En los albores del siglo XX, la tarjeta postal vive una auténtica era de oro. Es un medio muy popular para enviar un pequeño mensaje en una época en la que no todos los hogares disponían de un teléfono.
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Especialista en política federal. Anteriormente trabajó en la Agencia Telegráfica Suiza (ATS) y en Radio Friburgo.
Con la Primera Guerra Mundial, tanto en los países beligerantes, como en Suiza, se multiplican los temas ilustrados. Las tarjetas postales se convierten en un instrumento de propaganda, de sátira, del sentir patriótico y sirven también para mostrar –aunque de forma muy idealizada– la vida militar.
Un siglo después de estallar el conflicto, estas postales constituyen una mina de oro por la información que contienen. A diferencia de otros soportes, como el cine, la prensa o la literatura, hasta hoy apenas se ha prestado atención a este material. Recientemente, sin embargo, un grupo de historiadores se interesaron por estas ilustraciones que permiten adentrarse e impregnarse de la atmósfera que se vivía en la época. Y los mensajes que las acompañan, más que las propias imágenes, nos permiten decrepitar los entresijos y las preocupaciones de entonces. (Texto: Olivier Pauchard)
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