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«La decisión tomada en el CERN ayuda a Putin»

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El exprimer ministro ruso Dimitri Medvédev (derecha) y la directora general del CERN, Fabiola Gianotti, se dan la mano durante su reunión en el CERN, en Ginebra, el 10 de junio de 2019. En diciembre de 2023, el CERN decidió poner fin a su cooperación científica con Rusia. KEYSTONE

Rusia ha contribuido significativamente a la investigación científica en el CERN de Ginebra. La reciente decisión de poner fin a esta colaboración ayuda a la guerra del presidente ruso Vladimir Putin contra Ucrania y sienta un peligroso precedente, afirman científicos rusos y europeos contactados por SWI swissinfo.ch.

“Hay muchos conflictos en el mundo. Si se restringe la cooperación científica, habrá consecuencias para los futuros proyectos y colaboraciones del CERN», afirma el físico alemán Hannes Jung, según el cual la expulsión de Rusia de la organización con sede en Ginebra allana el camino para un trato similar a otros países.

En diciembre de 2023, el Consejo del CERN, la Organización Europea para la Investigación Nuclear, decidió poner fin a la cooperación con Rusia y Bielorrusia en respuestaEnlace externo a la «continuada invasión militar ilegal de Ucrania». El Ministerio de Asuntos Exteriores ruso reaccionó a la decisión en marzo, calificándola de «politizada, discriminatoria e inaceptable».

Se trata de una decisión sin precedentes. En el pasado, el CERN había sancionado a Yugoslavia suspendiendo la cooperaciónEnlace externo exterior durante la guerra de Bosnia en 1992. Pero antes de romper la cooperación con Rusia y Bielorrusia, nunca había excluido a ningún país de la investigación científica internacional. La relación científica entre el CERN y Rusia existía desde hacía casi sesenta añosEnlace externo.

La organización con sede en la frontera franco-suiza, cerca de Ginebra, firmó los primeros acuerdos con los laboratorios soviéticos en los años 60, en plena Guerra Fría. En 1991, la Federación Rusa obtuvo el estatuto de observador en el CERN. Desde entonces, Rusia ha contribuido significativamente, tanto financiera como científicamente, a los experimentos realizados en el instituto de investigación nuclear.

Consecuencias para la investigación científica

Una de las consecuencias de esta decisión es la pérdida de más de 2 millones de francos suizos al año que Rusia pagaba al CERN hasta 2022 y parte de 2023, según el CERN. Con este capital, Rusia ayudó a financiar la construcción del acelerador de partículas Gran Colisionador de Hadrones (LHC) del CERN, la máquina más grande y potente del mundo para el estudio de la física de partículas. Las estimaciones de SWI swissinfo.ch, confirmadas por el CERN, muestran que Rusia ha financiado al menos el 4,5% de los aproximadamente 1.500 millones de francos suizos del coste total de los experimentos del LHC en los últimos 30 años.

En su plan a medio plazoEnlace externo para 2024-2028, el CERN también indicó que tendrá que recaudar 40 millones de francos suizos adicionales para compensar la pérdida de aportaciones rusas al proyecto de modernización del acelerador de partículas, el LHC de alta luminosidad. A las pérdidas financieras habrá que añadirse la pérdida de personal y conocimientos técnicos rusos en los diversos experimentos realizados en el CERN. Todo ello repercutirá en el funcionamiento del CERN, según el documento.

Hannes Jung es un físico emérito del Instituto Desy de Hamburgo que ha trabajado con el CERN durante años. Además del déficit de financiación, ve otros riesgos en la salida de Rusia de la organización. Ahora, según Jung, los científicos rusos excluidos del CERN podrían verse empujados a contribuir a la investigación militar rusa por necesidad. Además, el dinero que Rusia habría pagado al CERN podría contribuir a alimentar la guerra contra Ucrania, señala Jung.

«En cambio, sería importante y positivo que Rusia siguiera gastando recursos financieros e intelectuales para apoyar los experimentos y la investigación en el CERN», afirma. «De esta forma (excluyendo a Rusia) no estamos ayudando a Ucrania».

Jung y muchos otros científicos están preocupados por el futuro de la organización científica con sede en Ginebra, creada para reunir a personas de distintos países y tender puentes a través de la ciencia.

Jung, ya jubilado, llegó al CERN en la década de 1980 como estudiante procedente de Alemania Occidental.  Desde el principio le fascinó el ambiente de intercambio y diálogo entre científicos de países divididos entre los bloques oriental y occidental. Jung recuerda que parte de la tecnología de detectores del CERN se construyó fundiendo proyectiles de latón de la marina rusa.

«Antes convertíamos las armas en instrumentos de paz. Ahora eso ya no sucederá», afirma.

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Desde 2002 se funden miles de casquillos de latón en depósitos militares rusos para utilizarlos en el CMS, uno de los detectores del acelerador de partículas LHC del CERN. CERN

Consecuencias para los científicos rusos y bielorrusos

La resoluciónEnlace externo del CERN entrará en vigor el 27 de junio para Bielorrusia y el 30 de noviembre para Rusia. En los próximos meses, cientos de científicos y científicas afiliados a institutos rusos y bielorrusos que colaboran con el CERN tendrán que interrumpir su trabajo de investigación en los experimentos del organismo con sede en Ginebra. Según el CERN, unas 500 personas se verán afectadas.

