La relojería quiere seducir al mercado femenino
“La mujer es el futuro del hombre“, es la cita de Aragón que pareciera engranar muy bien para abordar el desarrollo de la relojería en un país donde, hasta hace poco, se vivía en masculino.
El lado femenino de la relojería se deja sentir en los salones de Basilea y Ginebra.
“De todas formas, ellas no comprenden nada de técnica. Basta con hacer los relojes más pequeños y colocarles algunas piedras preciosas.” Este tipo de idea estúpida prevaleció durante cerca de dos siglos entre los relojeros suizos, en el país de la ciencia más perfecta para contar el tiempo.
En esos tiempos, un hombre jamás se hubiera imaginado que los problemas de engranaje, del ajuste de una fase de luna o de la construcción de un torbellino podrían suscitar el mínimo interés entre el género femenino.
Afortunadamente, esa detestable manera de ver las cosas no prevalece más, o casi ya no más. Un hecho que demostraba un menosprecio total y un desconocimiento del papel histórico que las mujeres han jugando en el desarrollo de la relojería.
El papel femenino cambió con el tiempo
Hasta finales del siglo XIX, lo más frecuente era que las mujeres se encargaran de la organización de las empresas familiares, ocupándose de la gestión financiera, mientras los hombres construían los relojes.
Después, durante la primera guerra europea, al tiempo que se desarrollaba la moda de los relojes en forma de brazalete, fueron ellas, las mujeres, las que remplazaron en las fábricas a los hombres, llamados a la defensa.
A partir de la década de los años 30 hasta principios de los 60, llegó el tiempo de las famosas “baronesas de la relojería”. El tacto femenino es, en efecto, incomparable para colocar la rueda catalina, el órgano base del reloj mecánico.
Decenas de miles de mujeres permitieron que la relojería suiza se convirtiera en líder mundial incontestable de la profesión para medir con precisión el tiempo.
Pero, tras el inicio de este nuevo siglo, los relojeros han cambiado su estrategia.
¡El objetivo ahora es seducir al sector femenino! Han descubierto que las mujeres son un mercado extremadamente interesante.
Para implantarse en ese terreno nada es suficientemente bello ni suficientemente sensual. Los diseñadores tienen por consigna dejar libre la parte femenina que cada uno trae consigo. Y los resultados son interesantes.
Las tendencias
Se distinguen dos vertientes. La primera, muy mercantilista, responde a la emergencia de una relojería indisociable al mundo de la moda, con relojes coloridos, de materiales en plástico, tela y metales para los brazaletes.
Y para que la connivencia sea perfecta con el “listo para llevar”, los creadores buscan integrar las formas en un sólo concepto. Frecuentemente las monturas de los relojes son sumergidos en los brazaletes para crear la ilusión de un elemento único que contorna la muñeca.
Además, y no es por azar, estos productos llevan la firma de los grandes nombres de la costura. Una tendencia de formas imaginativas muy complaciente, pero que -al igual que el mundo de la moda del que ha sido inspirada- no durará mucho.
Aunque es el desafío impuesto por una de las marcas del grupo LVMH, con la firma Dior. Cada temporada la colección evoluciona, e incluso cuando el armazón permanece casi igual, esta política permite cambiar de reloj a pecios interesantes.
La relojería de prestigio
La segunda vertiente en la creación del reloj femenino, más construida, ha sido ideada por los relojeros de prestigio, quienes hasta ahora sólo se habían limitado a incrustar piedras a sus productos banales.
Aliadas a mecanismos sofisticados, las formas de las piezas son bellos diseños geométricos, con complicaciones técnicas útiles que los hacen no sólo bellos, sino que también provocan la mirada de admiración de los hombres.
Tal vez éste es el mejor signo del éxito de la operación de feminización de la más machista de las industrias en Suiza.
swissinfo, Eric Othenin-Girard
(Traducido por Patricia Islas)
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