La Confederación alimentó la máquina de guerra nazi
La Comisión Bergier publica una serie de estudios detallados en torno al papel de las aseguradoras, el comercio de armas y el oro.
El informe final de la Comisión Bergier integra sólo un volumen y es la parte más visible -o la más digerible- de unas 10.000 páginas, reunidas a lo largo de cinco años de investigaciones, y que permitieron radiografiar la actitud de Suiza a través de las turbulencias de los años 30 y 40.
El resto de los estudios se encuentra en 25 volúmenes que en su mayor parte abordan temas precisos, de manera más detallada, y que van de los fondos de los desheredados al comercio de obras de arte.
La Comisión desveló entonces, este viernes, junto con su síntesis, los últimos cinco estudios de la serie, los cuales tratan de las transacciones del oro, la política económica exterior de Suiza, el papel de las aseguradoras y de los bancos suizos, así como el comercio de armas.
Aseguradoras en la sede nazi
El estudio de la Comisión pone en evidencia la actitud de las compañías de seguros suizas frente a las exigencias del Estado nazi, en particular, con respecto a su legislación racista y discriminatoria (al final de los años 30 Alemania era el principal mercado de seguros suizos en el extranjero).
El balance es severo: «las compañías suizas de seguros mantuvieron un punto de vista estrictamente económico durante todo el período del nacionalsocialismo» dejando ampliamente de lado cualquier dimensión moral o ética, concluyen los historiadores.
Así, algunas sociedades aplicaron sin parpadear, en 1941, el decreto de confiscación del Estado alemán de las pólizas de seguros de sus clientes judíos, un verdadero secuestro institucional. Otros protestaron y llevaron las cosas de un lado para otro, para acabar pagando sólo una parte de las sumas en cuestión.
Después de la guerra, las aseguradoras se mostraron apenas conciliadoras frente a las reclamaciones de los asegurados. Una actitud «sin compromiso» frente a las exigencias legítimas de las víctimas de los nazis. No fue sino hasta los años 90, bajo amenaza, que las compañías suizas aceptaron entrar en materia.
Armar al III Reich
¿Qué papel tuvo Suiza en el armamento de Alemania? Es la pregunta que trata otro de los estudios publicados este viernes. Su conclusión: «el significado de las entregas de material de guerra a Alemania no debe sobrestimarse», en particular si se piensa en las formidables capacidades del Reich.
Las armas suizas tuvieron entonces una importancia desdeñable. Alemania no dependía verdaderamente sino de un número muy reducido de componentes suizos (particularmente aquellos fabricados por las máquinas de Dixi SA, en Locle). Pero el papel desempeñado por Suiza fue más importante en los esfuerzos de rearmamento alemán.
Hasta 1938, en efecto, no había en Suiza ningún control de la producción y del comercio de armas. Lo que permite a los historiadores establecer que: «el apoyo político y técnico al rearmamento alemán clandestino, en los años 20 y a principios de los años 30, contribuyó más a la capacidad militar del Eje que las entregas directas (…) procedentes de Suiza».
Suiza y el dinero robado
El estudio sobre las transacciones de oro es, en cierta forma, la versión modificada del informe intermedio publicado en mayo de 1998 por la Comisión. Recuerda el papel crucial, para Alemania, de los francos suizos obtenidos por las entregas de oro. Unica divisa convertible, el franco permitía al Reich efectuar la compra de algunas materias primas indispensables.
El texto menciona igualmente la amplitud de las compras de oro alemán por parte de Suiza, principalmente a través del Banco Nacional Suizo, BNS, (1,6 a 1,7 mil millones de francos).
Menciona, sobre todo, el origen de una parte de este oro, confiscado bajo presión, robado de los países ocupados e inclusive a las víctimas de los campos de concentración o de los ‘ghettos’, una de las más dudosas procedencias sobre la cual los responsables suizos cerraron los ojos durante mucho tiempo.
Y no cambiaron de política hasta que sintieron la presión de los Aliados, y, en forma tardía.
«Aunque era claro que Alemania se apropiaba del oro ilegalmente -revela el estudio-, los responsables del BNS mantuvieron la práctica de «negocios como habitualmente». Oportunismo del que los suizos supieron dar prueba hasta el último momento. Apenas en marzo de 1945, Berna se comprometió a comprar oro alemán bajo condiciones muy restrictivas.
Eso no impidió a algunas aseguradoras, que deseaban recuperar pagos de Alemania, presionar para que el BNS negociara una nueva compra de oro. Esa operación tuvo lugar en abril de 1945, en la cara de los Aliados.
swissinfo/Pierre Gobet
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