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Las neurotecnologías con IA pueden curar enfermedades crónicas, pero peligra la privacidad mental

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Los implantes cerebrales que integran IA permitirán tratar a millones de personas con Parkinson, Alzheimer, epilepsia, depresión y otras enfermedades neurológicas y mentales. Freepik.com / AI generated

Las neurotecnologías que incorporan inteligencia artificial (IA) pueden curar enfermedades como el Parkinson y la depresión y mejorar el bienestar mental, pero también alterar la mente y leer el pensamiento. Desde Suiza, la comunidad mundial presiona para regularlas, especialmente en manos de empresas privadas como Neuralink, de Elon Musk.

El primer electrodo capaz de registrar la actividad cerebral se implantó en un cráneo humano en 1924. Un siglo después, la neurotecnología potenciada por la inteligencia artificial (IA) es capaz de devolver el hablaEnlace externo y la movilidad a personas con afasia y discapacidad motora.

La integración de la IA en dispositivos que interactúan con el cerebro permite interpretar en tiempo real datos neuronales complejos y adaptar la respuesta a las necesidades individuales del paciente. Esta innovación promete ampliar las opciones de tratamiento de enfermedades como el Parkinson y el Alzheimer.

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Sin embargo, aunque los avances despiertan esperanzas, también crece la preocupación por el potencial de estas tecnologías para alterar la personalidad y la libertad de pensamiento.

«Las neurotecnologías pueden socavar la privacidad, la autonomía y la integridad mental como nunca antes», afirma Milena Costas Trascasas, experta independiente en derechos humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Con el auge de la neurotecnología de consumo para el bienestar mental, como las bandas que monitorizan la actividad cerebral para reducir el estrés o mejorar el sueño, entramos en una peligrosa zona gris, según Costas Trascasas. Las empresas privadas controlan el desarrollo de estas tecnologías y podrían acceder a los datos neuronales, analizarlos y utilizarlos con fines comerciales.

«Estamos hablando de explotar el último refugio de la privacidad, que es la mente», afirma Costas Trascasas.

Por eso, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, con sede en Ginebra, encargó a su comité asesor, del que forma parte Costas Trascasas, la elaboración de un informeEnlace externo sobre el impacto y los retos de la neurotecnología. La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) también ha advertidoEnlace externo de las amenazas a la privacidad mental y trabaja en recomendaciones globales.Enlace externo

Además del «neuromarketing», el informe de la ONU señala otras aplicaciones comerciales especialmente preocupantes, como el «neurojuego», sobre todo para niños y jóvenes, que corren el riesgo de ser inducidos al consumo compulsivo y a la adicción. Las tecnologías para mejorar el rendimiento laboral y la concentración también plantean numerosas cuestiones éticas y jurídicas, al igual que las que prometen «potenciar» las capacidades humanas y la resistencia al estrés y las emociones, sobre todo en contextos militares.

«Muchos de estos usos promovidos son preocupantes porque desconocemos los efectos que pueden tener sobre la salud mental y la integridad personal», explica Costas Trascasas.

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Ya existen en el mercado diademas equipadas con muchos pequeños electrodos capaces de monitorizar la actividad cerebral para reducir el estrés o mejorar el sueño. Andre Stringari

Curas innovadoras con IA, pero ¿a qué precio?

En Suiza, la comunidad científica investiga a fondo los efectos negativos de la neurotecnología. El proyecto internacional Hybrid MindsEnlace externo (Mentes Híbridas), en el que participan varias universidades suizas, ha estudiado a más de 80 pacientes con enfermedades neurológicas o psiquiátricas, como Parkinson o trastorno obsesivo-compulsivo.

Muchos de ellos experimentaron beneficios con el uso de prótesis neurológicas, pero algunos percibieron una especie de distanciamiento de sí mismos, «como si los componentes artificiales hubieran tomado el relevo de las intenciones originales de la persona», explica Marcello Ienca, catedrático de Ética de la IA de la Universidad Técnica de Múnich e investigador principal de la Facultad de Humanidades de la EPFL de Lausana.

Otros pacientes desarrollaron tal integración con la tecnología que se sintieron «desconectados» cuando se desactivó el dispositivo, afirma Ienca.

El fracaso de los tratamientos neurológicos también puede tener consecuencias dramáticas. Ienca y la psiquiatra Ambra D’Imperio relataron el caso de una mujer suizaEnlace externo, aquejada de una rara enfermedad genética similar al Parkinson, que intentó suicidarse tras someterse a un tratamiento de estimulación cerebral profunda que resultó ineficaz.

