El desastre químico arde aún en la memoria suiza
Treinta años después del incendio originado por el derrame de importantes sustancias químicas cerca de Basilea, muchas preguntas siguen sin respuesta. La Oficina Federal de Medio Ambiente espera el informe final para emitir nuevas directrices de seguridad.
En las primeras horas del 1 de noviembre de 1986, estalló un incendio en un almacén perteneciente a la compañía de productos químicos Sandoz en la zona industrial de Schweizerhalle, en las afueras de Basilea. Ardieron alrededor de 1 351 toneladas de plaguicidas y agroquímicos.
El accidente pintó de rojo el Río Rin, mató a miles de peces y envolvió a la ciudad con una humareda acre. Fue uno de los peores desastres ambientales de Europa y ocupó los titulares de la prensa mundial.
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Desastre en la Schweizerhalle (Archivo /SRF)
Marcus Müller, jefe del equipo de crisis del cantón de Basilea, declaró recientemente a la televisión pública suiza (SRF) que tanto las empresas como las comunidades están mejor preparadas actualmente.
“Tenemos cuerpos de liderazgo a niveles empresarial, comunal y cantonal. Están especialmente capacitados para hacer frente a emergencias nucleares, biológicas y químicas. Esa es la gran mejoría desde el incidente de Schweizerhalle”, enfatizó.
Martin Forter, geógrafo y experto en contaminación, aseguró sin embargo que la mayoría de los objetivos de depuración no se han alcanzado y que el peligro persiste, aunque no tanto en Basilea, donde se focalizan más en los productos farmacéuticos que en la producción de químicos cáusticos.
“Debido a la globalización, este tipo de producción peligrosa ha sido subcontratada a la India y a China, y es ahí donde tienen lugar los ‘Schweizerhalles’ de hoy, con dimensiones mucho mayores que en 1986”, dijo Forter a la SRF.
Hace treinta años, la encolerizada población local exigió que se tomaran cartas en el asunto. Al final, sin embargo, solamente dos bomberos fueron acusados por la contaminación del Rin como resultado de sus acciones de lucha contra el incendio. La dirección de Sandoz no fue responsabilizada.
Pero la compañía, que más tarde se fusionó con Ciba-Geigy para convertirse en Novartis, pagó 43 millones de francos (49 millones de dólares en ese momento) en compensación a Suiza y a los otros países ribereños del Rin, Francia, Alemania y Holanda. También asignó 10 millones de francos a un fondo del Rin para la investigación ecológica. En 2006, el Rin fue declarado nuevamente un “río vivo” por la Comisión Internacional para la Protección del Rin.
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