Tecnología con cruz blanca para planeta rojo
El primer vehículo europeo que rodará en Marte tendrá un chasis suizo. Oerlikon Space prueba un prototipo de laboratorio con seis ruedas que en 2015 escudriñará la superficie y el subsuelo del planeta rojo en busca de rastros de vida.
En Marte hace frío. 60 grados bajo cero en promedio, con máximas de -140. Y para llegar, la sonda deberá sufrir, durante su viaje interplanetario, la exposición directa a los rayos del sol y temperaturas de 120 grados.
En Marte no hay carreteras. El pequeño ‘rover’ (denominación de los vehículos espaciales teledirigidos) deberá abrirse camino a través de las piedras. A veces contorneándolos, a veces salvándolos.
Además, Marte está lejos. Si el vehículo queda bloqueado en una hondonada, si patina al tratar de subir una pendiente, o peor, si vuelca a causa de una piedra, no habrá nadie para repararlo o reinstalarlo en el buen camino.
Y en Marte hay polvo. No realmente arena, algo más fino todavía, que se infiltra por todas partes, sobre todo cuando el viento sopla. Fue precisamente el polvo el que dio cuenta de dos ‘rovers’ estadounidenses: ‘Spirit’ y ‘Opportunity’, al dejar sus paneles solares inoperantes tras más de cuatro años de buenos y leales servicios.
Arenero para juguete ‘hi-tech’
Para su primer ‘rover’ -y tras un primer fracaso marciano en la Navidad de 2003, cuando perdió contacto con su pequeña sonda Beagle 2-, la Agencia Espacial Europea (ESA) está decidida a actuar mejor que su homóloga estadounidense.
Y es en Oerlikon donde se afinan los detalles que deben marcar la diferencia. Para comenzar, las ruedas son flexibles, un poco como lo sería un neumático muy poco inflado. De esa manera superan mejor las asperezas del terreno y ‘se enganchan’ más fácilmente a las piedras.
En un gran arenero lleno de un tipo de polvo de consistencia casi harinosa – que, aparte el color, debe parecerse al polvo marciano-, los ingenieros someten a prueba desde hace un mes el comportamiento de la máquina en los caminos.
Gracias a sus ruedas orientables en forma independiente, a sus 18 motores eléctricos y a sus 21 censores que indican los obstáculos, el vehículo es muy manejable y puede desplazarse en todos los sentidos, incluso de lado, como un cangrejo de mar. Y llega también a pasar sobre piedras más altas que sus ruedas.
Todo esto a una velocidad de punta de 100… metros por hora. Porque se trata de economizar al máximo una energía que sólo será abastecida por el sol, mucho más pálido visto desde Marte que desde la Tierra.
Muy buenas posibilidades
El prototipo de Oerlikon es apenas un ‘esqueleto’ destinado a someter a prueba las partes del ‘rover’ que deben ser concebidas por la empresa suiza.
En esta etapa, la firma trabaja ya en colaboración con la Escuela Politécnica Federal (EPF) de Zúrich, con BlueBotics, joven empresa nacida de la EPF de Lausana, así como con la Agencia espacial y una empresa privada alemana.
A decir verdad, Oerlikon no está totalmente segura de obtener de la ESA el mandato para construir el prototipo final. Pero en vista de la calidad del producto y la destreza de la empresa, Didier Manzoni, jefe de su división Mecanismos e Instrumentos, se muestra muy optimista.
Y si todo va como se ha previsto, espera que la empresa Maxon, de Obwald – que suministró a los estadounidenses los motores del ‘Spirit’ y el ‘Opportunity’ – pueda también ser elegida por la ESA.
Ningún hombrecito verde
Una vez ‘vestido’, el ‘rover’ europeo no se parecerá realmente a la especie de araña metálica de Oerlikon. Su equipo científico lo convertirá en una máquina de apariencia más compacta, de 250 kilos de peso (70 más que la estadounidense), pero que, con la gravedad reducida de Marte, planeta más pequeño que la Tierra, pesará efectivamente sólo 90 kilos.
Su misión: recoger muestras del suelo y del subsuelo (será capaz de cavar a dos metros de profundidad) en busca de rastros de vida. O, al menos, de lo que se conoce como ‘marcadores biológicos’, es decir, compuestos químicos que habrían sido producidos por organismos vivos.
Y es que si las condiciones que reinan hoy en la superficie de Marte son particularmente hostiles a la vida, los científicos no excluyen que ésta hubiera podido aparecer en la época en la que el planeta era todavía joven. Incluso que todavía subsista hoy, en forma de microorganismos bien escondidos en lugares protegidos.
E incluso, si no encuentra nada de ello, el ‘rover’ proporcionará de todas maneras informaciones útiles para la preparación de una futura misión habitada hacia el planeta rojo. Una misión que, Didier Manzoni está persuadido, no será europea ni estadounidense, sino simplemente… terrícola.
«Una empresa de esta amplitud sólo podrá lograrse con la colaboración internacional», advierte este hombre que ha consagrado toda su vida al espacio. «Y esperamos que para entonces, también los chinos estén allí».
swissinfo, Marc-André Miserez
(Traducción: Marcela Águila Rubín)
Bajo el nombre de Aurora, la ESA (Agencia Espacial Europea) lanzó en 2001 un vasto programa de exploración de la Luna, de Marte y de los asteroides. Con máquinas primero, luego con seres humanos.
La misión ExoMars es la primera piedra. En noviembre de 2013, una sonda partirá en un viaje de diez meses hacia el planeta rojo. Tras algunos meses en órbita con el fin de evitar la temporada de las tempestades de arena, deberá aterrizar a principios de 2015.
La sonda liberará entonces un pequeño vehículo de seis ruedas, destinado a tomar y analizar muestras, en busca de rastros de vida.
El presupuesto actual de la misión asciende a mil millones de euros, incluidos 32 millones en encargos de la industria y la investigación suizas. Pero estas cifras sin duda serán incrementadas.
Con 330 empleados y 100 millones de francos de cifra anual de negocios, el número uno de la industria espacial suiza se llamó Contraves antes de retomar el nombre de su lugar de origen: Oerlikon, un barrio industrial de la ciudad de Zúrich.
Desde el ESRO-1, el primer satélite europeo (1964) hasta el de abastecimiento ATV Jules Verne, que se estibó a principios de abril a la estación espacial internacional, Oerlikon Space ha abastecido la mayoría de los ‘esqueletos’ de las máquinas lanzadas por la ESA.
También desde el principio es el abastecedor exclusivo de las cofias – estos sobres que protegen los satélites al lanzamiento – para los cohetes Ariane y Vega.
Oerlikon Space es también uno de los líderes mundiales de los mecanismos de despliegue y orientación de los paneles solares para las maquinas espaciales – incluido los del telescopio estadounidense Hubble.
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