COP21 en París: ¿Dónde está el dinero?
Encontrar soluciones para el cambio climático no solo depende de las negociaciones políticas que tendrán lugar en la conferencia de la ONU en París, sino de la magnitud de los fondos que se destinarán a adquirir nuevas tecnologías para mantener bajo control el aumento de la temperatura del planeta.
La recaudación de recursos para proyectos climáticos adquiere cada vez más importancia en las conversaciones que impulsan las Naciones Unidas. Un nutrido grupo de diplomáticos trabaja enérgicamente en asegurar que este año sí se cumpla la meta anual de reunir 100 000 millones de dólares para luchar contra el cambio climático.
Se trata de lograr el objetivo antes del 30 de noviembre de 2015, una fecha que es emblemática porque ese lunes iniciará la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio ClimáticoEnlace externo en París (COP21).
Sin embargo, solo se ha andado la mitad del camino. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) asegura que en 2014 y 2015, las aportaciones que prometieron los gobiernos promediaron solo 57 000 millones de dólaresEnlace externo.
Sin la totalidad de los fondos, los países en desarrollo no tendrán suficientes recursos para invertir en nuevas energías y transportes limpios, ni para prepararse debidamente para los devastadores efectos que podría generar el aumento de las temperaturas en el planeta.
Aumento de la temperatura
Un informe, publicado en octubre, de Climate Action Tracker (CAT), agrupación de científicos europeos especializados en el cambio climático, anticipa que incluso si se cumplen todas las promesas de financiación, la temperatura global aumentará en 2,7°CEnlace externo.
Pero para este grupo, los avances de los años recientes son importantes, porque la expectativa que se dio a conocer en 2014 en Lima era de un repunte del 3,1%.
El sitio web sobre temas climáticos Carbon BriefEnlace externo advierte de que el compromiso de los países desarrollados –conocido en el lenguaje de la ONU como contribuciones previstas y determinadas a nivel nacional (INDC en inglés)– es fundamental y exigirá billones de dólares destinados a los países pobres durante los próximos 15 años.
“Gasto inteligente”
Obtener estos INDC –que financian a instancias como el Fondo Verde para el Clima– no es tarea fácil.
Stefan Marco Schwager, asesor del Ministerio suizo de Medio Ambiente en clima y la financiación de la biodiversidad, asegura a swissinfo.ch: “El Fondo Verde para el Clima no evoluciona tan rápido como sería deseable”.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, ha trabajado arduamente desde el año pasado para que las promesas internacionales se traduzcan en hechos y aporten 10 400 millones de dólares a este fondo.
Suiza se ha comprometido a contribuir con 100 millones de dólares en tres partidas que desembolsará entre 2015 y 2018.Schwager confía en que “habrá dinero en la alcancía”, pero deja claro que será muy importante decidir “cómo se erogan los recursos, ya que el gasto no debe realizarse rápidamente, sino de forma que asegure un ejercicio inteligente y un impacto positivo real”.
El experto helvético también destaca la importancia de difundir lo que es la financiación climática, un tema largamente discutido en foros como la COP de Lima de 2014, pero sobre el cual existe un gran desconocimiento general.La transparencia en el ejercicio de los fondos es otro de los retos.
Para los donantes de países desarrollados, el fantasma de la corrupción en las naciones emergentes despierta inquietudes porque “siempre que hay dinero, hay riesgo de abusos, ineficiencia y corrupción”, afirma Schwager.
El rol del sector privado
El compromiso de los gobiernos es significativo, pero lo es más el del sector privado, el principal responsable de financiar la lucha contra el cambio climático.
El año pasado, durante la COP celebrada en Perú, Christiana Figueres, secretaria ejecutiva de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio ClimáticoEnlace externo (CMNUCC), anunció que se necesitarán 90 000 millones de dólares para costear proyectos de tecnologías limpias y de infraestructura en los 15 años por venir y que el grueso de estos fondos provendrá de la iniciativa privada.
La Agencia Internacional de Energía (AIE) estima que deberán destinarse unos 5 billones de dólares a desarrollar energías limpias de aquí al año 2020, si el mundo desea de verdad mantener bajo control el repunte de la temperatura del planeta.
Estas cifras lucen colosales, pero no parecen desestabilizar a los líderes empresariales.
