Las alineaciones de Clendy o el Stonehenge suizo
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Los menhires de Clendy son impresionantes vestigios de la Edad de Piedra. En la orilla sur del lago de Neuchâtel, este sitio místico y fascinante nos remite en el tiempo a una época olvidada en el territorio helvético.
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En la orilla sur del lago de Neuchâtel, justo antes del cartel que marca el límite con el municipio de Yverdon-les-Bains (cantón de Vaud) y a pocos metros de la carretera, se encuentran las alineaciones de Clendy, un sitio notable formado por una serie de 45 menhires que datan de la Edad de Piedra. Estos enigmáticos bloques aparecieron después de que la primera corrección de las aguas del Jura (1868-1891) bajara el nivel del lago casi tres metros.
Charles de Sinner, el ingeniero responsable de su descubrimiento, los describió por primera vez en 1887 en un artículo: «Al pie de la escalera que baja de allí a la orilla (antiguamente destinada a las personas bañistas), encontramos tres pequeños bloques cristalinos, y a unos 100 metros de la orilla, continuando perpendicularmente a ella, los primeros grandes bloques del grupo principal».
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De Sinner advirtió de inmediato de que no se trataba sólo de bloques de piedra irregulares comunes: «La longitud de estas rocas varía generalmente entre 1 y 3 metros, y su ancho, entre 80 y 150 centímetros. Algunos superan los 4 metros de altura. (…) Mientras que varias de las piedras están profundamente hundidas en el suelo, otras parecen estar simplemente apoyadas sobre el mismo. Esta circunstancia, el escaso relieve en general y el orden casi militar en dos líneas, me hicieron sospechar desde el principio la intervención del ser humano».
Aunque extrañas y peculiares, estas alineaciones megalíticas cayeron en el olvido durante casi un siglo. Hubo que esperar hasta 1975 para que las excavaciones sacaran a la luz los fosos originales y las piedras sobre las cuales los bloques habían sido erigidos. En 1981, el sitio se volvió a excavar y cartografiar de manera exhaustiva. Para evitar robos, los bloques más pequeños se sustituyeron por copias de hormigón, mientras los originales se conservan en el museo de YverdonEnlace externo.
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El estudio del sitio arrojó resultados sorprendentes. Cuatro de los bloques, que pesan hasta cinco toneladas, tienen siluetas antropomórficas: aparentan una cabeza y dos hombros tallados en la piedra. Queda claro que no se trata de simples rocas sino de estatuas, aunque no sepamos si estaban destinadas a representar a dioses, ancestros, soberanos o héroes. Las comparaciones estilísticas con los menhires bretones sugieren que las alineaciones de Clendy datan de entre el 4.500 y el 4.000 a.C. Es posible que el lugar se utilizara hasta la Edad del Bronce (2.300 a 850 a.C.), y que se ampliara de forma constante durante este periodo.
Ante el enigma y la falta de fuentes, la arqueología se apresura a plantear la hipótesis del “santuario”. Si bien es totalmente posible que el sitio de Clendy se utilizara para el culto, también podría tratarse de un calendario prehistórico. Para la investigación, es fundamental conocer con precisión la posición y la orientación de los bloques. Y precisamente el problema radica allí, dado que en 1986 un empresario local desplazó los menhires según criterios más estéticos que científicos. Afortunadamente, los estudios anteriores eran lo suficientemente detallados como para permitir reconstruir el espacio con precisión.
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Hay indicios de que muchas culturas prehistóricas concedían una gran importancia religiosa a la luna. Sin embargo, la lunaEnlace externo es un cuerpo celeste voluble. Como gira alrededor de la Tierra en una órbita inclinada cinco grados respecto a la órbita terrestre, los puntos por los que sale y se pone cambian cada año. El ángulo entre estos dos puntos no siempre es el mismo: el plano de la órbita lunar realiza una ligera rotación en el espacio, alcanzando su máximo cada 18,6 años y su mínimo 9,3 años después. El momento en que la luna sale y se pone en sus puntos más extremos se denomina detención lunar o lunisticio.
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Los estudios astronómicos muestran ahora que las dos alineaciones de Clendy están dispuestas en acimutes de 222 y 246 grados respectivamente, y forman una especie de línea de observación natural. Están orientadas precisamente hacia los dos puntos del horizonte donde, hace seis mil años, la puesta de la luna alcanzaba por primera vez, en su ciclo de 18,6 años, sus dos posiciones más meridionales, es decir, el “mínimo lunar” y el “máximo lunar”. Por lo tanto, al ponerse la luna, una persona que se encontrara en la intersección de las dos alineaciones, al noreste del sitio, podría determinar el momento preciso en que se alcanzaba una de estas dos paradas lunares, un evento importante en cualquier calendario prehistórico. La comunidad científica supone que las cuatro piedras más externas del sitio de Stonehenge, cerca de Amesbury en el sur de Inglaterra y conocidas como “piedras de posición”, también estaban orientadas hacia las paradas lunares.
¿El sitio megalítico de Yverdon era entonces un templo? ¿Un observatorio de la Edad de Piedra? ¿Las dos cosas? En cualquier caso, presenciar una puesta de sol en las Alineaciones de Clendy es como viajar en el tiempo a los inicios de la astronomía.
Thomas Weibel es periodista y profesor de ingeniería de medios en la Universidad de Ciencias Aplicadas de los Grisones y en la Universidad de las Artes de Berna.
El artículo original en el blog del Museo Nacional SuizoEnlace externo
Texto adaptado del francés por Norma Domínguez / CW
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