Inmigración: un tema que polariza a los políticos
La polarización caracteriza las discusiones en Suiza sobre los temas vinculados a esta temática. Pero la necesidad de diálogo gana terreno.
No se puede hablar de inmigración si los involucrados están fuera de la confrontación de ideas.
En el pleno de la Primera Reunión Nacional de Migrantes en Suiza participaron representantes de todas las tiendas políticas, quienes, tras exponer sus puntos de vista sobre diferentes temas de la migración, dialogaron con el público.
Alain Hertig, el moderador, pidió brevedad en sus exposiciones como una muestra de «disciplina democrática», algo que no siempre fue respetado. Y aunque en los talleres se habían discutido ocho líneas de acción de la Carta de Integración, la Ley de Extranjería y la situación de los ‘sin papeles’ acapararon la discusión.
Ueli Leuenberger del Partido Verde, opinó que las propuestas para la revisión de la Ley de Extranjería son discriminatorias y afectan al 40% de inmigrantes que ya viven en Suiza, pues ellos serán tratados de manera distinta que otros europeos.
Rolf Bütikofer, diputado del Partido Liberal (PL) le respondió que «la ley tiene que hacer una diferenciación y que uno tiene que preguntarse cuánto puede desplegar el Estado respecto a la integración».
«Además, esa propuesta de ley está en concordancia con los acuerdos de la Unión Europea. ¿Es inteligente saturar el preludio de esta votación con exigencias que están fuera de la UE?», se cuestionó.
Que vengan… sólo los calificados
Según Doris Leuthard, presidenta del Partido Demócrata Cristiano (PDC), cada país debe regular sus niveles de migración, «unos dicen que con cuotas y, felízmente, la población ha dicho ‘no’ a esta iniciativa. Ahora queremos admitir a los ciudadanos de la UE, sobre todo a los calificados, y esto no es discriminatorio sino un criterio objetivo».
En ningún país hay una política de puertas abiertas. La migración debe ser controlada, y la integración debe estar consagrada en la ley.
¿Y si los inmigrantes no quieren integrarse? No sirve hablar de la migración si no decimos quiénes deben venir y cómo deben integrarse. Por eso no es discriminatorio decir que quienes vengan deben tener un contrato de trabajo y ser calificados. Este es el criterio determinante, apuntó Leuthard.
A su vez, Pierre-Yves Maillard, vicepresidente del Partido Socialista (PS) dijo que para su partido lo importante es la articulación de la Libre Circulación de Personas y la regulación de leyes laborales, sobre todo en un país como Suiza que es uno de los pocos que no ha regulado el sueldo mínimo.
Büttikofer insistió en la necesidad de criterios cuantitativos para la inmigración, para los permisos de permanencia y la reunión de familias. «Esto no ha ocurrido por culpa de los partidos de izquierda. A los niños hay que traerlos antes de los 12 años para que vayan al colegio y se integren también a través del idioma».
Regula Streckeisen, integrante de la dirección del Partido Popular Evangélico (PPE) se preguntó por qué no se hace algo contra los empleadores que dan sueldos miserables. «Los indocumentados vienen a Suiza porque hay una oferta de trabajo negro».
Aliki Panayides (UCD) declaró estar también contra los empleadores que fomentan el trabajo ilegal y contra las personas que conscientemente quiebran las leyes. «Ya que hablamos de discriminación, este sería el caso si regulamos a los ‘sin papeles’ y no hacemos nada por quienes sí respetan nuestras leyes».
La economía de las sombras se beneficia
Büttikoffer manifestó estár contra todo trabajo negro y que una amnistía a los denominados ‘sans papiers’, sin criterios ni condiciones, no tiene sentido.
Leuthard mencionó que en ese grupo hay muchas mujeres que trabajan en condiciones insoportables y que ello no es un delito cualquiera sino un hecho punible. Aunque, precisó, la regularización colectiva de los indocumentados sería un castigo para los inmigrantes que respetan las leyes.
Del público se preguntó si los problemas demográficos de Suiza no se solucionaban con las inmigrantes que tienen más hijos. Panayides respondió que si bien la primera generación de extranjeros tiene más hijos, la segunda sigue la tendencia de las suizas, por tanto, la inmigración no sería la solución al problema.
Claude Ruey, presidente del Partido Liberal, por su parte dijo que los ‘sans papiers’ vienen a Suiza porque no tienen perspectivas en sus países, y que si ellos fueran expulsados, se arruinaría la economía. «El diálogo es la palabra clave».
Otro ‘sans papiers’ de Ecuador inquirió a Panayides, por qué su partido no pensaba en que todos tienen derecho a vivir en mejores condiciones dentro de un Estado.
La representante de la UDC le respondió que el problema de las personas con estancia ilegal en Suiza no tiene nada que ver con el derecho internacional. «Los que viven en Suiza legalmente son tratados como cualquier ciudadano suizo».
La discriminación no tiene que ver con la nacionalidad
Panayidis reiteró a swissinfo su convicción de que los extranjeros tienen los mismos derechos que los suizos, «aunque los naturalizados pueden además ejercer el derecho al voto».
«La Constitución Federal garantiza que la discriminación no sea posible, aunque ninguna ley puede garantizar que todos los seres humanos sean iguales. Cada uno tiene características con las que nace, tiene una familia, un ambiente que determina su vida y eso no se puede corregir con leyes. Lo que se considera discriminatorio no tiene nada que ver con la nacionalidad», dijo.
Muchos políticos parten de la idea de que los inmigrantes son personas con déficits. Panayidis dice al respecto: «No lo veo así y tampoco lo percibo así en el debate parlamentario. Cuando se elabora una ley y se toma en cuenta el punto de vista de la economía, sus exigencias, se legisla de acuerdo a ellas, por el bienestar de la mayoría. Pero nadie ‘a priori’ dice a un extranjero que puede menos o algo así».
¿Y cómo explica Panayidis que muchos aprendices con apellidos extranjeros no encuentren puetos para practicar su oficio? «Hay nacionalidades que están en los titulares en la prensa. Hace 20 años no hubo prejucios contra las personas de la ex-Yugoslavia, nadie tuvo malas experiencias, muchos hicieron aquí su formación y nunca fueron discriminados. Después vino una nueva corriente migratoria con tendencias a la violencia y ellos se crearon una mala fama».
La reunión de Olten le pareció a la represente de la UDC «un tanto difícil para discutir en profundidad. Era un podio con tantas personas y había que discutir tantos temas bajo la presión del tiempo». Aunque reconoció el valor del diálogo directo, dijo preferir las reuniones pequeñas donde predomina el contacto personal.
La migración vista de cerca
Ueli Leuenberger declaró a swissinfo: «Lo importante de esta reunión es que se produjo el necesario diálogo, que las organizaciones de inmigrantes se reunieron con las fuerzas políticas suizas que están contra la exclusión y el endurecimiento de las leyes de extranjería y de asilo, posiciones que cada vez ganan más peso en Suiza».
Según el político de Partido Verde, en Olten se ha mostrado muy de cerca la realidad de la migración en Suiza y se ha comprobado su importancia.
«Combatir la discriminación y la injusticia que es dirigida especialmente contra ciudadanos no europeos será un trabajo muy duro, allí hay mucho por hacer», señaló.
En opinión de Leuenberger, los mismos inmigrantes deben jugar un papel muy importante en su integración en tanto estén presentes en la economía, en la cultura, en las asociaciones, etc., y hagan frente al sentimiento antiextranjero atizado por algunos partidos.
swissinfo, Rosa Amelia Fierro
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