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¿Guerra de rosas en la política suiza?

Durante la campaña mantuvieron las apariencias. Ahora Ségolène Royal abandona a su compañero François Hollande. Keystone

¿Cuánto debe saber la opinión pública de la vida la privada de los políticos? Tras lo ocurrido en Francia con Segolene Royal, esta pregunta no adquiere gran relevancia en Suiza, aún en un año electoral.

La reticencia que muestran los medios suizos se deriva de la ética profesional, explica a swissinfo el profesor Roger Blum.

Durante la campaña electoral la candidata socialista a la presidencia de Francia, Ségolène Royal, desmintió los rumores de que su relación con su compañero sentimental y padre de sus hijos, François Hollande, el secretario general del Partido Socialista, atravesara una crisis.

Ambos demandaron por difamación a las autoras de un libro, según el cual Royal se había lanzado a la campaña presidencial por despecho con su pareja, alegando que se trataba de una intromisión en su esfera privada.

La socialista compareció por decisión propia ante los medios para explicar que se había separado de François Hollande.

¿No habría debido informar a la opinión pública sobre las desavenencias en la pareja durante la campaña presidencial? «No», responde Roger Blum, profesor de Ciencias de la Información en la Universidad de Berna. «Al fingir una relación impecable no ocultaron nada que hubiera sido relevante para la opinión pública».

Políticos suizos: menos ‘glamour’

La pregunta sobre cuánto debe saber la opinión pública sobre la vida privada de los políticos se plantea también en Suiza, especialmente en vista de las elecciones legislativas del próximo 21 de octubre.

En este país los políticos rara vez son tema de debate por algún problema privado o desliz. Los ministros, que acostumbran tomar el tranvía o el autobús como cualquier ciudadano e incluso se desplazan en bicicleta, también son menos ‘glamourosos’ que sus homólogos extranjeros y, por ende, están menos en el foco de atención de la opinión pública.

Pero esto no explica la actitud reservada de los medios helvéticos, señala el profesor Roger Blum. «Tiene que ver con la ética profesional. En Suiza se considera que los asuntos privados sólo son de interés público si tienen una repercusión sobre la función pública».

Si el comportamiento privado de un político se contradice con lo que predica públicamente o si sus actividades privadas ponen en peligro su cargo.

Según el profesor Blum, existe un interés público legítimo, por ejemplo, cuando un político se ve coaccionado por una prostituta y termina por hacer concesiones políticas.

«O cuando un ministro, como ocurrió en Inglaterra, defiende a ultranza la integridad familiar y la fidelidad conyugal, mientras que él mismo mantiene una relación extraconyugal secreta», agrega.

«Comportamiento insociable»

Si un político viola las normas de tráfico o la ley antidrogas, hay que hacerlo público. «Porque los políticos también deben dar el ejemplo», argumenta Roger Blum.

«Si alguien conduce regularmente en estado ebrio o evade impuestos, ya no nos hallamos en la esfera privada, sino ante un comportamiento insociable».

También en Suiza es frecuente que los políticos terminen pagando los deslices privados de sus cónyuges o parejas. Y en estos casos los medios no se andan chiquitas.

Así, una miembro del Partido Demócrata Cristiano (PDC) sufrió un revés en su carrera por el hecho de que su esposo fuera visto en compañía de una prostituta. ¿Es algo que debe conocer la opinión pública?

«No, ya que no tiene nada que ver con su función y su papel político. En esos casos no se puede hacer calañas. Se trata de una política irreprochable. El Consejo de la Prensa regañó a los medios, y con razón», subraya Blum.

¿Las mujeres en el punto de mira?

Años atrás la ex presidenta del Partido Socialista, Ursula Koch, y la ex candidata presidencial Christiane Brunner se vieron abrumadas por las informaciones que divulgaron los medios sobre su vida privada, informaciones que carecían de relevancia política. ¿Las mujeres están más expuestas a sufrir este tipo de ataques?

Roger Blum lo niega, aunque reconoce que probablemente se tiende a observar más de cerca a las mujeres en la política que a sus colegas masculinos, porque no hace mucho que las mujeres integran de forma activa el mundo político helvético.

Ségolène Royal, sin embargo, no tiene motivos para quejarse de la prensa. La utiliza y con éxito para promocionar su propia carrera. Incluso ahora. Con el anuncio de su separación de François Hollande se lanza a la conquista de su puesto.

swissinfo, Susanne Schanda

El 6 de mayo de 2007 la socialista Ségolène Royal pierde las elecciones a la presidencia francesa frente a Nicolas Sarkozy.

Ya durante la campaña es un secreto a voces que la relación entre Royal y el secretario general de los socialistas François Hollande, atraviesa una crisis. Ambos desmienten los rumores y defienden su esfera privada.

Juntos demandan a las autoras de un libro en el que se afirma que el detonante de la candidatura presidencial de Royal fue un ‘affaire’ de su compañero sentimental.

El 18 de junio, la mañana después de los comicios presidenciales, Royal declara en una entrevista radiofónica: «Ya no vivimos juntos. He pedido a François que se vaya y que viva su historia de amor».

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