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La apuesta de futuro está en la aviación eléctrica

Electric plane called Volocopter
Taxi volador: capaz de despegar verticlamente, el vehículo eléctrico llamado 'Volocopter', creado por una empresa emergente alemana, realizará los primeros vuelos experimentales el próximo año. Keystone

Aviones pequeños y totalmente eléctricos que despegan y aterrizan verticalmente. Una imagen de ciencia ficción que está cada vez más cerca de la realidad. André Borschberg, copiloto y cofundador del Solar Impulse, trabaja en ello. Su empresa es una de la docena de firmas internacionales que confían en que la aviación eléctrica se avecina.

Nueve meses después de concluir la vuelta al mundo en un avión eléctrico-solar, André Borschberg está volcado en un nuevo proyecto.

«Estoy convencido de que el mundo de la aviación atraviesa un punto de inflexión actualmente», dice entusiasmado a swissinfo.ch.

El piloto helvético acaba de regresar de un vuelo en el aEro1, un pequeño avión eléctrico acrobático de carácter experimental en el que trabaja su empresa emergente H55Enlace externo (antes Hangar 55), integrada por un puñado de especialistas en aviación que comparten el mismo sueño. Borschberg –cofundador de H55– apuesta por un futuro verde en la aviación. Y para lograrlo, el aEro1 realiza pruebas en el aeropuerto de SionEnlace externo, en el valle del Ródano.

La meta de Borschberg y del H55 es sacar el máximo provecho de la experiencia que obtuvo con el Solar Impulse para desarrollar tecnologías de propulsión eléctrica (que vayan desde la fuente energética hasta la interfaz piloto y los sistemas de control). De conseguirlo, sus hallazgos podrían ser aprovechados también por los aviones de otros grupos.

«Estamos en la etapa de exploración de las nuevas tecnologías que cambiarán el mundo de la aviación. Y es muy emocionante», asegura.

«Los motores eléctricos son altamente eficientes y ligeros. Y son más rentables porque su operación es menos costosa que la de los motores de combustión. Además, hacen menos ruidos y su huella ecológica es reducida», añade.

En el futuro, se espera que los aviones eléctricos sean capaces de despegar de forma vertical, haciendo poco ruido y sin depender de los aeropuertos, dice.

André Borschberg, piloto suizo
André Borschberg es uno de los cofundadores de la empresas emergente H55. Amélie Descloux

Desde la NASA hasta Uber

Los aviones eléctricos han sido un sueño acariciado por años. Pero es solo en tiempos recientes que los avances conseguidos en materia de baterías y de propulsión eléctrica hacen realista su existencia. H55 forma parte de la docena de empresas internacionales que quieren hacer realidad la aviación eléctrica. Un objetivo que comparten empresas de toda la vida, como Rolls Royce, pero también más recientes como Uber (Silicon Valley).

El año pasado, el presidente ejecutivo de Rolls Royce, Warren East, anunció al periódico británico ‘Daily Telegraph’Enlace externo que trabajaba en reemplazar los motores a reacción de los aviones por nuevas versiones de propulsión eléctrica. «Necesitamos estar listos para el año 2020, porque el mercado aguarda que [estos nuevos motores] estén listos para el 2030», dijo.

A su vez, Airbus desveló en 2014 su prototipo E-FanEnlace externo, un avión de dos plazas totalmente eléctrico y alimentado por baterías de litio. Hace poco anunció que abandonaba el proyecto, pero solo para sustituirlo por un avión híbrido-eléctrico regional que prepara y que espera esté disponible para volar en menos de tres años.

Boeing, JetBlue Airways y la NASAEnlace externo también invierten grandes sumas en la construcción de sus propios modelos de jets híbrido-eléctricos.

Y Bertrand Piccard, socio de Borschberg en el Solar Impulse, coincide en que todo esto será posible.

«Estoy seguro de que en los próximos diez años veremos aviones eléctricos con 50 pasajeros en recorridos cortos y medios», expresóEnlace externo tras dar la vuelta al mundo en el Solar Impulse 2.

En el caso de Uber, la red internacional de transporte privado sorprendió a muchos al anunciar que también tiene la mira puesta en el cielo, a través del desarrollo de ‘taxis voladoresEnlace externo’, pequeños aviones eléctricos que despegarán y aterrizarán verticalmente (VTOL en inglés). Su emisión de contaminantes sería cero y serían tan silenciosos que podrían operar en las ciudades.