«La paciente se encontraba en un estado tan grave que se aferró a la esperanza de este tratamiento. El fracaso fue tan desestabilizador que la llevó a intentar suicidarse», afirma D’Imperio, que trabaja en los Servicios Psiquiátricos de la Universidad de Berna y siguió el caso personalmente.

Por eso, D’Imperio subraya que es crucial informar a los pacientes de los riesgos y no sustituir al psiquiatra por un algoritmo o una máquina. Eso es especialmente importante, ya que quienes padecen enfermedades crónicas suelen estar dispuestos a todo para curarse, incluso a renunciar a su intimidad y libertad mental.

Auge de la inversión para tratar el Parkinson, el Alzheimer y la depresión

A pesar de los riesgos, las neurotecnologías muestran resultados prometedores, como en el tratamiento de ciertas enfermedades neurológicas y mentales.

Los implantes cerebrales de alta frecuencia, que estimulan determinadas zonas del cerebro, pueden tratar la enfermedad de Parkinson en sus fases iniciales, devolviendo a los pacientes una movilidad casi normal. Desde finales de los años ochenta, alrededor de un millón de personas en todo el mundo se han beneficiado de estos tratamientos.

Gracias a la IA, pronto será posible Enlace externoestimular muchas más regiones cerebrales simultáneamente mediante miles de electrodos. Eso permitirá tratar no sólo el Parkinson, sino también otras enfermedades como el Alzheimer, la epilepsia, la depresión y la esquizofrenia, que actualmente representan un tercio de los costes sanitarios en Europa.

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Un paciente recibe un tratamiento de estimulación magnética transcraneal en el VA Palo Alto Health Care System. Copyright 2018 The Associated Press. All Rights Reserved

«Incluso afecciones menores como las migrañas suponen un enorme problema para nuestra sociedad, tanto en términos de coste como de sufrimiento personal y familiar», afirma el neurólogo y neurocientífico francés Hervé Chneiweiss.

La neurotecnología avanza rápidamente gracias a una financiación masiva. Entre 2014 y 2021, la inversión mundialEnlace externo en este campo por parte de fondos, empresas y gobiernos aumentó de 1.100 millones de dólares a 7.100 millones y se espera que alcance los 38.000 millones en 2032.

Entre las startups de neurotecnología mejor valoradas se encuentra la suiza MindMaze, especializada en neurorrehabilitación, que superó los mil millones de dólares de valoración en 2016 y sigue atrayendo millones de dólares en capital.

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No obstante, la velocidad del desarrollo tecnológico y el control por parte de empresas privadas lideradas por personalidades controvertidas, como Neuralink de Elon Musk, han llevado a varios expertos a dar la voz de alarma sobre los riesgos para los derechos humanos y la urgente necesidad de regulación.

«Muchos avances provienen del uso de la IA junto con tecnologías que actúan sobre el cerebro y eso merece más atención», afirma el profesor Marcello Ienca.

En 2017, Ienca y un compañero suyo plantearon Enlace externola preocupación por derechos como la libertad cognitiva y la privacidad mental. En 2022, el investigador calificó a Musk de «moralmente incapaz» para desarrollar tecnologías que interactúan con el cerebro.

Sin embargo, es cierto que Elon Musk sí ha llamado la atención sobre los peligros de la neurotecnología, según Ienca. Toda la comunidad mundial se ha movilizado para elaborar una normativa desde que Neuralink recibiera el año pasado la aprobación de la Food and Drug Administration (FDA) para realizar ensayos clínicos en humanos.

Un avance que la comunidad científica considera preocupante Enlace externopor la falta de transparencia en torno al implante Neuralink, cuyo objetivo es permitir a las personas con parálisis controlar dispositivos externos con el pensamiento.

Este tipo de avances hacen urgente proteger a las personas de las violaciones de los derechos humanos, como el derecho a la intimidad, afirma la experta de la ONU Costas Trascasas, ya que «los datos mentales de las personas se están convirtiendo en una mercancía en manos de empresas privadas».

No obstante, aunque el Consejo de Derechos Humanos de la ONU decidiera en marzo de 2025 una resolución de seguimiento sobre la regulación de la neurotecnología, su adopción sigue siendo incierta.

Mientras tanto, Costas Trascasas espera que más Estados participen en la elaboración de principios rectores para abordar los problemas de derechos humanos relacionados con la neurotecnología. «Los Estados deberían anticiparse y establecer normativas antes de que estas tecnologías lleguen al mercado», señala la experta de la ONU.

Texto editado por Veronica De Vore; adaptado del italiano por Carla Wolff

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