Daniel Rüfenacht, vicepresidente de responsabilidad corporativa de la firma de inspección y verificación SGS, asegura que el sector empresarial se mantiene activo en este tema y exhorta a los gobiernos a trabajar de forma cercana con los corporativos.
“Los esquemas que los gobiernos ofrecen poner en marcha dependen en gran medida de la tecnología y la innovación que generan las empresas”, explica.
Bertrand Gacon, presidente de Sustainable Finance GenevaEnlace externo, asociación que reúne a empresas y gobiernos cantonales para la atención de objetivos medioambientales, considera que las necesidades de la financiación climática son altas, pero no inalcanzables.
“La gente gasta más en cigarrillos de lo que se debería destinar a resolver el cambio climático”, apunta.
Por tanto, “no son cifras tan inalcanzables, dice. En la actualidad, las empresas aportan entre dos tercios y tres cuartas partes de los fondos que se están destinando a frenar el cambio climático. Y los mercados financieros también contribuyen lo suyo”, añade.
Los ‘bonos verdes’
El mercado de los ‘bonos verdes’, dedicados a financiar proyectos que reportan beneficios ambientales o climáticos, ha crecido significativamente desde el año pasado y ha alcanzado los 40 000 millones de dólares.
Estos bonos de renta fija atraen recursos que son destinados a proyectos que van desde la creación de plantas de energía renovable hasta tecnología para mejorar la eficiencia energética o el transporte ecológico.
Gacon asegura que aunque estos ‘bonos verdes’ son solo “una gota en el océano” de los mercados financieros, ya “representan cantidades significativas de recursos para costear proyectos vinculados al cambio climático”.
Se trata de títulos financieros que responden a los intereses de actores tan diversos como el sector privado, los fondos de pensiones, los gobiernos, etc. Y tras su lanzamiento inicial, apoyado por el Banco Mundial, estos ‘bonos verdes’ se están sofisticando y ofrecen cada vez más oportunidades para el inversor.
Tanto el banco Credit Suisse como la aseguradora Zurich han jugado un rol protagónico en impulsar este mercado. El año pasado, por ejemplo, Zúrich decidió invertir 2 000 millones de dólares en ‘bonos verdes’.
El impacto de las inversiones
La empresa ginebrina de gestión de inversiones, QuadiaEnlace externo, forma parte de las cada vez más numerosos compañías suizas que se dedican a promover las finanzas verdes. Su misión fundamental es financiar empresas innovadoras, pero que tienen dificultad para acceder a los fondos que les permitirán crecer y obtener resultados positivos.
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Crecen las “colmenas”
Su propuesta ha sido muy atractiva para los inversores, según Gacon, porque ofrecen una elevada rentabilidad, al tiempo que diversifican sus carteras y generan un impacto social y medioambiental positivo. Con frecuencia, las empresas como Quadia invierten en países y proyectos que no son atendidos por la comunidad financiera tradicional.
Gacon, quien también es jefe de Inversión de Impacto en el banco privado Lombard Odier, reconoce que la banca avanza despacio y necesita un “cambio cultural” para darse cuenta de las ventajas de la financiación sostenible.
Huella de carbono
Gacon estima que el desarrollo de caminos simples para medir la huella de carbono personal, por ejemplo, podría ayudar a cambiar el comportamiento de muchos inversores y sensibilizarlos sobre lo que sucede en el mundo.
Muchas empresas que hoy cotizan en bolsa se están percatando de que su reputación se basará cada vez más en su capacidad para “hacer lo correcto”, añade Rüfenacht, de SGS. Comprenden que los proyectos que mejoran ámbitos como los derechos humanos o el medioambiente, les funcionarán mejor, dice.
Sin embargo, Schwager destaca la importancia de encontrar equilibrios, porque a ninguna empresa o promotora de inversiones le interesa ser etiquetada como exclusivamente verde.
A juicio del asesor gubernamental y especialista en temas climáticos, las cosas avanzan por buen camino, y el sector privado está dando pasos en materia medioambiental, porque los consumidores le obligan a ello. “El consumidor tiene cada vez más consciencia sobre los efectos del cambio climático y exige cambios radicales a las empresas y a gran velocidad”.
Traducción del inglés: Andrea Ornelas
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