¿Qué futuro para la movilidad eléctrica?
Suiza quiere promover los automóviles eléctricos con diversas medidas. Algunos países están más avanzados, pero cada vez más voces cuestionan la eficiencia energética de este tipo de vehículos.
La venta en Suiza de autos eléctricos aumentó un 40% en 2017 en comparación con el año precedente. El resultado parece prometedor, pero, con 4 929 de ese tipo de vehículos vendidos de un total de 315 032, representa apenas el 1,6% de las nuevas matrículas, según cifras de la Oficina Federal de EstadísticaEnlace externo.
En comparación con el pionero del género, Noruega, esta proporción parece muy pequeña. En 2017, la venta de coches eléctricos alcanzó el 20,8% en ese país, según su federación vial. Y para el año 2025, Noruega solamente permitirá el uso de coches eléctricos o híbridos.
La voluntad de Suiza
En su ‘Hoja de ruta para la movilidad eléctrica 2022’, el Gobierno suizo quiere aumentar a 15% la proporción de vehículos eléctricos e híbridos en las nuevas matriculaciones de unidades de turismo. Este proyecto, recientemente aprobado, prevé que los automóviles eléctricos se conviertan en “parte integrante de la circulación automotriz suiza” de aquí a 2022. Más de 50 organizaciones y empresas de diferentes sectores de actividad, así como representantes de la Confederación, cantones y comunas participaron en la elaboración del documento.
Una de las dificultades a las que se enfrenta el desarrollo de la e-movilidad hoy en día es la red de estaciones de servicio eléctrico, ya que ni siquiera las baterías modernas permiten cubrir grandes distancias. Entre las principales medidas previstas por la Confederación está la construcción de 160 puntos de recarga rápida a lo largo de las carreteras nacionales. Además, los coches eléctricos no deben clasificarse en una categoría de carga superior por el peso de sus baterías. Las autoridades suizas también quieren “generar emociones positivas” en torno a la movilidad electrónica.
Limitación por sorteo
Otros países, como China, han ido mucho más lejos. Dado que algunas ciudades importantes se ahogan en la contaminación, las placas de los nuevos vehículos convencionales de turismo solamente son asignadas por sorteo.
El periódico alemán ‘Süddeutsche Zeitung’ informaba en 2013 que un automovilista de Pekín tuvo que esperar 72 meses para obtener la placa de su vehículo. Según los periodistas de la redacción china de swissinfo.ch, la situación ha empeorado.
Sin embargo, China pretende reducir este año sus subsidios a los automóviles eléctricos, revela la agencia noticiosa estadounidense del grupo Bloomberg. Quiere que los fabricantes sean más innovadores en lugar de contar con el apoyo del gobierno. El fabricante sueco Volvo, propiedad del grupo chino Geely, quiere ofrecer este año solamente vehículos que funcionen exclusivamente con electricidad o con un sistema híbrido recargable. Y esta semana, el productor estadounidense de coches eléctricos Tesla abrió una gran fábrica en China.
Europa se rezaga en este mercado. Ciertamente se han previsto varios modelos, pero “solamente en 2021, cuando Volkswagen lance su mayor ofensiva en e-movilidad, el grupo alemán podría destronar a Tesla en Europa”, afirmó recientemente al semanario suizo ‘Handelszeitung’, Ferdinand Dudenhöffer, de la Universidad de Duisburg-Essen, Alemania.
Impacto ambiental cuestionado
Mientras tanto, cada vez más expertos ponen en duda la superioridad ecológica de los vehículos a batería. Su producción causaría más daño ambiental que la fabricación de automóviles con motores de combustión, escribió recientemente el cotidiano suizo ‘NZZ am Sonntag’. Según el periódico, un estudio encargado por la Agencia Sueca de Energía muestra que un coche eléctrico pequeño compensa su equilibrio ecológico después de 30 000 kilómetros, mejor que un modelo de gasolina o diésel, pero que un coche eléctrico más pesado solamente después de 100 000 kilómetros.
Además, a menudo se soslaya la huella ecológica de la fabricación de baterías. La producción requiere tierras raras y crea daños ambientales. Por último, el diario afirma que los planes de tratamiento de millones de baterías usadas parecen “tan vagos como la cuestión de los residuos nucleares en el momento de la puesta en marcha de las primeras centrales”.
Traducido del francés por Marcela Águila Rubín
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