“Es una situación triste», afirma uno de los científicos afectados, Fedor Ratnikov. “Asusta tanto desde fuera como desde dentro. No obstante, en mi opinión, no se debería romper los lazos con la gente buena», añade. Ratnikov, de 61 años, es un científico jefe afiliado a la Escuela Superior de Economía (Universidad HSE) de Moscú, financiada por el gobierno ruso, y lleva casi dos décadas trabajando en experimentos del CERN. No ve muchas perspectivas de futuro en el CERN.

“Lo más probable es que me retire si me empujan a hacer investigación militar en Rusia», afirma. Una parte de él, sin embargo, espera que aún pueda encontrar una forma de colaborar con el CERN.

Muchos de sus colegas con funciones que él califica de «clave» para la organización ginebrina ya se han trasladado a institutos occidentales para continuar la cooperación internacional. Sin embargo, para Ratnikov esa no es una opción. Tras regresar a Rusia en 2016 después de varios años en Estados Unidos, el científico cree que puede ser más útil en su país. «Volví a Rusia para seguir con proyectos de investigación en mi país. Además, mi madre necesita mi atención», señala.

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Fedor Ratnikov (izquierda) con un estudiante durante un taller organizado en 2017 por el CERN junto con la Universidad HSE de Moscú y la empresa informática rusa Yandex. HSE University

La política se impuso a la ciencia

El CERN declinó hacer comentarios sobre la decisión del Consejo de romper la cooperación con Rusia y Bielorrusia. «No podemos comentar una decisión que corresponde a nuestros Estados miembros y que el CERN debe acatar», declaró Arnaud Marsollier, portavoz del organismo de investigación. De hecho, el CERN está vinculado por las resoluciones votadas por su Consejo, compuesto por dos delegados -uno con un papel más político y otro más científico- por cada uno de los 23 Estados miembros. Los Estados miembros contribuyen más al presupuesto del CERN que los países observadores (como Rusia). Suiza, por ejemplo, aporta unos 40 millones de francos suizos al añoEnlace externo, mientras que Alemania realiza la mayor contribución, con 220 millones al año.

Aunque el Consejo representa los intereses políticos de sus Estados miembros, hasta ahora había conseguido dirigir la organización exclusivamente en función de sus intereses científicos, manteniendo a raya las tensiones políticas, afirma Maurizio Bona, antiguo empleado del CERN. «El CERN se fundó para trabajar en ciencia y promover el diálogo intercultural y la paz, no había presiones políticas», afirma. «Pero en 2022, la política se impuso de repente a los intereses y principios de la ciencia».

Bona trabajó en el CERN primero en el diseño y desarrollo del acelerador y después como asesor del anterior director general y responsable de las relaciones con organizaciones internacionales. Cuando se jubiló, en marzo de 2022, el CERN decidió suspenderEnlace externo la colaboración externa con Rusia y Bielorrusia. Bona afirma que la decisión le sorprendió y disgustó a él y a todos los que han desarrollado su carrera en el CERN. «Durante cuatro décadas el CERN ha sido mi casa. Estaba convencido de que la orientación de la organización no estaba sujeta a presiones políticas y los científicos estábamos orgullosos de ella. Me ha decepcionado mucho».

“Cumplieron un sueño de Putin”

El físico ruso Andréi Rostovtsev, miembro de Science4Peace y antiguo colaborador del CERN, es de los que creen que la decisión de expulsar a Rusia y Bielorrusia de la colaboración científica fue puramente política. “El progreso científico se ha vendido a la política», subraya.

Fuentes cercanas al CERN y a su comunidad científica declararon a SWI swissinfo.ch que las delegaciones de la mayoría de los Estados miembros votaron el 15 de diciembre siguiendo instrucciones directas de sus respectivos gobiernos. En febrero, la web de noticias The Geneva ObserverEnlace externo reveló los detalles de la votación secreta: 17 de los 23 Estados miembros del Consejo del CERN votaron en contra de la continuación de los acuerdos de cooperación. Hungría, Israel, Italia, Serbia, Eslovaquia y Suiza se abstuvieron. Contactada por SWI swissinfo.ch, la Secretaría de Estado suiza de Educación, Investigación e Innovación no quiso comentar las razones de esta abstención, alegando la confidencialidad de los debates.

Rostovtsev afirma que era fácil excluir a Rusia del CERN, puesto que ya había contribuido a la construcción del acelerador de partículas y los detectores. Según Rostovtsev, otros proyectos científicos internacionales, como el francés IterEnlace externo, siguen dependiendo en gran medida de Rusia y no pueden permitirse excluirla.

El científico, que dirige dissernet.org, un sitio web contra el plagio en la ciencia rusa, está seguro de que la expulsión de Rusia del CERN ayudará al presidente ruso Putin. “Lo utilizará como argumento para convencer al pueblo ruso de que los países de su entorno son enemigos», destaca Rostovtsev. “Así no tendrá que decidir él mismo si recorta los fondos para la ciencia en favor de la financiación de la guerra».

«Han hecho realidad un sueño de Putin», afirma.

Texto adaptado del italiano por Carla Wolff

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