En el caso de Borschberg, el aEro1 es su primer intento por desarrollar un VTOL, confirmando su convicción de que los aviones serán propulsados por energía eléctrica de alta velocidad dentro de poco tiempo. El minúsculo avión de demostración del H55, que cuenta con un solo asiento, es muy distinto al Solar Impulse 2, una aeronave de gran formato que volaba gracias a la energía solar, pero cuya envergadura equivalía a la de un Boeing 747.

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A diferencia del Solar Impulse 2, el aEro1 carece de paneles solares y se parece más a los aviones acrobáticos de monoplaza.

“Es genial volar en él y casi no requiere mantenimiento. No hay que revisar el aceite, el combustible o los motores eléctricos de forma regular”, explica Borschberg. “Solo es necesario pulsar el interruptor principal y el motor empezará a girar de forma inmediata. No hay esperas. Tan pronto esté lista la pista, se puede despegar. Su torsión mecánica es más rápida y poderosa, y es tan silencioso como un planeador”.

Sin embargo, mientras el Solar Impulse 2 consiguió volar varios días consecutivos (Borschberg obtuvo el récord del vuelo más largo de la historia en una aeronave, con 117 horas y 52 minutos en el aire), el aEro1 ha volado alrededor de 50 horas. Sin embargo, su batería solo tiene una hora de duración por el momento.

Las baterías tienden a ser cada vez más ligeras y eficaces, pero su capacidad de suministro energético todavía es un freno para el desarrollo de los aviones eléctricos.

Otra limitación que reconoce Borschberg es el tiempo que tardan los avances.

«Es imposible hacer todo de un día al otro. Tenemos que avanzar lentamente», dice el piloto suizo.

A primera vista, el aEro1 podría parecer poco revolucionario. No obstante, Borschberg y su equipo saben que tienen a su favor toda la experiencia obtenida en el Solar Impulse en ámbitos como la construcción misma de la aeronave, la forma de pilotarla y la obtención de los certificados necesarios para operar un avión futurista basado en nuevas tecnologías.

«Con el Solar Impulse tuvimos que conseguir la certificación para un avión que volaría sobre grandes ciudades y que debía cumplir con todos los protocolos de los sistemas de análisis de seguridad vigentes. Todo ello era vital para asegurar que no habría ningún tipo de desastre”, explica.

H55 está conformada por un equipo de trabajo de cinco hombres y se ha fijado grandes objetivos a partir de una estrategia de paso lento, pero seguro: utilizar la aerodinámica ya conocida y perfeccionar diversos sistemas de propulsión eléctrica antes de apostar por objetivos más ambiciosos.

Cuando hayan terminado de ajustar el aEro1, el equipo trabajará en un sistema de propulsión eléctrica para un avión biplaza –lo que se espera para el año 2018–, sentando las bases para construir más tarde aviones eléctricos aún más grandes.

La ‘mosca verde’

El aeródromo regional de Sion, en el cantón del Valais, apuesta por la aviación eléctrica y las tecnologías ecológicas. Actualmente es sede de las pruebas que realiza la empresa emergente (start-up) H55.

El aeródromo vive actualmente una transformación de instalación militar a civil, proceso que deberá concluir en 2020. Su intención es posicionarse como un centro de operación para los vuelos de turismo ecológico durante la temporada de invierno.

Recientemente, presentó el proyecto llamado ‘mosca verde’, que busca reunir a empresas tradicionales y emergentes dedicadas a la aviación respetuosa del medioambiente, para que su esfuerzo conjunto consiga reducir el impacto medioambiental de los vuelos a medio plazo.

«Además de impulsar el turismo local a través de conexiones de vuelos chárter o de negocios, también creemos que es importante desarrollar nuevas tecnologías de aviación verde. Y contamos con la infraestructura adecuada para permitir vuelos experimentales desde aquí”, según dijo a la prensa la directora del aeródromo, Aline Bovier.

La Universidad de Ciencias Aplicadas de Suiza OccidentalEnlace externo (FHO) y el campus que tiene la Escuela Politécnica Federal de LausanaEnlace externo (EPFL), ambas con amplia experiencia en investigación de energías sostenibles y baterías, colaboran estrechamente con el aeropuerto de Sion para ayudarle a cumplir su meta de expansión ‘verde’.


Traducción del inglés: Andrea Ornelas

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