencia alpina.
“Por un lado, esta espléndida y espectacular parte del mundo es extremadamente impresionante”, enfatiza. “Pero por otro, está extremadamente contaminada por la interacción antropogénica”.
Le fue difícil escapar a los sonidos de la actividad humana para obtener grabaciones limpias. Todos los días luchaba por librarse del tumulto del tráfico aéreo (aviones de combate, helicópteros), los turistas y de LEGO: Mientras estuvo allí, el Jungfraujoch fue el anfitrión de un evento de relaciones públicas del fabricante de los omnipresentes ladrillos plásticos, con una enorme escultura de LEGO Star Wars expuesta en el propio glaciar.
“Hay una tensión perversa entre la gente que accede al lugar y los efectos de ese acceso”, concluye Samartzis.
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Composiciones en la exposición Unclear Cloud
La composición de Samartzis del Jungfraujoch se utilizará para una exposición el año próximo denominada Unclear Cloud (Nube poco clara) que destaca la huella de carbono de la nube informática.
La música de Samartzis se reproducirá mientras los espectadores caminan en medio de la interpretación en 3D de los algoritmos de otro artista.
Se espera que Unclear Cloud atraiga al menos a 500 000 espectadores a exposiciones en China y Australia, apunta Samartzis.
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